-Amigos -dijo él -no la asusten
Todos le hicieron caso y se alejaron de mí, no confiaba del todo así que me escondí detrás de él aferrándome de su brazo.
-Jimin
Un hombre algo grande apareció de detrás de todas las personas, abriéndose paso entre ellas para darle un saludo en un abrazo.
-Hola, Arthur
-¿Dónde estuviste? -lo sostuvo de los brazos -pensamos que habías muerto
-Lamento haber tardado tanto, pero... me tomó más tiempo de lo que pensé
-¿Tiempo? Pero... -en cuanto el hombre vio los ojos de Jimin y después me miró a mí, se quedó callado -...entiendo, vayamos con la Jefa Luna
-Bien
Me miró con una sonrisa amable y me tomó de la mano para comenzar a caminar.
Mis ojos no podían dejar de ver todo el lugar, en serio era como si hubiera caído en una aldea de la edad media, con casas de madera, con mujeres y hombres vestidos como en esa época, no apestaba como yo pensé que lo haría ni tampoco las personas de aquí parecían estar sucias como yo pensé que lo estaban en ese tiempo, era como la espada en la piedra, pero con higiene.
Después de caminar un momento llegamos hasta una casa como todas las demás donde Arthur abrió la puerta dándonos el paso a nosotros. Era pequeña, apenas solo dos habitaciones. En la principal, un sofá o algo parecido a eso hecho con piel de baca, una mesa de comedor de madera con dos sillas y en la otra habitación, una cama de madera y algunas cosas que completaban una habitación, la verdad, desde mi posición no podía ver por completo esa habitación.
-Jefa Luna -la llamó el hombre y de inmediato una mujer asomó la cabeza desde esa habitación
Al ver a Jimin su expresión cambió a una de impresión saliendo por completo.
-¿Jimin?
-El mismo -sonrió
Se acercó a él con una sonrisa y lo miró de arriba abajo, sin tocarlo, ella dejó sus manos juntas delante de ella, en una postura elegante. Era una mujer alta, de cabello oscuro que llevaba recogido en su nuca, labios delgados, ojos grandes, piel clara y llevaba un vestido café oscuro de mangas largas y cuello de tortuga.
-Me alegra mucho que estés de vuelta, pensamos que te había pasado lo peor, te fuiste por mucho tiempo
-Lo lamento, las cosas se me complicaron un poco, pero al final, estoy de vuelta y es lo que importa
-Claro que sí -sonrió y me miró -¿Quién es tu invitada?
-Claro, ella es Ivy, la hija número 1
¿Hija número 1?
No sabía a quién mirar para que me explicaran todo esto.
-Bienvenida, Ivy, soy la jefa Luna
-Un... placer -sonreí
-Gracias por aceptar ayudarnos
-No hay problema, creo
La mujer me miró confundida.
-¿No se lo has explicado? -miró a Jimin
-Am... no... no tuve tiempo
-No importa -sonrió de nuevo -no te preocupes, te explicaremos la situación y si después de eso quieres marcharte, Jimin te llevará de regreso a casa
-Eso suena a que me metí en algo peligroso
No dijo nada, solo sonrió.
-Vayan a descansar un poco, hasta que sea momento de cenar
-Claro -dijo Jimin
Los dos nos despedimos de Arthur y la jefa para salir de esa casa, quería entender en lo que me había metido, pero no me tomó ni tiempo de pensar en eso ya que las personas ya nos esperaban afuera.
Mujeres y hombres le preguntaban muchas cosas a Jimin, sobre todo una que me llamó la atención.
¿Cómo es la dimensión Zitatu 26?
Jimin solo sonreía y decía que era magnifica que había maquinas con ruedas que se movían a gran velocidad y que encerraban a los músicos en pequeños lugares para que tocaran cuando tu quisieras. Que había casas tan altas que casi llegaban al cielo, más altos que los que había en Kudziimira y cosas que vuelan en el cielo como los globos de la ciudad, pero no eran redondos, sino horizontales, con alas a los costados.
Todos parecían muy impresionados por lo que él decía, pero a mí solo me confundían más.
Lo único bueno, es que varias mujeres se acercaron a nosotros para darnos comidas que habían preparado, pensé que yo no les caería bien por ser una forastera, pero al ver cómo me sonreían y me llenaban las manos con platos llenos de comida, creo que no era tan mal recibida como yo pensaba.
Al final, después de que él les dijera varias veces que necesitábamos descansar, nos dejaron pasar. Yo solo mantenía mi boca cerrada, solo sonriendo amablemente a esas mujeres que me daban la comida y siguiendo en silencio a Jimin hasta que llegamos a una casa de madera.
Dejó todas las cosas en la mesa de madera que había aquí y yo hice lo mismo.
-Bienvenida a casa
-¿Casa?
-Sí -sonrió -es mi casa
No era muy diferente a la de la Jefa Luna, era exactamente igual.
-¿Dónde es aquí exactamente?
La sonrisa de sus labios desapareció un poco y bajó la mirada al piso.
-Sería mejor que esperaras a que la jefa te lo explicara
-¿Por qué tu no puedes hacerlo?
-No soy bueno contando historias, ella es mejor y lo entenderás bien
-Me asustas
-Lo lamento, pero... por lo menos confía en mi
-Es lo que intento, pero siempre que abren la boca, dicen cosas raras que no entiendo
-Lo lamento, pero lo entenderás, ahora -se acercó a una de las sillas para hacerla hacia atrás -¿Quieres comer?
Quería que me dijeran, pero poniendo mis ojos en los platillos que había sobre la mesa y el hecho de que se veían deliciosos, me dije a mi misma que si por la noche necesitara escapar, no lo podría hacer con la panza vacía.
-Bien -me senté en la silla y él en la otra frente a mi
Lo raro de esta casa es que solo había una cama, como si nada más viviera una persona.
-¿Vives solo? -pregunté
-Sí
-¿Y tus... padres?
-Ellos... murieron -sonrió un poco -hace 7 años
-Lo... lamento
-Está bien, la jefa Luna y Arthur me han cuidado desde entonces
-Que lindo de su parte, cuidarte de un buen modo
-Se los agradezco profundamente, siempre les estaré en deuda por eso
-La jefa Luna, parece ser una persona muy dulce, y se nota que te tiene aprecio
-Gracias
-No me des las gracias a mí, dáselos a ella
-Claro que sí -sonrió -lo hago todo el tiempo
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Los hijos de la línea 26 (ParkJimin)
Teen FictionUna noche oscura, una luna llena, una carretera solitaria y famosa por las apariciones que suelen suceder, tan extraños como un muchacho sentado en medio de la carretera, sobre un banco de madera mientras disfruta de un tazón de sopa. ¿Te detendría...