TEMPESTAS MEMORIES

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AGNES


Mi realidad inmediata va de mal en peor. Ando por ahí simplemente existiendo y cumpliendo con mis supuestas responsabilidades como hija y como estudiante de último año de secundaria.

Solo han transcurrido casi cuatro meses desde que nos instalamos en este pueblo de mierda y yo ya me quiero largar. Pero seamos sinceros, no es el pueblo ni su gente, es el infierno de vivir bajo el yugo de Jules Maksimov.

Andar por la casa es horrible. Me tiene vigilada todo el tiempo y aunque Gretel no dice ni una palabra de ello, sé que él la está manipulando para que se mantenga encima de mí, narrándole con detalle lo patética que es mi vida.

Claro, pero así es que le gusta verme.

Muerta en vida.

Está haciendo hasta lo imposible por conseguir a alguien de confianza que me borre los tatuajes con alguna técnica láser o qué se yo. No lo quiero así, con él a mi lado ni siquiera mi cuerpo me pertenece. Encima dispuso de un chofer que se planta a la salida de la escuela mucho antes que el timbre dé el aviso de fin de la jornada.

¡Genial!

Una vida más restringida.

Quiero llorar todo el tiempo que paso en casa y a la vez no, porque me obligo internamente a no doblegarme en su totalidad ante él, no quiero ceder el control total, deseo conservar aunque sea un mínimo poder sobre mí, algo que lo joda tal como él lo hace diariamente conmigo.

Desde aquella vez que Vade había presenciado sus castigos sobre mi, el asunto no había quedado ahí. No. Me azota noche de por medio. Porque sí y porque no. Por cualquier gesto, por cualquier mirada, por cualquier respuesta indebida a sus preguntas. Tengo la espalda al rojo vivo y no creo poder aguantar más.

Muerta en vida.

Supongo que uno siempre espera protección por parte de sus progenitores y con Jules nada es así. Su forma de proteger dista mucho de lo que cualquier hijo desea por parte de sus padres.

¿Qué puedo hacer?

¿Denunciarlo?

No es tan sencillo. No cuando él ha estado acostumbrado toda su vida a ejercer el papel de verdugo. Lo fue con mi madre y lo está siendo conmigo.

Aún recuerdo como si fuese ayer cada uno de sus arrebatos. Uno nunca podía afirmar que no era él mismo cuando perdía los estribos y repartía azotes como trago en fiesta de adolescentes. Pero definitivamente si que parecía alguien fuera de sí, como el Dr. Jekyll transformándose en Mr. Hyde.

Viene a mi mente aquella noche en que dormíamos los tres juntos, él, mi madre y yo. Mi mamá extrañamente tenía el hábito de dormir solamente en bragas. No sé qué horas eran cuando sentí el escándalo inundando la espaciosa habitación y mucho menos sé si hubo algún detonante en específico o si solo lo hizo porque sí.

Lo cierto es que me desperté en medio de gritos, sudor y lágrimas, pero no eran las mías, eran las de mi madre. Lo primero que divisé fue a ella en un rincón de la habitación, prácticamente desnuda, con el cabello alborotado, protegiéndose lo que más podía de su cuerpo al aire utilizando sus manos; Jules estaba delante de ella usando solo el pantalón de su pijama y con el torso descubierto. En sus manos empuñaba lo mismo que usaba contra mí: su cinturón. Apenas lo observé dar el primer azote sobre la piel expuesta de mi madre, me sobresalté aturdida y me planté en medio de ellos.

Vade retro [+21] En EspañolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora