Durante una semana el heredero sólo se dedico a escuchar todo en el pueblo, el plan que tenían junto con su familia, pues ahora resulta que el es un monstruo y no quieren que Luisa este cerca de él.
No supo que tan afectado estaba, hasta que se vio en el espejo, el color de su piel había desaparecido, sin contar las terribles ganas de llorar sumando que todo el tiempo estaba cansado.
Se encierra ya sea en su cuarto o oficina, la cual casi nadie visita, ya no vuela, el constante cambio dolor de espalda lo hace volver al suelo, puede también escuchar y ver que la gente del pueblo, ahora se quejan de que ya no hay comida, cuando diario se producen grandes paquetes de alimento.
Ha perdido el apetito, más de lo usual, su cuerpo está colapsando de forma brusca, su cabello se está cayendo, y parece que nadie le importa, se dedica a mirar por la ventana tratando de tomar fuerzas para culminar este día.
—Entonces, quieres que vaya a verlo ahora—Dijo Luisa mirando a Dolores, ella asintió rápidamente.
—Bueno, yo he escuchado que puede estar en un momento algo triste, sus latidos están cada vez más débiles.
—Bueno... Esta bien, iré a verlo, pero no le digas a Beatrice—Agregó caminando hacia las escaleras, llego a la puerta lanzó un suspiro y toco la puerta, escucho algo caer para luego una pequeña abertura se viera—Debes abrirla toda, heredero, así no podré verlo bien.
—¿Qué haces aquí?—Preguntó algo mareado, al no recibir respuesta, cerró la puerta, nuevamente fue tocado y está vez con más fuerza—Luisa, ya para—Se quejo.
—A-bre-me—Repitió enojada, el otro se gruñó pero la dejó pasar, le dio la espalda—Es la primera vez que me cierras la puerta en la cara ¿Qué te sucede?
—Lo siento, hoy no me siento bien—Se agarro de la mesa y se dejo caer en el sillón, miro sus manos con asombro, Luisa se acercó y las tomó.
—Heredero, no se que sucede, pero quiero ayudarte, me permite brindarme su tiempo—Lo miro a los ojos con cariño.
—¿Ayudarme? Que dulce eres—Contestó con una voz melosa, acarició su rostro—Si que puedes ayudarme, amor mío—La beso con hambre, devorando su boca, Luisa se aferro al sillón, pronto fue abrazada y acercada mas a él, sin contener más la respiración dejó salir aire por su nariz, obligando a cortar el beso—Jajajaja.
—Heredero, usted... —Su cara tomó un tono rojo al sentir de nuevo sus labios, pero por primera vez se sintió pequeña y indifensa, su cuerpo fue arrecostado al sillon, su espalda chocó con la suave tela, sintió unas manos recorriendo parte de su cintura.
La puerta fue azotada con fuerza, el heredero levantó su cuerpo de encima de ella, para ver...¿Quién demonios es? ... se topo con una cara entre avergonzada y enojada por parte de su hermana, cerró la puerta.
—Perdón por eso, ella entra aquí sin mi permiso—Volvió a ver a Luisa, acercó su boca a su cuello, pero fue detenido por unas manos.
—Heredero, no me siento cómoda en este momento, puede ser en otra ocasión.
—Está bien, no voy a obligarte, puedes retirarte, bajare para comer algo—Bajo la mirada apenado—¿Me esperas?—Me preguntó—Tomare un baño y vamos los dos.
El chico corrió al baño, abrió la puerta y entro, solo escucho el agua caer, un olor a frutas llegó a su nariz haciéndola recordar que su novia había salido de este cuarto hace poco, al cabo de unos minutos él salió.
El matrimonio salió del cuarto, se tomaron de la mano y bajaron a la cocina, en frente de ellos paso Camilo con Mirabel, el heredero los saludo.
—Hola y adios—Dijo Camilo jalando a Mirabel, Luisa negó con la cabeza y suspiro, llegaron a la mesa pero vio el asiento de Beatrice vacío, se sintió mal.
La comida estaba muy tranquila, su esposo tiene la cabeza baja para evitar que lo vean, aunque parece que a los padres del heredero no les afecta mucho platican animadamente con sus padre.
—Aún no lo puedo creer mi hijo casado con su hija—Dijo el padre aplaudiendo, su madre asintió sin ni siquiera hablar o imitar algún sonido, todos la familia rie, acaso no ven al heredero como esta, Luisa miro por la ventana logrando visualizar a Beatrice.
—Si quieres ir, ve—Susurro el heredero sirviendo algo de sopa, Luisa iba a hablar pero se levantó y trató de seguir a Beatrice, quien al verla huyó de ella.
—¿Por qué Luisa se fue?—Preguntó su padre serio.
—Pido que esperen a que regresen, tengo que comunicarles algo de suma importancia para todos nosotros—Contestó dando a conocer su fatiga y dolencia al intentar levantar la cuchara—Mientras comamos—Agrego chasquiando los dedos ordenando a una rama de favor el de llevar el alimento a su boca.
Luisa logra agarrar a Beatrice y la besa, se intenta apartar pero corresponde.
—¿Por qué? ¿Me amas? no soporto que el te toque o que se te acerque, aun no entiendes eso—Dijo casi gritando, Luisa la abrazo.
—No se que pasó, me paralice, tu hermano no está nada bien—Separo el abrazo—Creo...
—Crees ¿Qué?
—Heredero.
—Si ese soy yo—Sonrio levemente, Beatrice tapó su boca, el chico dio la vuelta, ellas esperaban que el volará pero no lo hizo—Están esperando.
Los tres caminaron a paso lento hacia la casa, al llegar la comida habia terminado, les pidió que se sentarán, lo vieron susurrar algo a las ramas, en donde ellas le entregaron un papel, el lo tomó y firmó algo.
—¿Qué sucede hijo?—Preguntó su padre asustado, el heredero lo ignoro y pasó el papel a Luisa—Niña, lee lo que hay escrito.
—Es una solicitud de divorcio—Contestó el heredero—Ya no deseo estar amarrando a nadie que no me ama—El heredero les dio la espalda y se fue a su cuarto.
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Luisa Madrigal y tu (Encanto)
Fanfiction*Luisa Madrigal no me pertenece. *El personaje es un hombre, ya les advertí. *Eviten odio a esta historia, si no es su agrado le pido se vaya. *Esta historia tendrá temas fuerte y situaciones que a algunos le molestara. * Las imágenes que veremos en...