Capítulo 4

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Luisa se fue a dormir contenta con su peluche de burro, aun extrañada por el comportamiento del chico, no le dio importancia y regresó a su habitación, sin observar bien, detrás de ella una sombra se escabulle adentro de la casa.

¿Quién es? Solo sabemos que se dirige hacia arriba, dentra a un cuarto deprisa, la puerta se cierra una última mirada por parte de ese alguien y las luces se apagan.

En la mañana vemos a Antonio jugar con su juguete, mientras desayunan junto a todos, la puerta principal es abierta por el heredero.

—¿Qué haces aquí?—Preguntó el tío Daniel—Te quedaras a desayunar—Se levantó de la silla.

—Si, hoy no me siento tan cansado, hay espacio para uno mas—Respondí con duda.

—Claro, que si, sientate—Acerco una silla al lado suyo, el heredero se acomodo, enfrente de él se coloco un plato con mucha comida.

—Yo lo hice, te gustara mucho—Dijo su prima tercera—Come.

—Cariño es que a tu primo, no puede comer...

—¡¡No!!—Dije de inmediato—No puedo comer esto sin mermelada, tío puedes pasarme la leche, por favor—Él me vio serio pero me la paso—Se ve delicioso—Al tomar el primer bocado, es exquisito.

Luisa me vio con aprobación, estos días me siento más calmado y relajado, será debido a ella, deje de verla por que parezco un acosador, el desayuno terminó fui el último en terminar, me dirijo a mi oficina en silencio que por cierto casi nadie la conoce, casi no estoy ahí por muchos quehaceres.

Abrí la puerta, cerré despacio para evitar el ruido, un dolor en mi estómago me hizo caer, escuche unos sonidos raros en la habitación, no me importa me arrastre hacia el baño.

Las arcadas me ayudan a expulsar lo que comí, mi gargante arde, siento mis ojos lagrimear, me sentí mareado y con asco, limpie con mi mano mi boca y nariz los restos de la comida, me lastima desperdiciarla pero no puedo tenerla dentro de mi.

Lo que parece ser un florero caer hace que gire mi rostro para encontrar a un hombre con capuchón y un libro de tapa negra, abrí los ojos con asombro, mi respiración se volvió tensa y pesada por verme descubierto.

—¡¡AH!! SOCORRO—El grito de un hombre por toda, la familia corrió hacia adentro, al ver a Alexander ser colgado de la capucha por las raíces llorando—A-ayuda por favor.

—¿Cómo entraste a la casa y llegar hasta mi oficina?—Hice un gesto hastío.

—Primo, por favor no le hagas daño, te lo ruego—La tercera prima llamada jessica le suplico—Yo lo hice entrar, es que... Yo estoy en una relación con el, desde que llego al pueblo.

—¿Qué? Él y tu juntos—Levante mi ceja perplejo, baje alexander hacia jessica, ella lo abrazo cariñosamente.

—No pueden estar juntos, hija, como se te ocurre salir con alguien asi—La regaño su padre—Pero que clase de mujerzue...

—YA BASTA—Grite enojado, mire a la pareja, alexander proteje a jessica, resople cansado—Le recuerdo que tenemos invitados presentes, ustedes vayan a mi oficina—Les ordene, ellos se tomaron de la mano y huyeron para arriba.

—Esto es algo que no te concierne, soy su padre—Lo mire con burla, solté una risilla.

—Yo he sido más padre que tu en años, tío—Di la vuelta y entre—Salgan de ahi, solo quiero hacerles dos preguntas ¿Cuánto llevan de pareja? ¿Desde cuando estas en la casa?

—Llevamos 3 meses juntos, nos vemos por la tarde a veces—Contestó Alexander sonriendole a Jessica.

—Ayer fue la primera vez que me visitó a la casa, yo lo obligue a que dentrara—Siguio Jessica—Se que te molesta él, pero yo lo amo mucho, antes que nada quiero estar con él—Con eso en mente me tumbe en el sillón pensando en si darles mi aprobación o no.

 Luisa Madrigal y tu (Encanto) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora