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－Se que estas ahí Jungkook, abre la puerta...
Negó con la cabeza dispuesto a hacer el más mínimo ruido posible.
－Jungkook, la vecina me dijo que hiciste mucho ruido a la tarde, ábreme...
Pinche vieja.
－N-No...
Del otro lado Taehyung se alivio de escuchar ese leve murmullo.
－No contestaste mis mensajes desde las siete de la tarde－ la voz del menor sonaba tan enojada y preocupa que eso solo lo ponía peor －¿qué pasa Jungkook?, abre la puerta y hablemos...
－No lo entenderías...
－Si me lo explicas lo entenderé－ trato de usar la voz más dulce posible, tratando de transmitir tranquilidad aun que sea de esa forma y apoyando su frente en la puerta －¿Jungkook?...
Silencio.
Pero Taehyung no se rendirá tan fácil.
－¿Te enojaste conmigo?, ¿recordaste algo que te enojo?, ¿estuviste llorando?, por favor, dime algo－ suplico.
－No es nada de eso－ negó todo también apoyando su frente, sintiendo como las lagrimas volvían a apoderarse de sus ojos －t-tu... ¿tu enserio me quieres?...
Tenia que preguntarlo, tenia que hacer o si no todo ese dolor lo iba ir comiendo de apoco.
Y solo con aquella pregunta, Taehyung pudo comprender lo que pasaba o al menos lo que creía, y lo que pensaba fue que las inseguridades de Jungkook lo estaban volviendo a atacar.
－¿Qué dices Jungkook?－ apoyo su puño con fuerza en la madera －no solo te quiero, estoy enamorado de ti y créeme cuando lo digo...
Eso sonaba tan bien y no porque el simple hecho de que tuviera su venganza en mente, el en realidad estaba igual de enamorado por Taehyung y justo en ese momento era lo único que necesitaba oír.
Oír a Taehyung, su voz diciendo lo enamorado que estaba y eso lo hacia feliz.
No.
Taehyung lo hacia feliz, aun que le costara admitirlo, era algo que no quiso que pasara, pero paso, se enamoro del hermano de la persona que le rompió el corazón y dolía como mil demonios, esa opresión en el pecho era cada vez peor y solo el con sus inseguridades lo empeoraba.
Porque tenia miedo de perder a Taehyung como perdió a su hermano.
－¡Jungkook!－ el grito del menor lo saco de sus pensamientos y soltó un largo suspiro seguido de sus lagrimas cayendo al suelo －¡abre la puerta, joder!...
Sonaba enojado.
Sin más que hacer, retrocedió para sacar el seguro de la puerta y abrir esta, pero del otro lado fue empujada con fuerza, provocando que al instante sintiera unos brazos envolverlo intensamente.
