Damian I

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Damian 1


Damian Wayne, con 16 años de vida, sin descontar la vez que estuvo muerto, hijo de Talia Al Ghul y Bruce Wayne. Legados malditos por dónde los vieras, pero uno de ellos ayudaba a los más necesitados y otro era solo idealizar una idea de un gremio ligado a los actos más crueles, que saben en qué momento eliminar las vidas aún cuando no sea lo correcto, pero si lo viable para intereses propios, regidos por la cabeza del demonio. Y bien merecido tenía ese nombre.

Su abuelo era alguien al que admiraba a tal grado que ahora odia, sabía que estaba maldito por el, aún pesaba el destino en su cabeza, ser el próximo heredero, pesaba mucho, su madre últimamente lo estaba buscando más, las pruebas que colocaba iban empeorando, lo quería de vuelta, Ra's estaba cada vez más viejo y el pozo de lázaro ya casi no hacía su efecto, suspiró ya sabía que la tierra, bueno en realidad la magia de la misma pedía el equilibrio, las almas no tenían que durar tanto, todo tenia que tener un equilibrio, la magia primitiva cada vez pedía gritos la muerte de Ra's

Matalo

Matalo

Es tu deber... solo así espiaras los pecados de los Al Ghul

Susurraban sin parar la deidad, o la magia misma, no lo sabia, pero cada vez era peor, ahora entendía a su madre cuando lo mató, era para despertar esa magia antigua que no había nacido en el clan por siglos, la maldita de su madre sabía que Bruce encontraría la manera de traerlo. Sabía que por la sangre de su madre y abuela eran brujas de alto calibre, tal vez su abuelo lo desconocía, antes el aquelarre creía en la visión de ese hombre y ahora escuchaba la voz de la abuela que nunca conoció pidiendo la muerte de ese hombre en su cabeza. Pero sabía bien que no solo era el reclamo de la fallecida esposa de la cabeza del demonio, era la de esa deidad que regía la magia en este reino.

Mi niño... tu deber es acabar con ese legado.

Debes terminarlo por el bien del equilibrio.

Por eso se te permitió volver

Ignoro de nuevo esa voz, las casa antiguas eran peor también, tantas voces que con el tiempo aprendió a ignorar, incluso luego veía a su otra difunta abuela paterna, pero eso no lo diría, esa mujer aun preocupada por el niño que dejó, seguía a Bruce, aun que no servía de nada porque ella no podía interactuar con su amado hijo, pero si con el.

-Damian- la mujer rubia lo miraba, era hermosa, él sacudió su cabello y fijó su vista a otro lado- Eres idéntico a tu padre a esa edad.- soltó una risa, sabía que la voluntad también era una magia muy fuerte, por eso esa mujer era un encanto, un encanto muy poderoso, alejaba a todos lo seres malignos de la familia, si no desde hace años Bruce sería controlado por alguno de los que habitaba en esa casa, por eso le gustaban las cosas nuevas, no traen pesar ni voluntades de los vivos que solo dejaron sus extrañas vibras en esos objetos.

-Martha- suspiro, la mujer pasó su fría mano sobre su cabello. Le erizó cada poro de la piel, pues la magia que corría de su alma estaba presente.

-Buenos días querido Nieto- le sonrió.- ¿Qué objeto exorcismos hoy?- Era lunes y como de costumbre ese día no patrullará en las calles, pero si dentro de su casa.

Desde hace 5 años sabia que podía hacer que esas vibras, maldiciones se fueran, pero había algunas que necesitaban más fuerza que otras, los entrenamientos con Raven habían dado frutos, una que otro favor a costa de que solo aceptaba como pago ir a cenar con el brujo Constantine o Zatanna, su nivel actual nunca se compararía con ninguno de ellos. Zatanna cuando revivió solo le dijo que su parte mágica se compararía a la de un bebé pero con el tiempo si él quería podría ser aceptable. Suspiro, en esos 6 años no sentía que hubiera avanzado mucho, pero tampoco era como que él quisiera ser un Brujo en toda la palabra, ellos se enfrentan a cosas muy retorcidas, eso no era algo que él quisiera. Había seguido el camino de su padre, pero cada vez se sentía más incómodo al pensar en ser algo parecido a Bruce.

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