CAPÍTULO 38: La negociación

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CAPÍTULO 38: LA NEGOCIACIÓN

Desperté en una habitación oscura en la que apenas podía ver nada, pero logré distinguir lo suficiente como para saber que no se trataba de la habitación de Koran dentro de la nave. A medida que mis ojos se fueron acostumbrando, percibí que la estancia tenía una distribución extraña. No había esquinas, sino que todo el cuarto se trataba de una especie de cúpula. Tampoco había mucha decoración; no había mucho de nada, más allá de la enorme cama donde descansaba.

No vi nada parecido a una lámpara, así que me senté en la cama preguntándome si me arriesgaría a levantarme en aquella penumbra. No tuve que llegar a eso porque, a mi izquierda, la pared -no había nada que recordara a una puerta- se abrió, dejando pasar una cantidad decente de luz procedente de la habitación contigua.

Koran me observaba sin atreverse a entrar del todo y fue entonces cuando me vinieron de golpe los recuerdos de las últimas horas. El aterrizaje, la multitud, el ataque... el hombre intentando asfixiarme... el mismo hombre cayendo al suelo, sin vida.

- ¿Cómo te encuentras? – me preguntó en voz baja.

Su tono era precavido. Recordé también cómo le había esquivado justo antes de desmayarme y entendí el motivo de su cautela. No sabía cómo explicárselo. La sensación de asfixia, los latidos en la cabeza, la certeza de que había estado a punto de morir... había sido demasiado. Y sí, también me asustó un poco la sangre fría con la que mató a aquel soldado, pero comprendía por qué lo había hecho. Nunca había estado en un combate, solo los había visto por la tele, pero sabía que en determinadas ocasiones se trata de morir o matar. Y la culpa es de quien te pone en esa situación en primer lugar.

- ¿Tienes hambre? Igor ha preparado un caldo – continuó Koran, y solo ahí me di cuenta de que no le había respondido.

- ¿Quién es Igor? – pregunté. Mi voz sonó más ronca de lo que esperaba.

- El soldado que nos ayudó. Estamos en su casa. Arriesgó su vida por nosotros, así que creo que podemos confiar en él.

Me quedé en silencio durante un rato, intentando ordenar lo que había ocurrido, pero todo había sido muy confuso. Garret no era Garret...

- ¿Qué pasó?

- Había infiltrados en la recepción. Aprovecharon la multitud para esconder sus intenciones. Es difícil percibir emociones en medio de tanta gente. Había un cambiaformas... se hizo pasar por mi sobrino y no me di cuenta hasta que era demasiado tarde. Lo siento tanto, Rocco...

En su voz se percibía la sinceridad de sus palabras.

- No fue tu culpa.

- Te puse en peligro, fui un inconsciente. No pensé que se atrevieran... No tiene sentido que atacaran al aire libre, frente a todos... Mis hermanos no entienden tu existencia, pero jamás apoyarían un asesinato...

- ¿Crees que fueron... fueron tus padres?

- Eso parece. Iban vestidos como las fuerzas especiales. Igual que los hombres que fueron a buscarte en tu planeta.

Pocos días atrás, lo más parecido a un enemigo que yo tenía era el idiota de Diego, un chico de mi clase que se metía conmigo a cada oportunidad que tenía. Jamás hubiera pensado que llegaría a haber un ejército entero deseando mi muerte. No tenía sentido.

- ¿Estás bien? – inquirió. Asentí por automatismo, sin saber de qué otra forma responder. – Sobre... lo que pasó con ese hombre... yo...

HeterocromíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora