LUPUS IN FABULA

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*Alerta de contenido +21

Hay comportamientos violentos

 tanto dentro como fuera de lo sexual.


AGNES


La noche cae serena y logro divisar la luna llena a través del cristal cerrado de mi ventana. Tomo un largo respiro y me siento a los pies de la cama con un kit de primeros auxilios entre las manos. Me encuentro sin los pantalones del pijama puesto, solo en bragas de algodón licrado rosa y una camiseta de tiras color gris.

Busco la crema para los dolores y la mezclo un poco con otra para moretones. Esparzo cierta cantidad sobre mis muslos con suavidad. Desde la última vez que mi padre me pegó han disminuido los moretones sobre mi pálida piel.

En cambio realizar el mismo proceso con las heridas frescas de mi espalda me resulta bastante desagradable e incómodo de llevar a cabo. Me pongo de pie y camino descalza hacia el espejo de cuerpo entero cargando las cremas conmigo. Alzo la camiseta hasta el borde de mis pechos y me ladeo para ver a través del espejo en donde necesito extender un poco de crema.

La espalda aún luce magullada, rojiza y una que otra herida fresca y en carne viva. Se me ha hecho difícil sanar rápido por lo que los cuerazos se han mezclado con las viejas cicatrices de heridas anteriores.

Vuelvo a dejar la camiseta como estaba, bostezo y me dirijo al baño para lavarme las manos y los dientes.

Esta noche he cenado con Gretel en la cocina. No hubo mucho que decir más que disimular con nimiedades de la vida de ambas —más de la mía que la de ella—, el ambiente pesado que se respira últimamente en esta casa. Al final cada una se marchó en silencio a su respectiva habitación dejando la casa sumida en el mismo decibel de siempre.

Después de mi última follada con Vade me he encontrado de frente en los pasillos del instituto con mi chofer, quien me buscaba desesperado. Supuse en su momento que mi padre le estaba pagando para mucho más que llevarme y traerme sana y salva.

Al salir del baño me sobresalto al encontrarme con la mirada endemoniada de mi padre. No lo escuché entrar, ni siquiera el sonido de su auto al ingresar al garaje.

Yo lo miro con miedo y él me observa con odio y desprecio. Ambos sabemos lo que viene, pero no me lo esperaba.

De repente empiezo a llorar y él ni se ha movido desde que lo vi. El corazón me late deprisa y el sollozo se hace más fuerte cuando por fin camina directo hacia mí quitándose el cinturón a medida que avanza a pasos demasiado lentos. El corazón se ralentiza y luego se activa en un golpeteo letal.

Se toma el tiempo de observarme, nunca rompe el contacto visual alimentándose de mi creciente temor. Irreflexivamente yo retrocedo en mis pasos hasta que mis pies sienten el frío suelo del baño.

Jules no habla, solo actúa.

Empuña su cinturón extrañamente con la mano izquierda y es hasta que siento el impacto de su mano derecha contra mi mejilla cuando me doy cuenta del porqué de esta acción.

Me quejo del dolor en medio del llanto porque no reaccioné a tiempo para cubrirme la cara con las manos que ahora están en el preciso lugar donde con seguridad un rojo vivo se ha encendido mezclándose con el ardor y la dolencia.

Trago en seco con la cara volteada hacia el lado contrario a donde recibí el impacto de su mano, escondiendo mi rostro de él. Sus manos me toman ahora por los hombros dominando mi cuerpo y para cuando quiero gritarle que pare, ya me encuentro de espaldas y sobre mis rodillas en la fría losa del baño.

Vade retro [+21] En EspañolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora