Capítulo 7

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Una confundía Luisa se mueve en su cama, tratando de pensar y lee una vez más, si lo que ve es cierto o simplemente está delirando.

Aún confundida abraza su almohada tratando de dormir aunque sea unos minutos, se siente como si hubiera invadido su privacidad, aunque tarde o temprano lo iba a decir ¿No? Sólo me estaba preparando para eso o tal vez no, mejor habría esperado más tiempo.

El día siguiente trata de unír otro capítulo que decía en el título "Luisa Madrigal" sin exito deja el libro bajo su almohada para luego bajar a comer algo, su rostro muestra cansancio y tristeza.

Como en silencio, su familia la mira con atención, se miran entre ellos, con la mirada deciden mejor darle tiempo para ella decirles, no quieren presionarla, regresa a su habitación cuando tocan la puerta.

—Hola soy jessica, tengo algo para ti—Dentro al cuarto y le extendió una caja—Te lo manda mi primo, dice que te prepares, tendrás la cita más soñada posible.

—Oh, muchas gracias—Contestó Luisa con leve sonrojo, al abrir la encontró una llave con sus colores favoritos, una carta que dice que lo espere,me levanto animada y entró a la ducha—Me daré una ducha eso—Señaló el libro—No arruinara mi cita lo que se ahora.

Luisa se cambia y trata de verse lo más linda posible, tiene que demostrarle que puede confiar en ella, espero pacientemente tocan la puerta, la abrí y vi al heredero.

—Vamos—Extendió su mano, la tomé y me deje guiar, pensé que saldríamos de la casa, pero solo me llevo por el otro pasillo, lo mire confundida, se dio cuenta—Te llevaré a un lugar que casi nadie tiene permitido ver, y ese es mi cuarto—Llegamos a una enorme pared, la toco y dio a conocer un pasillo—Necesito que te pongas esto—Mostró una venda, deje que la colocará.

Me ayuda a caminar, al minuto senti una brisa y un olor dulce, escuché ¿Agua? Al sentir algo suave me quite los zapatos, me quitaron la venda y puede observar algo que me hizo temblar.

La gran dimension de ese árbol, sin contar que la copa no la miró que enorme, las ramas se mueven todo el tiempo, pude ver que el árbol respira, alrededor de él hay una fuente.

—Te gusta, se que no quieres separarte tanto de tu familia, aquí estaremos cerca—Dijo el heredero mirándola, ella mostró una sonrisa.

—Me encanta—Se acercó al árbol—Dime esos frutos se comen—Él asíntio y fue por uno, lo alcanze por unas escaleras que llevan a una mesa, me fije en el suelo que son raíces.

—Mira este tiene forma de flor—Me entrego una fruta de color rosa y la corto a la mitad, te extendió una mitad—Tiene sabores que me han descrito.

—Vamos a ver si es de mi gusto—Le guiño un ojo Luisa bromeando, su cara mostró sorpresa para luego devorarla en segundos—Sabe bien, tomare más.

Todo el día compartieron la comida, sin contar que probó cada fruta asada que él preparo para ella, admitió que son más deliciosas así, contaban historias de cuando eran pequeños.

Luisa vio que a él, no le gusta hablar de su infancia y por supuesto va a respetar eso, hasta lo que leyó se ha olvidado por la bella cita que ha tenido, el heredero la sumbo en broma corriendo pero ella cayó a la fuente, en donde podemos ver como él huye despavorido de la furiosa joven.

—Lo siento, no creí que te mojarias tanto—Intento calmarla levante las manos rindiendome, me tomo de los hombros y me tiro a la fuente—Luisa, espera, mis alas tardarán horas en secarse—Él salió intentado caminar, pero cae al suelo por que pesan mucho, la chica se reí fuerte.

—Perdón, ven hay que secarnos—Me dio la espalda, arrastre alas a un borde para solo verlas gotear tomó una toalla seca y mi ala izquierda, sentí que tomaron la otra, me gire serio al verla tocandome.

 Luisa Madrigal y tu (Encanto) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora