Capítulo 32

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CAPÍTULO 32

Después de pasar la mañana junto a Serena, recibí un mensaje de Zemo y él vino a buscarnos para salir a comer. Le conté cómo había sido el procedimiento del examen y que los resultados estarían listos para mañana. Le comenté lo hijo de puta que estaba siendo papá conmigo y la extraña conversación que tuve con Sam por mensajes de texto a las cuatro de la madrugada. Él me miró extrañado y me dijo que no me preocupara ya que Sam era el bromista de nosotros y posiblemente esta era una de sus tantas malditas bromas pesadas. Asentí en ese momento más para convencerlo porque en realidad yo no podía quedarme tranquilo cuando uno de mis mejores amigos había desaparecido y me decía que yo iba a odiarlo después de escuchar lo que tenía que decirme. Tenía un mal presentimiento de todo esto y aunque quisiera ignorarlo no podía porque toda esta situación se estaba pintando de un color que a mí no me gusta.

—¿Quieres ir a cenar con nosotros a casa? — Ze me pregunta mientras paseamos por el centro de Montreal. En sus brazos descansaba un alegre cerdito que miraba feliz todo a su alrededor. era gracioso ver a las chicas suspirando cada vez que miraban a Zemo.

Abro la boca para responder, pero soy interrumpido por la estrepitosa música de mi teléfono que me informa que me están llamando. Saco el aparato de mi bolsillo y ruedo los ojos. Papá.

Deslizo mi dedo por la pantalla y no alcanzo a saludar cuando él ya me está interrumpiendo con una tosca pregunta.

—¿A qué hora piensas llegar a casa?

Abro y cierro la boca como un idiota.

—Yo... uh, ¿ahora?

—Te quiero en treinta minutos en casa porque tu madre quiere hablar contigo, Bucky.

Él me corta y yo suelto un gruñido como el hombre de las cavernas que soy. ¿Quién demonios se cree que es para cortarme la llamada? ¡Soy James Buchanan Barnes! ¡El único que puede cortar las llamadas soy yo!

Resoplo y guardo el teléfono de vuelta en mi bolsillo. Zemo me mira expectante, sus cejas alzadas en pregunta de por qué he reaccionado así.

—El viejo quiere que vuelva a casa ahora.

—¿Por?

—Dice que mamá quiere hablar conmigo. No me explico qué puede ser tan importante como para hablarlo en persona.

—Él se ha vuelto insoportable— comenta Ze. Arrugo la nariz y asiento —. ¿Quieres que te lleve a casa?

—Na. Que se vaya a la mierda, ellos pueden esperar.

Zemo sacude la cabeza en negación, pero no insiste más porque sabe que yo no le haré caso. Así que, sólo seguimos recorriendo la ciudad manteniendo una conversación agradable mientras Ze coquetea con las chicas respondiendo afirmativamente cuando ellas le preguntan si es el padre del bebé.

°°°

Muchas medias horas después llego a casa en taxi y me preparo mentalmente para lo que se me aproxima. Papá no volvió a llamarme después de aquella vez, pero que yo no le obedezca lo hace colocarse furioso.

Le pago al chofer y me bajo cargando a mi hijo en brazos que está demasiado hiperactivo. Me acerco a la entrada y abro la puerta con mis llaves, quitándome los zapatos una vez que he ingresado. Me deslizo por el pasillo y ahí con su ceño fruncido y sus brazos cruzados sobre el pecho de forma tensa. Todo en papá grita <¡Peligro!> pero yo opto por no tomarlo en cuenta y seguir con mi camino hasta que, por supuesto, su voz me detiene.

—¿Qué significa estas horas de llegar? — ladra, colocándose de pie —¡Bucky!

Lo miro sobre mi hombro y le digo: —He llegado. ¿No es eso lo que querías?

¿Este bebé es tuyo? | Bucky Barnes Donde viven las historias. Descúbrelo ahora