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Era un pasillo pequeño, el piso era de piedra, las paredes eran de piedra oscura y por encima de nosotros, a unos tres metros había más piedra que hacia como techo. Todo parecía estar bien y no había señales de que pudiera haber un derrumbe.

-Sí, esa es la característica de nuestra dimensión

-Entonces... mi dimensión es la más aburrida –susurré

-No lo es –sonrió –hay muchas cosas interesantes

-Supongo que no las veo de ese modo por el hecho de que nací con ellas –lo miré con una sonrisa –como el hecho de que tú le llames ave horizontal de metal y yo lo llamé avión

-Avión –susurró -¿Cómo esta echo un avión?

-No lo sé, alas, motores, ventanas, llantas, realmente no le estas preguntando a la persona correcta sobre cómo está hecho un avión –sonreí

-¿Puedo preguntar algo más?

-Sí

-¿Por qué susurras?

-¿Ah?

-Estas susurrando –señaló mi boca con la cabeza

-Porque no quiero que las vibraciones de mi voz ocasionen un derrumbe

-¿Las vibraciones?

-Sí, la voz crea movimientos que pueden ser lo suficientemente fuertes como para mover una pequeña piedra de aquí que pueda ser la causante de un derrumbe

No dijo nada, solo sonrió.

-¿De qué te ríes?

-Le temes a la baja posibilidad de un derrumbe en este lugar, a la oscuridad aun estando acompañada ¿Pero no le temes a detenerte en medio de una carretera desolada, en la noche, sola, solo para acercarte a una extraña persona que está sentada comiendo sopa?

-Bueno... -no sabía qué responder, era un buen argumento –cállate, gracias a eso estoy aquí ayudándote ¿No es eso lo que querías?

-Sí –se burló de mi

No era aburrido caminar aquí dentro, al principio tenía miedo, pero escuchando las plásticas de Jimin sobre su infancia en Pithra y él escuchándome a mi tratando de explicarle las cosas que vio cuando viajó a mi mundo y contándole de otras cosas que no vio, dejé de pensar en un posible derrumbe, dejé de aferrarme a su brazo y ahora usaba mis manos para enfatizar mis palabras ante la mirada curiosa y divertida de él, por un momento nos sentamos en el suelo y él dejó la bola de fuego encapsulado que había llevado todo este tiempo en la mano a un lado para poder comer, sin detenernos de hablar, y así las 5 horas que duró nuestro camino.

Cuando comenzamos a ver la luz de la salida, tuve que cubrir los ojos de Jimin con mi mano y los míos con mi otra mano mientras seguíamos caminado.

-¿Por qué haces eso?

-¿No sabes que los cambios de luz repentinos pueden causar daños en los ojos? cubro tus ojos para que cuando los abras, no sea tan fuerte la adaptación de ellos a la luz del día

-Sabes muchas pequeñas cosas como estas

-La vida lo enseña, las personas con las que convives quieras o no, te dejan pequeñas enseñanzas, buenas o malas. Mi maestra de matemáticas nos enseñó esto...

Por fin sentí el cambio en el suelo y los rayos de luz sobre mi cara y cuerpo, además de que la oscuridad dejó de serlo para darle un poco de brillo a través de mi mano.

Quité la mano de sus ojos y de los míos también siendo no muy difícil adaptarnos a la nueva luz.

-Funciona –dijo

-Claro que funciona, cuando mi maestra nos hacía ver presentaciones del tema con la luz apagada, antes de encender la luz nos decía que cerráramos los ojos

Jimin se me quedó viendo con una sonrisa

-¿Qué? 

-Sigue enseñándome cosas así

-Claro que sí

Aun después de cruzar la montaña tuvimos que caminar un poco, pero las cosas eran diferentes aquí porque comenzaban a verse a lo lejos altos edificios y cosas volando a los alrededores, además del ruido de una ciudad y de... maquinas.

Conforme avanzábamos, el ruido de maquinas y personas se hacia más fuerte, además de que me era más fácil enfocar los edificios.

-Jimin ¿Cómo dices que se llama este lugar?

-Es la ciudad de Nunfis

Era algo inquietante el echo de que estos edificios se me hicieran conocidos, pero no recordaba de dónde.

Por fin al estar en la ciudad, o bueno, a las afueras, detrás de un muro demasiado alto que al parecer era parte de la propiedad de una casa. Era curioso ver que la casa, lo poco que podía ver era estilo victoriano.

-Hasta aquí puedo llegar yo -dijo Jimin

-Bien -suspiré mirando la casa -solo tengo que entrar y regresar ¿No?

-Sí

-¿A qué hora?

-Encuentra un buen lugar y espera a que se haga de noche, haz algo parecido a lo que yo hice

-Bien

-Toma

De la mochila sacó una capa de color negra que se ataba en el cuello y tenía un gorro.

-Ayudara al plan

-Gracias

Me la puse, pero sin el gorro.

-Además, lleva esto -me entregó la cuchara de madera

-¿Para qué?

-Si llegas a perderte, puedo encontrarte con ella

-¿Funciona como GPS aquí? 

-No sé que es... GP...S

-No importa 

La tomé y la guardé en mi bota, en la otra donde no tenía el celular.

-Debes tener cuidado, no aceptes nada de nadie y si un oficial se te acerca, no demuestres miedo o les podría parecer sospechoso, podrían llevarte a la estación de policías e interrogarte, no tienes papeles así que sería difícil sacarte de ese lugar

-Entiendo

-Yo... -parecía más nervioso que yo -no voy a moverme de aquí hasta que regreses ¿De acuerdo?

-Tranquilo -sonreí -puedo con esto, déjamelo todo a mi

-Bien

Me despedí de él y tuve que caminar por mi cuenta unos cuantos minutos hasta la entrada de la ciudad. En el alto muro de concreto que dividía la ciudad del bosque había una enorme entrada en forma de arco encaramada con metal y con el nombre de la ciudad en ese metal.

Las personas entraban y salían, parecían comerciantes por las carretas que llevaban, los policías en la entrada iban vestidos algo parecido a mi ropa, estilo victoriano con algo más, además de que salían y entraban autos demasiado extraños.

No podía ver la ciudad del todo porque a pesar de haber un enorme arco de entrada, estaba cerrado con una puerta de madera y solo había un pequeño espacio abajo para que las personas y los autos pudieran pasar y como eran demasiadas no podía ver bien.





Los hijos de la línea 26 (ParkJimin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora