Your own destiny

155 11 0
                                    

Día 7: Las flechas de cupido

Todo ser humano al cumplir los seis años despierta con una marca en su muñeca. Durante la madrugada del mismo día sueñas con el momento justo en el que conocerás a tu alma gemela, indicándotelo con el recuerdo del sueño y haciendo que tu marca sea rodeada por un círculo junto con la inicial del contrario dentro, sellando para siempre su unión. La marca es conocida como la marca de cupido, o la flecha de cupido; Ya que al momento en el que aparece, significa que tienes un destinado en alguna parte del mundo, alguien a quien también flecharán y estarán unidos por el mismo par de flechas. La mayoría de personas olvidan el sueño con el pasar del tiempo, recordando fugaces detalles, tal vez el lugar, la ropa que usaban o el rostro de la otra persona. Pero siempre recordaban por lo menos un detalle.

Viktor supo que hubo algo distinto con él al simple momento de despertar, no había soñado nada. Creyó que tal vez lo había olvidado, siempre olvidaba sus sueños al despertar. Pero al momento de ver su muñeca notó que no había nada. Pasó el día entero mirando su piel, buscó en todas partes, a lo mejor y la tenía en otro lado. Nada. Tal vez sus papás se equivocaron en el registro civil y su cumpleaños era otro día. Pensando aquello espero el día siguiente, el siguiente, y el siguiente. Seguía sin aparecer nada. Le pidió a su hermana que investigara qué estaba sucediendo, no debía ser normal. Y así fue como se enteró que no era el único a quien no le apareció nada. Pero no le sirvió de consuelo, ya que en todos los casos, sin excepción, nunca apareció la marca, acabando en una vida solitaria y sin el amor que te prometían. Podía ser alguien pequeño, sin tomar realmente el peso de las cosas, pero consiguió llegar a una conclusión que él podría entender, aquel cuento de amor que le contaban, las sensaciones que le describían al momento de encontrar a su alma gemela nunca las sentiría. No tendría a alguien especial en su vida; rompiendo la ilusión que habitaba en su pequeño corazón, destruyendolo por dentro.

Su crecimiento no fue algo que él llamaría feliz. Las burlas en el colegio no tardaron en llegar, recordandole constantemente que no había ni habrá nadie en el mundo que lo amaría de verdad. A la edad de diez años debió escapar del país con su familia, todo esto debido a que en la nación habían aprobado un experimento, experimento en donde buscaban personas sin marca para saber qué era distinto en ellas. No sabían qué era lo que hacían, pero seguramente nada bueno, por lo que al instante de enterarse empacaron y se fueron antes de que pudieran encontrar al pequeño niño. Viktor aprovechó las circunstancias para intentar eliminar las molestias en el colegio, empezando a ocupar guantes sin dedos que cubrieran hasta la muñeca. Pero aún así sus capacidades sociales nunca mejoraron, se encerró en si mismo y cada vez que alguien se le acercaba como intención de conocerlo, él hacía lo imposible para alejarlo, temía hacer una amistad y que ésta se rompiera cuando la otra persona se enterara de su situación. La adolescencia no fue para nada mejor, pronto se ganó la mala reputación de alguien amargado y solitario. Las personas empezaron a sacar conclusiones del por qué los guantes que nunca eran apartados, llegando rápidamente a la de la marca. El rumor corrió rápidamente y los murmullos junto con malas bromas volvieron a su vida, encerrándose aún más si es que eso era posible.

El lápiz se deslizaba con facilidad sobre la hoja, creando de a poco aquel personaje inventado por su mente. Simplemente dibujaba las arrugas de la ropa cuando vio de reojo como alguien reposaba sus codos en la mesa, ignorándolo completamente.

— Hola, ¿Oye tú- — el moreno detuvo su animada pregunta al ver el dibujo. — Wow, dibujas super bien, deberías hacer comisiones. — Silencio. — Mhm…¿Entonces no hablas? — Más silencio. — Hola — alargó la última vocal, moviendo su mano entre la hoja y el rostro de la otra persona, recibiendo finalmente una respuesta.

— Vete. — Y al contrario de lo que aquella respuesta hubiera ocasionado en cualquier otra persona, Horacio sonrió, volviendo a apoyarse en ambos codos.

Volkacio Loving MonthDonde viven las historias. Descúbrelo ahora