Capítulo 11

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Ya faltan como 2 o 3 capítulos para lo que tengo planeado este libro, sean pacientes, leo todos sus comentarios y gradezco a tod@s.

Pues como se planeo, el heredero llevó a su novia y cuñada al pueblo, el joven aviso que irá a dejar un encargo en compañía, para calmar al pueblo debe hacerlo, no puede notarse pero las alas ayudan mucho con el peso de los 2, Mirabel insistió en llevar una carreta, mira hacia arriba a la pareja.

—Nunca había volado tan alto—Dijo Luisa viendo abajo—Da como miedo pero es emocionante.

—Me alegro, la primera vez que volé fue terrible, quedé atrapado en una ventana—Luisa se rio, beso su brazo con cariño, él la carga de la cintura cerca de él.

La pareja bajó a la carrera, Mirabel come unos pastelillos con rapidez, el heredero dice que irá arriba a patrullar, el viaje fue más rápido debido, tomaron máximo unas horas.

El pueblo encanto sigue su vida normal, entendieron que Luisa está con su pareja, la familia esta comiendo cuando dolores.

—Luisa y Mirabel ya regresaron—Recito Dolores sonriendo, los demás fueron afuera para verlos, los padres de ellos salieron primero.

—¡Regrese familia!—Grito Luisa, Julieta esta deteniendo a su esposa Agustín, el logró safarse—Padre, me alegro de verte—Corrio a abrazarlo, él solo la aparto y se dirige hacia el heredero, estampó su puño con el rostro de él.

—Dime niño ¿Qué diablos te sucede? Estuve de acuerdo en que mi hija, se quedara contigo unos días—Hablo molesto, el heredero solo lo miró—Sabes lo que preocupado que estaba, que ella sea tu pareja, no significa que debas raptarla.

—Señor Agustín...

—Silencio, yo... un adulto—Se señaló así mismo—Estoy hablando, entiendo que te sucedío eso por lo sucedido con tu abuela.

—Espere, Luisa le contaste todo—Miró a la chica con los ojos abiertos del panico, ella asintió.

—Si no hacía, no me hubieran dejado contigo ese tiempo.

—¡¡Callense los dos!!—Grito Agustín furioso—Entiende no puedo confiar en alguien que ni siquiera se su nombre ¿Cuál es tu nombre?

—Con su permiso, debido a mi poder, fui separado de mi madre muy pequeño, así que nunca me dieron un nombre, los del pueblo me comenzaron a llamar heredero o guardián—Respondió triste—Así me quede, Señor Agustín, se que no soy de fiar, de solo verme puede saber que algo no está conmigo.

—De eso, me di cuenta mocoso, sabes la responsabilidad que es mantener una familia y ser padre.

—Puede que no sea lo mismo, pero desde pequeño tuve que mantener al pueblo en orden—Hablo serio con su mejilla que está roja.

—No puede dejar que te acerques a mi bebe—Le dio la espalda—Vete, no quiero ver a nadie de tu familia.

—Papá, no puedes hacer eso.

—Como que no, soy tu padre Luisa, así como la autoridad que soy para ti, te ordenó que vayas a tu cuarto y no salgas—Ordenó serio señalando a la casa, ella vio al heredero, él solo asintió sonriendo.

—Agustín, no puedes hacerles esto—Dija la Abuela Alma.

—Claro que puedo, soy su padre, vete niño—Dijo Agustín para luego entrar a la casa.

—Señor Agustín, no me rendiré, no es la primera vez que hago algo malo—Hablo el chico volando lejos.

Una cena muy tensa tienen la familia Madrigal, nadie quiere hablar de lo que pasó hace rato, Agustín come rápido, Julieta le pasa agua de vez en cuando, las hermanas miran a Luisa que solo mira mal a su padre.

—Come algo, hija—Dijo Agustín pasando la ensalada, ella la tomó y la pasó a otro—Bien.

Luisa regresó a su cuarto enojada, abrazo su almohada, cuando la puerta fue abierta por sus hermanas, le trajeron un plato con comida, la cual comió a regañadientes.

