AGNUS

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*Advertencia de lenguaje soez.


AGNES


El chico con el que he chocado es alto, demasiado alto. Alzo mi mentón preparándome para pedir disculpas y unos enormes y hermosos ojos grises escondidos tras unos lentes de montura oscura, me observan sin parpadear.

—Lo siento —decimos al mismo tiempo.

El líquido no me ha salpicado ni un poco, pero ha dañado el atuendo del chico. No solo su camiseta está estropeada, sino que sus jeans apretados también recibieron un poco de ese baño.

Él frunce los labios y yo suelto un suspiro rodando los ojos.

Sigo apestando, maldita sea.

Nos observamos a los ojos por unos escasos segundos.

—De verdad lo siento.

—Está bien, creo que ha sido mi culpa.

—No, en serio, déjame ayudarte con eso.

—No pasa nada.

—No es cierto, mírate, te he arruinado la noche con esa mancha.

—No es tan grave. No te preocupes. —Un silencio incómodo nos envuelve hasta que él decide hablar nuevamente—: Soy Paul.

—Agnes. —Me sonríe ligeramente y me sorprendo pensando que tiene una sonrisa muy tierna—. Entonces, ¿Vives aquí?

—No, ojalá fuera así, no tendría que pasar el resto de la fiesta con una mancha en mi camiseta.

—Lo siento, en serio.

—Disculpa, no lo tomes a mal. Es que no vivo cerca, aún estoy buscando una habitación que pueda pagar y que no esté lejos del campus, por lo que cambiarme de camiseta no es una posibilidad. Ni siquiera sé porque he venido, la verdad. Apenas y conozco al dueño del departamento porque pasé por aquí buscando una habitación disponible y aunque no había, terminó por invitarme a la fiesta. Es mi primer año y creí que me vendría bien conocer a más personas, ya sabes.

Viéndolo bien no parece de primer año, seguro es mayor que yo y además su acento es extraño.

—Creo que te estoy aburriendo, Agnes.

—No, no, para nada. Es que... aún me siento culpable por arruinarte la noche, además todos me miran raro porque parezco la hija perdida de barbie y no en el buen sentido.

—A mí me pareces adorable.

—¿Adorable? No lo creo. Me siento de todo menos adorable. Yo diría estúpida. Realmente odio vestir así, solo que... olvídalo, larga historia.

El chico me ofrece una sonrisa amplia y de inmediato me quedo embobada con el par de hoyuelos que se le marcan en sus mejillas. Eso sí que merece ser llamado adorable.

—No me pareces estúpida, si te sirve de algo.

—Gracias, supongo; pero no mejora ni borra la mancha que he provocado.

—Olvidemos eso ¿Sí? ¿Que tal si damos una vuelta por ahí y nos sentimos estúpidos juntos? —Ambos reímos y nuevamente me pierdo en la ternura que me producen sus adorables hoyuelos.

—Me parece justo, Paul.

Avanzamos esquivando gente y ahora ambos somos el objeto de miradas burlonas. No es que Paul vista mal, ni desentone con el lugar, pero es inevitable detenerse a mirar la mancha sobre su camiseta. Si me pongo a observarlo bien, es bastante atractivo. Los pantalones se le ajustan en las partes adecuadas, evidenciando unas piernas que quizás muero por ver. Tiene el cabello castaño oscuro, unos cuantos mechones le caen desordenados sobre la frente y es de piel bastante clara. En sus brazos se nota que se ejercita y me descubro mirándolo de más.

Vade retro [+21] En EspañolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora