Después de ducharme, me acurruco en la cama y luego libero el pelo que se ha quedado atrapado bajo mi nuca para dejarlo caer sobre mis orejas.
Durante largo rato permanezco inmóvil, en silencio bajo las sábanas, haciendo todo lo posible por actuar como si Jeno no estuviera a mi lado. Aguardo el sueño, el momento en el que mis pensamientos confusos y frenéticos puedan hallar descanso. A pesar de haber dormido mucho ya, sigo cansado. Mi vapuleado cuerpo debería poder caer redondo. Debería.
-¿Cuánto tiempo vas a seguir fingiendo que estás dormido? - Ahí está la razón de que no pueda. Su susurrante voz me acaricia la nuca y se me pone la carne de gallina. Jeno es la razón de que no pueda dormir. He estado haciendo lo que estaba en mi mano para ignorar su presencia, pero es imposible, por supuesto. ¿Cómo se supone que voy a pasar por alto que Jeno está a apenas unos centímetros de distancia? Jeno, al que he anhelado desde el instante en el que me perdonó la vida hace meses, en aquella cueva... Antes siquiera de comprender que lo que sentía era anhelo.
Abro la boca, pero entonces caigo en que hablar sólo confirmaría que estoy despierto, así que cierro los labios con fuerza, porque no puedo hablar. No cuando no puedo decir lo que Jeno quiere oír. Lo que incluso yo querría poder decir. Su mano se cierra sobre mi hombro y se me escapa un suspiro. Vaya manera de fingirme dormido... No ofrezco resistencia cuando él me gira. Los dos nos hundimos en el centro de la cama, prácticamente pecho contra pecho. Sus ojos relucen en la oscuridad. Su mano se mueve, se levanta. Se me corta la respiración cuando Jeno desliza la mano por los mechones mojados de mi cabellera, abrazándome. Nos envuelve el aroma del champú de frambuesa cortesía del motel. Nos miramos fijamente, sin hablar.
Yo saboreo su aliento, sus labios, tan cerca de los míos. Cuando sus ojos descienden hasta mi boca, se me contrae el estómago y me invade un calor familiar. Me muerdo un labio rápidamente para evitar que se me escape ningún sonido. Y luego sólo puedo pensar que se trata de Jeno. Jeno, al que tanto he echado de menos y al que creía que había perdido. Jeno, con el que he soñado. Jeno, que me ha salvado una y otra vez, al que yo mismo salvé de un gran peligro. Jeno, que me ama cuando todas las razones señalan que no debería. Al que yo amo a pesar de todas las razones por las que no debería. Jeno, al que tengo que dejar.
De nuevo. Acerco las manos a su pecho. Pego las palmas a su piel e intento no acariciarlo, intento hallar la fuerza para separarme. Ya será bastante difícil decirle adiós mañana. Pero entonces él me besa, y sé que no puedo separarme. Su mano se desliza desde mi nuca hasta mi cara, y su cálida palma me acaricia la mejilla mientras engulle mi gemido. El beso sigue pareciendo novedoso, como la primera vez. El contacto de su boca provoca oleadas de sensaciones por todos mis nervios.
Yo aferro sus hombros, clavando los dedos en los tersos músculos de su cuerpo. Lo estrecho como si me fuera la vida en ello; me siento arrollado por la simple textura y el sabor de su boca. Me arde el cuerpo, la piel se tensa y se ondula, vencida, lista para desaparecer. Quizá sea por el lugar en el que estamos, por las circunstancias que nos han traído hasta aquí... O por el hecho de que podría no volver a ver a Jeno, pero el caso es que no consigo saciarme de él.
Mi boca se mueve sobre la suya, mordiendo, sorbiendo. Sus manos bajan por mi espalda, atrayéndome más. Yo le rodeo el cuello con los brazos. Enroscando mis dedos en su pelo, lo beso más profundamente, sin importarme siquiera cuando rueda sobre mí, aplastándome y hundiéndome todavía más en el colchón. Mi cuerpo acoge el suyo, recibiéndolo instintivamente. Suelto un gemido ávido, sin pararme a pensar en que podríamos estar yendo demasiado lejos, demasiado deprisa. Sólo siento urgencia. Hambre. Estoy cansado de conformarme.
Jeno sujeta mi cabeza con ambas manos, besándome a conciencia. Sus dedos aprietan mis mejillas, inmovilizándome con fuerza. Gruñendo, yo lucho por mover la cabeza, por saborearlo como él me saborea a mí, pero él me retiene, me atrapa... En una deliciosa tortura que hace que me retuerza debajo de su cuerpo. Y, sin embargo, no es suficiente. Ni se le acerca. El fuego se retuerce en mi interior y yo me esfuerzo en controlarlo, en enfriar mis pulmones.
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! ׅ࣪ alma de niebla ׅ ࣪ nomin ✶ drakis [2] ~ ࣪ ׅ
Fiksi Ilmiah▸ 𖥻 no + min = ♡ ˑ 𖦹 ⊹ ᨘ໑ ¡ para salvar a jeno, jaemin hizo lo impensable: reveló su secreto a los humanos, y por eso él, su hermano y su madre deben volver a la seguridad de la manada. Sin embargo, allí las cosas ya no son lo que eran. Mientras a...