Mentalidad de cazador

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Un vaso de agua, dice. Pero soy yo la que nada en él. Soy yo a la que se le pide. Y peor, tampoco sé en qué consiste. No ahogarse no es ir en bici.

A ver si con un poco de suerte, lo pierdo todo.

Hoy por ti, nunca por mí. Recordemos que lo mío es por amor al arte.

También he de decir, que ahora que recuerdo, puedo escribirle porque sé cómo se siente. Es una pena herirle, sí, pero es un gusto verle. Un gusto extraño, al fin y al cabo, pero uno redentor, por así llamarlo. No puedo negarlo, ¿qué se le va a hacer? Sería muy cruel decirle, sin embargo, que por eso lo hago. Suerte que no puede saberlo.

Igual que él, estoy que salto. Esto pasa cuando sólo consiento. Debería de haberlo sabido, que así era como iba a acabar todo. Pero aún así sigo esperando. Es lo único que me queda, y a veces ni eso.

Últimamente lo pienso demasiado, eso prohibido y tan temido, que me quita el sueño. Él y yo nos parecemos mucho, al fin y al cabo: dos chavales que tienen miedo, y no saben cómo llevarlo. Porque ¿cómo luchas contra ti mismo?
No tengo ganas ni de pensarlo, y mucho menos de oírlo.

Si su destino depende de mí, ¿de quién dependerá el mío?

III VI IX XII -36912-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora