MEMENTO QUI SIS

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*Advertencia de lenguaje soez. 

AGNES

Mi primer día no empieza mal gracias a que no bebí la noche anterior. De los demás no puedo decir lo mismo, ya que he salido de la habitación y todo luce desértico. Supongo que siguen revolcándose en esa mierda llamada resaca.

Abandono el viejo edificio muy temprano. Uno de los hombres de mi padre llegó esta mañana para informarme que él pasaría por mí para llevarme a desayunar afuera.

Sinceramente no sé qué pretende Jules con esto, pero no me termino de tragar su teatro cuando yo también tengo uno de los roles principales en el.

El auto de mi padre se encuentra efectivamente parqueado cerca del edificio. Apenas me acerco unos pasos, él abre el asiento del copiloto para mí.

—Buenos días, hija.

Ese «hija» me produce escalofríos tremendos. Lo detesto tanto como recordar que sigue siendo mi padre, haga lo que haga.

Respondo su saludo y me acomodo en el asiento, dejando mi bolso en la parte de atrás. Hace un par de preguntas de rutina y miento en todas las respuestas. No tardamos en llegar a una cafetería que luce sencilla en su exterior. La mayoría pide cafés para llevar sin nada más; entre tanto, Jules y yo tomamos asiento en la esquina más alejada y solitaria del lugar.

Él ordena desayuno completo para ambos y me limito a comer sin ganas ni gracia. Las conversaciones son escasas, casi nulas. Ninguno de los dos termina su platillo. Me acabo el café, él mira la hora y paga lo consumido.

—¿Papá? —me aventuro llamando su atención.

—¿Sí?

—¿No crees que sería mejor que dispusiera de un celular? Sería un medio idóneo para comunicarnos directamente, en vez de mandar a que uno de tus hombres irrumpa en el departamento tan temprano.

Vuelve su mirada a dar un repaso al lugar, quizás sopesando su respuesta.

—Ya hablaremos de eso después, no quiero que llegues tarde en tu primer día.

Se sale con la suya y me guía hacia la salida. No vuelvo a tocar el tema mientras conduce de vuelta a los alrededores del campus. En esta ocasión se pasa de largo el edificio y me deja justo en la entrada de la universidad.

Me resulta un tanto molesto, pero me trago el disgusto. Tomo mi bolso y me despido con todo el respeto que él siempre exige. Lo observo de reojo mientras arranca el auto y se marcha.

Una vez me encuentro caminando entre las zonas verdes, me replanteo aquello de que mi primer día empieza bien, porque escucho rumores a mi paso y me pregunto de inmediato si es la ropa que traigo puesta o es algo más relacionado con la noche de ayer.

—¡Agnes! —Alguien grita a mis espaldas justo antes de que traspase las puertas del lugar. Me giro para observar a una agitada y algo demacrada Cecil corriendo en mi dirección. Lleva algo de maquillaje, pero aquello no disimula sus ojos hundidos.

—¿Qué sucede?

—¿Tienes un minuto? Me gustaría hablarte de algo —dice entre jadeos por la carrera que se ha pegado. Asiento en respuesta y me toma del brazo para alejarnos unos pasos de vuelta a la zona verde.

—¿Pasa algo malo? —inquiero en cuanto nos detenemos contra un árbol.

Muchos estudiantes me siguen mirando con caras que transitan de la gracia a lo pervertido y de la rareza al reproche.

Vade retro [+21] En EspañolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora