Hicimos lo que él dijo, primero yo, después Arthur, luego Jimin y al final Lucius, además de eso, dejé mi mochila, no creo que sea necesario cargarla, además, si llegara a caer, esa cosa solo me hará más pesada y más difícil el que me puedan subir.
No iría de pie, así que me coloque de rodillas y lo que usaría como peso sería mi mano haciendo que los demás copiaran mi movimiento. Es más fácil echarme para atrás de este modo sin arruinar nada, que de pie y pisar una de las trampas.
-Aquí vamos
Con mi mano, presione el primer cuadro de piso, el cual era firme y me dio seguridad de colocarme encima de él y tantear el siguiente.
Íbamos lento, pero ninguno me presionaba para ir más rápido, además, lo más raro de todo es que había estado siguiendo un camino recto, aunque tanteaba los cuadrados de mi derecha, frente e izquierda y ninguno estaba mal, habíamos seguido derecho.
-Es... extraño -dije al final
-¿Qué cosa? -preguntó Arthur
-Normalmente las trampas las ponen al azar, para tomar a los invasores por sorpresa
-¿Y?
-Vamos recto... esto no debería ser así
-¿Qué podría estar mal?
-No lo sé
Aun así, seguí moviéndome con cuidado hasta que llegamos gusto al espacio más iluminado debido al espacio abierto en el techo por donde entraba la luna.
¿Por qué esto? ¿Por qué poner luz en un lugar como este?
No hay personas que vivan aquí como para necesitar la luz y normalmente no hacen esto en las construcciones que hay en mi dimensión. Este traga luz, es más que un simple adorno.
Justo frente a mi, estaba la luz y no pude evitar acercar mi mano y ver como mi piel se iluminaba con la luz de la luna. No sentí nada raro y después de mirar a mi alrededor, tampoco había pasado nada.
Tal vez sí es un simple adorno al final.
Tanteé el cuadrado delante de mí, pero detuve mi mano cuando escucha como si arrastraran piedras.
-¿Qué fue eso? -preguntó Lucius
No hubo tiempo de responder su pregunta. Para cuando nos dimos cuenta, estatuas nos estaban rodeando.
Todos nos levantamos del suelo y nos juntamos, más por el echo de que las estatuas nos habían rodeado que por quererlo.
Eran 5, de unos 3 metros, eran estatuas de ángeles, con sus alas enormes a sus espaldas, con túnicas en forma de vestidos que al parecer se ajustaban con broches redondos en sus hombros y con una corona de laureles en la cabeza, cabello peinado en suaves ondulaciones que caían por sus hombros y en la mano derecha de todas ellas, había unas largas trompetas.
Eran hermosas y hubieran seguido siendo hermosas si no hubieran bajado la mirada hasta donde estábamos nosotros y una de ellas nos hubiera intentado golpear con esa trompeta.
-¡¿Qué es eso?! -gritó Lucius después de que todos saltamos fuera del círculo para evitar el golpe y caímos al suelo
-¡¿Crees que lo sabemos?! -cuestionó Jimin
Todos nos levantamos y nos reunimos para intentar correr a la siguiente habitación, pero, además de lejos, las estatuas se movían rápido y al final nos impidieron el paso al ponerse frente a nosotros dos de ellas e intentar golpearnos de nuevo con la trompeta.
Jimin me tiró del brazo para alejarme del golpe. Arthur sacó su espada y se enfrentó a una de ellas. Primero rompió su trompeta, después su brazo, al parecer su espada era suficientemente fuerte como para romper la piedra gris de la que estaban echas. Al final, el último golpe y después de esquivar algunos golpes torpes que dio con su otra mano, rompió su pierna y la hizo caer de lado hasta el suelo donde terminó por romperse por el golpe.
-¡Todos! ¡Cúbranse!
Arthur era el único que tenía con qué defenderse, nosotros solo le estorbábamos estando cerca. Al final Jimin nos tomó de la mano a Lucius y a mi para llevarnos detrás de una de esas columnas mientras veíamos como Arthur peleaba, esquivaba y daba golpes con la espada.
-Tenemos que ayudarlo -dije
-¿Con qué? No tenemos nada -dijo Lucius
Cuando Arthur sacó la espada, había roto la cuerda, yo estaba libre y él también, pero Lucius y Jimin seguían atados.
-La cuerda -dije
-¿Qué con ella? -preguntó Jimin
-Debemos ponerla en el piso y derribarlo
-¿Crees que podremos derribarla?
-Por lo menos debemos intentarlo
-...Bien
Jimin y Lucius se la quitaron de la cintura y se colocaron cada uno detrás de una de las columnas para no verse mientras que yo tomé una piedra y miré a la estatua que estuviera más lejos. Entre más velocidad tome, menos posibilidad de frenar tendrá y caerá en la trampa fácilmente.
-Lindo ángel -arrojé la piedra al más lejos, claro que tuve que acercarme para poderle dar ya que, si hubiera sido desde lejos, no hubiera llegado, mi puntería es un asco, un ebrio atinaría mejor que yo, pero... le di al final
La estatua se giró y miró hacia abajo, hacia mí y comenzó a avanzar, yo me di la vuelta y corrí con todas mis fuerzas hasta la trampa, estando cerca, salte la cuerda y me quité del camino, lo ultimo que vi y escucha fue a la estatua tropezar con la cuerda y caer hacia el frente rompiéndose en mil pedazos.
-¡Sí! -gritó Lucius emocionado
-Pero ya no podemos volver a usar el plan -dije
La estatua había roto la cuerda, si desde un principio era pequeña, ahora se había reducido más.
-No importa, por lo menos ahora son solo tres -dijo Jimin
-Dos -dijo Lucius al ver como Arthur derrumbaba a otra de ellas
-¡Vayan a la siguiente habitación! -nos gritó desde lejos
-¡¿Qué hay de ti?! -preguntó Jimin
-¡Me encargare de ellos dos! ¡Vayan!
-¡Bien!
Los tres corrimos lejos de ellos, ciertamente me preocupaba dejarlo solo, pero ahora mismo no se me ocurría otra manera de ayudarlo, lo mejor era arreglar esto y ver si con eso ellas se detenían y nos dejaban en paz.
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Los hijos de la línea 26 (ParkJimin)
Teen FictionUna noche oscura, una luna llena, una carretera solitaria y famosa por las apariciones que suelen suceder, tan extraños como un muchacho sentado en medio de la carretera, sobre un banco de madera mientras disfruta de un tazón de sopa. ¿Te detendría...