A veces se da cuenta de que hace de médico y de paciente. Se pregunta si eso es estar loco y luego se miente: Claro que no, yo sí que toco. No entiende. Nunca lo hace. Es de las que pierde el tiempo de trance en trance. Le gusta el silencio. El ruido, la calma, la paz, la guerra; ella siempre está en medio. Soldadito de plomo, fiel seguidor; y así fue como se llevó la decepción: Era encantador, pero siempre hay excepciones, y con él le dolía el corazón. Aún así ella no suelta anzuelo, se ve que es un pez tozudo. No encuentra consuelo, siempre sólo un fuerte nudo, en su estómago, en su tráquea, en su lengua. No le pregunta por miedo a acabar mal. Su triste final es esperar a ver si el dolor mengua. Y es que se queja mucho pero no nada, se siente y se sienta en una caja atrapada. A su derecha su orgullo y a su izquierda el amor. Ni con ron engullo lo arrogante que soy. Le he recetado una aspirina y aconsejado descansar, y le he dicho que no la quiero, que mi final es esperar.
ESTÁS LEYENDO
III VI IX XII -36912-
Sonstiges¿Hola? ¿Alguien me escucha? Mucho eco en este pozo mugriento para dejarme sorda a mí pero no lo suficiente para llegar a la superficie. Demasiado en mi cabeza y poco espacio en este metro de diámetro. Mientras tenga papel y lápiz podré hablar al men...