No vuelvo a prestar mi libro y menos cuando el examen es en unos días. Tener que viajar hasta la granja de Emma el fin de semana y después aceptar la amable invitación de su madre para quedarme a comer. Una mala idea, más, porque ahora tengo que regresar por la noche, conducir por la carretera de noche.
La luna ahora mismo era grande, brillante y muy redonda. Alumbraba gran parte de mi camino y las luces de mi auto también funcionaban como ayuda.
La carretera estaba sola, claro ¿Quién otro estúpido manejaría a estas horas y por esta carretera? Mas, cuando un lugar como este tiene la brillante fama entre los granjeros de ser una carretera donde ocurren cosas raras, creo que son historias relacionadas con brujas, duendes, hadas y todas esas cosas. De niña me hubiera fascinado andar por esta carretera a la expectativa de encontrarme con alguno de esos seres (menos con una bruja) pero ahora no, creo que con el pasar de los años uno deja de creer en esas tonterías y se enfoca en la realidad, en ser una persona exitosa y realista, o por lo menos yo sí.
Carretera sola y los árboles rodeándome a mis costados, desde hace unos minutos, la luz de la luna había bajado por la cantidad de árboles que había aquí, pero aún era de ayuda alumbrando un poco mi camino.
Vamos, sigue conduciendo.
Aún estaba muy lejos de llegar a la ciudad y el hecho de sentirme observada por alguien cada vez se hacia más fuerte.
No pienses en eso, son solo paranoias tuyas, tu imaginación te esta jugando una mala pasada.
Me concentré por completo en mi camino, puse algo de música para que me ayudara en no pensar en que alguien me vigilaba y creo que eso me ayudo demasiado, porque me relaje un poco, pero, quince minutos después todo el estrés y la tención regresó cuando en medio de la carretera se ilumino una silueta al momento de alumbrarla con las luces de mi auto.
¿Qué mierda es eso?
Aceleré envuelta en pánico y pasé por su lado, aunque admito que bajé un poco la velocidad cuando lo hice, para poder mirar qué era.
Un chico de cabello oscuro, que estaba sentado en un banco de madera, comiendo algo en un plato y con la cabeza agachada.
¿Qué le sucede?
En cuanto pasé a un lado de él, extendió la mano de golpe haciéndome dar un brinquito por la sorpresa que eso me causo, era como si me estuviera pidiendo que le diera dinero o algo. Lo ignoré y pasé por su lado acelerando, pero más adelante mi pie, solo, sin que mi cerebro lo pensara bien, pisó el freno. Miré por el espejo retrovisor para ver al chico, pero él seguía sentado en su banco, ya no con la mano estirada, pero seguía comiendo, al parecer.
-¿Qué demonios hago ahora? -me susurré a mí misma mientras miraba si por casualidad pasa otro auto, pero no
Miré al chico unos segundos más, pero él parecía no preocuparse de nada a su alrededor, de que fuera de noche, de que esta carretera tuviera la fama de ser rara y mucho menos de mi presencia, él seguía completamente quieto en su lugar.
En mi cabeza rondaba la idea de que debía bajar para ver que estuviera bien. No debía creerme del todo los rumores, al final, eso son, rumores. Esa parte amable e idiota de mi me decía que bajara, pero la parte cruel e inteligente me hacía pensar en el comienzo de todas esas películas de terror que me han dado la enseñanza de que, si encuentra a un tipo en medio de la carretera, no bajas del auto, sigues derecho y te detienes hasta que llegas a tu casa. Pero, como siempre, la parte idiota ganó.
Abrí mi guantera para buscar algo con que pudiera defenderme, pero solo traía una nudillera, la tomé y me la puse, respiré profundo y bajé de mi auto dándome valor.
Caminé cuidadosamente a él con demasiado cuidado y atenta a cualquier movimiento que hiciera, hasta que me quedé delante de él. No levantó la mirada y seguía concentrado en comer lo que parecía ser sopa de algo en un plato y con una cuchara, ambos de madera. Levantó la mano de golpe haciéndome dar un salto hacia atrás por el susto.
-¿Podrías darme unas cuantas monedas? Por favor
Su voz era de un chico joven y su cuerpo también.
Busqué en mis bolsillos unas monedas y se las di con mi mano temblorosa. En cuanto el metal frio tocó su palma, la cerró y se la llevó a la bolsa del pantalón. Llevaba puesto un pantalón de mezclilla, descalzo, con una camisa blanca de botones con el cuello abierto no por completo, pero podía ver que debajo de ella llevaba una camisa blanca, estaba un poco fajado, pero aun así conservaba su aspecto desaliñado.
Dejó el plato en el suelo mientras se levantaba aun sin mirarme.
-Gracias -dijo
Preparé mi puño dentro de la bolsa de mi chaqueta, donde llevaba la nudillera, lista para darle un golpe y noquearlo por completo.
-¿E-Estas bien? -pregunté
Levantó la cabeza y me miró con una sonrisa.
-Muy bien, gracias por las monedas
Eso me asustó aún más de lo que ya estaba. Se agachó al suelo para tomar el plato y de él la cuchara de madera.
-Tómala -me la entregó haciéndome mirarla con curiosidad y a él con confusión, pero de todos modos la tomé, haciendo que el chico sonriera aún más
-¿Puedo ayudarte? -guardé la cuchara en la bolsa trasera de mi pantalón
El chico ignoró mi pregunta, mirando a los alrededores con una sonrisa de satisfacción, como si hubiera logrado hacer un buen trabajo.
-¿Puedo ayuda...? -no me dejó terminar, me cubrió la boca con su mano
-¿Crees en las hadas y todas esas cosas? -quitó su mano de mi boca
Mi pecho subía y bajaba del susto que me había dado y lo miraba con una cara de no poder creer lo que me estaba preguntando.
-¿D-Disculpa?
-¿Que si crees en las hadas? Ya sabes... las pequeñas mujercitas bellas con alas de colores y vestidos hermosos
-am... yo... supongo que ¿Sí?
-Genial -sonrió
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Los hijos de la línea 26 (ParkJimin)
Teen FictionUna noche oscura, una luna llena, una carretera solitaria y famosa por las apariciones que suelen suceder, tan extraños como un muchacho sentado en medio de la carretera, sobre un banco de madera mientras disfruta de un tazón de sopa. ¿Te detendría...