Much Better

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Día 25: Colores

Las cartas eran dejadas con rapidez sobre el suelo, cada cuantos segundos se dedicaban miradas desafiantes, que extrañamente siempre ocurría cuando iban a iniciar una pelea de +2 y +4, en dónde siempre acababan con acusaciones de traición o bromas de que ahí terminaban su relación. O bueno, así era cuando no jugaban entre las cartas verdes y rojas, porque cuando eso pasaba ocurría lo que justamente estaba sucediendo en este momento.

— Tío, que juegas como la mierda, que esa es verde. — Alegó rápidamente al ver la tarjeta que no correspondía ni al número ni el color que había por debajo, siendo retirada rápidamente por el ruso.

— Que ya, que ya, se me pasó, estás un poco alterado eh….¿Y ésta? — Preguntó mientras dejaba otra, pero al igual que la anterior era de color verde en ves de rojo.

— Que noo, rojo, ¡Rojo! Lo que hay ahí es rojoo, no- verde-. Fácil.

— Pero macho si se ven iguales ¿Cómo quieres que sepa cuál es cual? Ya está, aquí otra. — Tiró otra, deseando que estuviera en lo correcto y no se equivocara nuevamente.

— Bien. Así sí, pero es que de verdad ¿Cómo puedes ser tan malo para jugar al uno? ¿¡Quién es malo al jugar al uno!? — Seguía con la pequeña pelea mientras dejaba un nueve verde, siendo recibido con otra carta roja. — ¡Que noo!

— ¡No grites! Me estás alterando…y ya ves que soy como el culo para jugar este juego de mierda, espero que el creador esté ardiendo en el jodido infierno. — Siguieron de aquella manera por unos minutos más, aligerando la situación cuando salieron de esos colores que lamentablemente para ambos volvieron a aparecer nuevamente, generando otra pequeña pelea que acabó con Volkov enojado de verdad, dejando las cartas con un manotazo en el suelo.

— ¡Que lo jodan! Ya no voy a jugar más a esta mierda — y como un niño pequeño abrazó sus piernas, frunciendo el ceño y negándose a hablar con el de cresta.

— Vik, Viktor….joder — simplemente recibía negaciones por parte de su cabeza, por lo que sin saber que más hacer desde su posición, dejó sus cartas a un lado y poniéndose de pié durante un par de segundos consiguió sentarse a su lado. Él simplemente pensaba que el contrario hacía la misma broma todo el rato, misma idea que poco a poco fue desapareciendo con cada carta tirada, acabando asustado de cierta manera y alterandose sin él quererlo realmente, acabando en un grito que no quería provocar.

Acarició su espalda durante unos segundos y decidió volver a hablar, ya no importaba si no le respondía, solamente quería hacerle saber que en ningún momento se enojó de verdad con él o lo molestó. — Vik, no quise hacerte sentir mal en algún momento, perdón…yo, la verdad no estoy entendiendo nada de por qué te cuesta tanto, ya no sé si es una broma o no pero…lo siento. — No sabía si había dicho algo malo porque prontamente sintió el cuerpo a un lado suyo empezar a tener pequeños espasmos a la altura de los hombros ¿Estaba llorando? Un pequeño sollozo se lo confirmó, poniéndose levemente nervioso. — Pero no llores, sólo es un juego, de verdad que no importa, no quise lastimarte de alguna manera si es que lo hice pero por favor no te sientas mal por mi culpa, no fue mi intención.

— No es sólo un juego, es… — finalmente había salido de su escondite, su voz era temblorosa y sus mejillas estaban húmedas gracias a las lágrimas que seguían saliendo. — Todo es una mierda, yo creí…hice, mi mayor esfuerzo por encontrar alguna diferencia pero no la encontré ¿Sabes? En-entre el rojo y el verde no hay, lo intenté y se ven jodidamente iguales, y antes por un momento pensé que sí los podía diferenciar, de que tal vez no era cierto lo que me dijeron y que podría……. Sí importa, este juego sí me importó y lo único que me demostró fue lo que ya sabía. — Horacio simplemente era testigo de como la angustia era cada vez mayor en su voz. No entendía a los que se estaba refiriendo, ya tenía una idea en mente de lo que sucedía pero no estaba completamente seguro sobre eso.