El otro día, encontró una canasta con dulces, sonrió bobamente y leyó la carta "Tu padre está afuera" escucho la puerta siendo tocada.

—Luisa, hija sal de ahí, hablemos—Dijo su padre, ella busco donde esconder la canasta, se trompieza con la mesa, la cual la rompe—Voy a entrar.

—Si, dentra—Se sentó en la silla, y procuro no moverse, Agustín entró jugando con sus dedos, ya pasó un día desde lo ocurrido, no está acostumbrado a tratar así a la gente, pero estaba muy angustiado por su niña, aun así debe aclarar cosas—¿Necesita algo?

—Si, sobre tu novio, quiero decirte que... Que es eso—Señaló la carta, la agarro deprisa—¿Está en tu cuarto?

—No, sólo dejó la carta y se fue.

—Entonces está cerca de aquí—Dijo saliendo del cuarto—Casita no dejes que salga ninguna de mis hijas—Salio al patio trasero, busco entre los arbustos.

Ya van media hora buscando, pero nada ¿Dónde está? Cansado se sento en el pasto y suspiro, miró a todos lados, lo hubiera hecho desde el principio en vez de estar buscando.

—Se que estas ahí heredero—Hablo mirando al cielo—Si apareces, voy a tal vez considerar que salgas con mi bebe.

—Si señor Agustín—Asomo la cabeza el chico, el padre tomó un palo y lo siguió—Le pido que se calme, no quiero lastimarlo.

—Tu eres un destructor de familias—Agitó el palo intentando alcanzar al chico quien vuela encima de él.

—Entonces prefiere ver a su hija triste, ella me ama y yo también a ella, es una mujer que cualquiera quiere tener—Respondió bajando lentamente—Es la única que sabe como soy por dentro, soy débil y temeroso, no soy perfecto pero eso nunca le impidió amarme.

—Entiende, niño, es difícil para mí ¿Tienes padres?—Preguntó cansado, él asíntio un poco feliz—Quiero conocerlos.

—Señor, hay algo que todos y todas portadores del poder del árbol han hecho a sus parejas—Dijo buscando algo en su bolsillo—Me enamore de su hija, desde muy pequeño y me dio tiempo suficiente para hacerle esto—Le entregó una caja dorada.

—¿Qué es esto? Puedo abrirlo—Preguntó con duda viendo la caja con intriga, el chico sacó el lazo, dentro de ella, hay unas hombrereras hecha de piedras—Son diamantes, le regalaras eso tan caro a mi hija.

—No, señor, estos no son diamantes, son algo más valioso, es una piedra creada a partir del poder del portador, en mi caso, almacene todos estos para ella, tengo algo más.

—Tiene más—Dijo sorprendido, le entregó una anillo—No pensaras en casarte con mi niña ¿Verdad?

—Yo amo a su hija...

—No bromees conmigo, te quieres casar con ella—El chico sonrio tímidamente—Dios mio, pues ya te digo, es muy pronto para que se casen, te aconsejo que tomes un tiempo para decirle eso.

—Está de acuerdo con mi propuesta, usted cree que le gusten.

—Cree le sorprenderá mas que a mi, si mi hija quiere casarse contigo, yo respetaré su decision—Respondió feliz, teme que le agrade el chico, le recuerda a él de joven.

—Gracias, señor Agustín—Lo abrazo fuerte, el padre correspondió ya calmado—Pero quiero decirle de algo, es que yo me la quiero llevar al pueblo unas semanas.

—¡¡Que!! Eso no lo hablamos, no te la puedes llevar.

—Pero... Necesito que conozco a mis padres, los llamaré para que vengan antes del festival, señor yo no lastimare a su hija—Lo miro suplicante, el otro está con el ceño fruncido—Por favor.

—D-de acuerdo—Suspiro para luego levantarse—Iremos, mi esposa y yo ese día, nos avisas con tiempo.

—Si, señor, así será—Dijo el heredero, volando hacia el cuarto de Luisa, dejó una carta "Tu padre aceptó que fueras conmigo, prepara tus maletas, nos iremos mañana"—Adios, amor mío.

 Luisa Madrigal y tu (Encanto) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora