Perfect disaster

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Día 11: Defectos

Volkov siempre recordaría el día en el que se conocieron. Se había olvidado de un libro en su casillero por lo que tuvo la necesidad de volver a por él, pero lo que no esperaba era que un apurado chico se chocara con él. Más adelante descubriría que fue porque; primero, al intentar posponer la alarma la apagó, y cuando se despertó ya muy tarde al ponerse el uniforme lo hizo al revés. De no ser por su madre hubiera ido de esa manera a la institución. Le dió gracia ver como se disculpaba, totalmente apenado por un simple accidente que no había pasado a mayores. Le tranquilizó, dijo que todo estaba bien, que no se preocupara y que siguiera con su camino tranquilamente. Recuerda que se equivocó en una palabra, aún no estaba completamente acostumbrado al inglés y solía pronunciar algunas erróneamente, aún mantiene eso en su memoria porque al despedirse aquel moreno le dijo "Adiós chico preocupa". En ese momento su rostro se tiñó completamente de rojo por la vergüenza.

Luego de aquella vez no paró de encontrarlo, siempre en alguna situación peculiar. Tal como yendo a pedir una silla a su salón porque la había roto al balancearse en esta. Cuando estaban jugando volleyball en educación física y le llegó un pelotazo de ese chico directo en la cara. O como cuando ambos fueron a dirección, él por haber olvidado mostrarle un permiso a su madre para poder ir una excursión y Horacio porque la hoja de ese mismo permiso la confundió con una en la que estaba la lista del supermercado. Eran los únicos de toda la generación que no habían podido asistir al paseo, estando ambos en un silencio sepulcral sentados en un sofá; esperando a que sus compañeros volvieran, y eso sería dentro de unas cuatro horas.

— ¿Cuál es tu nombre? Yo soy Horacio — el moreno fue el primero en hablar. La verdad quería conocerlo, y estaría mintiendo si dijera que no lo encontraba atractivo, joder que sí lo era. Y si últimamente no dejaba de encontrarselo debe ser por algo del destino. Eso pensaba.

— Volkov, Viktor Volkov. — Fue en ese momento en el que el ruso se dió cuenta de su heterocromía, era algo bastante singular y raro de encontrar, pero consideraba que le daba un aire especial al chico.

— Pues un placer Viktor, los momentos en los que nos hemos visto no han sido los mejores pero son únicos. Dicen que las primeras instancias podrían indicar cómo será su relación ¿Tú qué crees? — Intentaba iniciar alguna conversación, no pensaba quedarse ahí por mil horas en un silencio incómodo.

— Pues…¿Que lo nuestro será desastroso pero único? — No tenía ni puta idea de lo que estaba diciendo pero las alegres vibras del moreno le dejaban literalmente soltar lo primero que pensaba.

— Exacto, lo nuestro será desastrosamente único Viktor, aka chico preocupa y desostroso. — Nuevamente su rostro se sonrojó al enterarse de su error, pero al ver la suave sonrisa del contrario supo que no se lo decía para molestar. Él era diferente, y le daba curiosidad saber más de él.

Luego de aquella instancia siguieron encontrándose, algunas veces planeado y otras no. Casi siempre por culpa de la torpeza del menor o la mala memoria del ruso. Pero como fuera que se encontrasen siempre acababan charlando amenamente y con Horacio soltando una que otra burla amistosa sobre la situación. Otro momento importante para su relación también fue por culpa de uno de sus defectos, había olvidado traer las llaves de casa y ahora no iba a poder ingresar hasta que sus padres llegaran. Horacio al enterarse de esto lo invitó a su hogar hasta que fuera necesario, aceptando la oferta. Ese día fue uno en los que más se rio en su vida. Se habían dedicado a jugar videojuegos e intentaron cocinar pelmeni, plato por el cual estuvieron peleando todo el día por la definición de su apariencia. Ninguno dió su brazo a torcer y la pelea acabó en la nada. Tampoco crean que la receta salió a la perfección, para nada, fue un completo desastre. Horacio se cortó cuando picaba la cebolla, las bolitas quedaron totalmente deformes y por haber tirado aceite por accidente fuera de la cocina, casi la queman. Volkov olvidó cuando debían retirar las masas y cuando finalmente volvieron a investigarlo el tiempo había pasado por mucho. El plato se veía del asco y la cocina estaba llena de harina; ninguno se iba a comer eso ni aunque les pagaran, así que simplemente lo dejaron dentro del refrigerador y la pobre alma que lo viera le tocaría comérselo.

Volkacio Loving MonthDonde viven las historias. Descúbrelo ahora