— Vik, no te entiendo, cariño. — el ruso simplemente se quedó unos segundos en silencio, pensando en las palabras que usaría, o tal vez preparándose mentalmente para decirlo en voz alta por primera vez desde que se enteró.

— Yo….me, me diagnosticaron daltonismo hace unas semanas, y sé que suena como algo sin mucha importancia, algo con lo que podría seguir con mi vida fácilmente y que no me afecte tanto, y me gustaría que fuera así, ni siquiera sé por qué estoy de esta manera ahora….pero me angustia, yo pensaba que todos veían igual, pensaba que un color era éste y el otro aquel, pero ahora no sé si el color de camiseta que llevo es el correcto, y ni siquiera confío en saberme el color de tus ojos. Horacio todo esto es una mierda. — Ahí pudo confirmar sus sospechas, simplemente abrazandolo y darle un espacio entre sus hombros en donde llorar libremente. Acariciaba con dulzura sus hombros y le dejaba pequeños besos por el cabello, consiguiendo tranquilizarlo luego de unos minutos.

— ¿Por qué no me lo dijiste? — preguntó en voz baja, sin romper la pequeña burbuja que habían creado.

— No sé…supongo que temía que dejaras de tratarme igual o…algo así. — Horacio emitió un pequeño sonido, indicándole que había entendido su razón.

— ¿Sabes que no lo haré, verdad? Debiste habérmelo dicho, así nos ahorrabamos las discusiones sin sentido de hoy.

— Nunca te perdonaré ese +4.

— Ni yo tus seis bloqueos seguidos con cuatro reversas, perro. — Ambos emitieron una pequeña risa, ese juego de verdad estaba endemoniado con arruinar relaciones de todo tipo.

Una semana pasó desde ese día, absolutamente nada cambió entre ambos y no volvieron a tocar el tema, exceptuando las ocasiones en las que Viktor le preguntaba si su conjunto de ropa combinaba, ganándose siempre el visto bueno de su pareja. Y tal como la semana pasada quedaron el viernes para una tarde tranquila, Volkov esperaba una tarde de chill, tal vez ver una película, alguna sesión de besos, un juego de mesa…sí, definitivamente no quería el juego de mesa que le estaba ahora mismo entregando en la mano.

— ¿Hablas en serio? — preguntó sin apartarle la vista, agarrando la caja del "Uno" que le extendía. Extrañandose aún más cuando la sonrisa por parte del menor se hizo presente.

—Hablo muy en serio, ábrelo, ábrelo. — Pues no parecía muy serio que digamos. Negó entretenido mientras abría la caja de cartón, la verdad no sabía qué esperar para ver ahí dentro, a Horacio se le podía ocurrir cada cosa. Al momento de ya tenerlo descubierto no veía nada distinto, las cartas estaban perfectamente acomodadas y no parecía haber algo más. — Saca las cartas. — Al escuchar la instrucción lo hizo, entendiendo ahora el regalo y empezando a observar las cartas una por una, no podía haber hecho eso con todas ¿O sí?

— ¿T-tu lo hiciste? — No paraba de revisar los pequeños trozos de cartón, y es que en todas, absolutamente todas, se encontraba escrito el color correspondiente de la carta en la zona posterior, con aquella letra que podría reconocer en cualquier otra parte.

— Todas y cada una de ellas, en una creo que me acalambre la mano de tanto escribir pero creo que no me salté ninguna. — Tenía la intención de preguntarle qué le había parecido, pero el fuerte y repentino abrazo que recibió se lo respondió de una forma clara y concisa.

— Gracias… — Correspondió el abrazo, sonriendo ante la reacción de su novio y feliz de haber provocado algo de alegría en él.

— No es nada, así nos divorciamos como se debe gracias al juego de mierda. — Y al momento de escuchar la risa del mayor supo de que estaba bien, de que no había hecho ningún error al haberle entregado esas cartas. Seguirían jugando tal y como antes, pero ahora mucho mejor, podría ser un detalle mínimo pero tenía el presentimiento de que de ahora en adelante todo en sus vidas sería mucho mejor, no sabía si era porque básicamente era un adolescente enamorado que su cerebro básicamente lo drogaba con químicos y sensaciones, o tal vez tenía un don de predecir el futuro. Pero sin importar cuál era la respuesta se sentía cómodo con ese presentimiento, e iba a mantenerlo hasta que fuera necesario.

Volkacio Loving MonthDonde viven las historias. Descúbrelo ahora