➶ ໑ 𝐂𝐚𝐩í𝐭𝐮𝐥𝐨 𝟏𝟗 ᘒ ꒦ 🜸

152 29 0
                                    

Jeno tira de mí por el aparcamiento. Es una sensación muy extraña. Estoy corriendo en el mundo humano, a la luz del día, en plena manifestación. Es algo totalmente insólito y prohibido. Cualquiera podría verme. Aunque no me queda otra elección. O permanezco en la furgoneta, como una presa aguardando su ejecución, o me arriesgo en una carrera de quince segundos hasta el refugio que ofrece el cercano bosque. ¿Por qué Karina no lo habrá visto así también?

Jeno y yo desaparecemos en la densa arboleda que bordea el aparcamiento. En un momento, el asfalto agrietado arde bajo mis pies; al siguiente, siento el blando y susurrante suelo forestal y entonces me embarga la desolación, ahogándome. Miro por encima de mi hombro, como si pudiera ver la camioneta a través de la vegetación. He abandonado a Karina. Le he fallado. He fallado a Johnny.

Parpadeo, sintiendo los ojos doloridos, y me digo que se debe a la repentina luz del sol. De ahí deriva el dolor profundo e incomprensible que martillea por todo mi cuerpo, no de la pena arrolladora por la chica que he dejado atrás y por lo que le pueda suceder. El Land Rover de Jeno no está lejos. Él me ayuda a subir, y yo me impulso hasta el asiento del copiloto, teniendo cuidado de inclinarme hacia delante.

Me resulta imposible recostarme con las alas fuertemente atadas. Veo un destello de luz en la mano de Jeno, y reparo en que sujeta una navaja con la que corta las ligaduras de mis muñecas. Yo suspiro, pero el alivio es muy breve, pues queda eclipsado cuando mis manos recuperan la sensibilidad con un atroz torrente de dolor. Suelto un quejido y bajo la cabeza. Jeno me tiende una botella de agua, cuyo contenido bebo ansiosa y ruidosamente, y luego me examina la espalda, tocándome con delicadeza los hombros desnudos. Entre tragos, oigo los bruscos respingos de Jeno mientras corta las cuerdas.

-Estás herido. - Dice, y añade un insulto, rebosante de una furia que nunca había oído en él. Y de algo más. ¿Arrepentimiento? ¿Culpabilidad?

-Me han disparado en el ala. - Afirmo, y las palabras retumban en mi garganta. Al oír ese sonido, recuerdo que él no puede entenderme.

Jeno guarda silencio un instante y luego dice deprisa, como si acabara de recordar el peligro que nos acecha: -No tiene muy mala pinta. - Su voz es ronca y queda, y sé que está mintiendo. La herida tiene mala pinta. Con un último movimiento, Jeno libera mis alas. De nuevo siento un dolor agónico, rojo y ardiente, mientras la sangre vuelve a correr por los maltratados apéndices. Se me nubla la vista, la cabeza me da vueltas y abro la boca en un grito silencioso.

El dolor es mucho peor que la última vez que me dispararon, la primera que me persiguieron los cazadores. Entonces el dolor fue intenso, pero me curé. Mi madre trató la herida... Mi madre. ¿Habrá salido de su dormitorio? ¿Habrá advertido siquiera que me he marchado? Las notas que escribí no estarán esperándola... Jeno me inspecciona nerviosamente, y luego inspecciona los árboles que nos rodean.

-Tenemos que marcharnos... Jaemin, ¿puedes cambiar? - Me está preguntando si puedo desmanifestarme. Yo asiento al instante. El miedo ha desaparecido, así que ya no puede forzarme a mantener mi forma Draki. De momento sólo hay dolor... Y habrá más cuando obligue a mis alas a replegarse en mi interior. Especialmente la que está herida. Pero no hay elección. Jeno no puede salir de aquí conmigo en el asiento del copiloto en plena manifestación.

Trago saliva a duras penas, aferrando el borde del asiento con dedos manchados de sangre, para enterrar mi Draki, recogerlo, ocultarlo. Mis rasgos se relajan y aflojan mientras los huesos se descomprimen. Mis alas se estremecen, tiemblan por el reciente maltrato. Una vuelve a alojarse entre los omóplatos sin problema, pero la otra posee vida propia; palpita, resistiéndose a la desmanifestación... Al dolor.

Por las mejillas me corren lágrimas que forman caminos humeantes. Arqueo el cuello, tratando de sofocar el grito que burbujea ahí. Con mi Draki finalmente enterrado, vuelvo a respirar, aflojo la presión de los dedos y me derrumbo contra el respaldo del asiento. Jeno me echa una manta por encima. Aunque he estado encerrada en una furgoneta caliente y sin ventilación durante horas, me acurruco bajo el áspero tejido, agradecida y reconfortada.

!  ׅ࣪  alma de niebla ׅ ࣪ nomin ✶ drakis [2] ~  ࣪ ׅDonde viven las historias. Descúbrelo ahora