CAPÍTULO 44: Los recuerdos

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CAPÍTULO 44: LOS RECUERDOS

Me quedé mirando el brazalete durante varios minutos después de que Koran... mi padre... colgara. La posibilidad de no volverle a ver parecía más lejana entonces: había hablado con él y estaba bien. Al mismo tiempo, se me hacía, si cabe, más aterradora. En mi cabeza, se repetía el mismo mantra que llevaba sonando en las últimas horas. No soportaría perderle. Simplemente no lo soportaría. Venía sintiéndome así desde que le había conocido: necesitado, desamparado, aferrado a mi último vínculo biológico. Pero ese sentimiento había crecido. No era únicamente miedo a estar solo, sino que realmente había llegado a quererle. Había llegado a quererle mucho; más de lo que jamás creí posible querer a alguien en unos pocos días.

En realidad, Koran estaba ocupando un lugar que siempre había estado vacío. Nunca había sentido afecto hacia mi padre porque ni le conocía ni le consideraba digno del mismo, pero el deseo de tener un padre al que querer siempre había estado ahí. Ahora le tenía, y encima resultaba que no era cualquier padre, sino un extraterrestre con superpoderes, capaz de, -literalmente- matar por mí, octocentenario, ultracariñoso y con la mano muy larga.

- Me has defendido – dijo Igor, después de un rato, interrumpiendo mis pensamientos.

- No he hecho tal cosa – bufé.

- No le contaste a tu padre que te pegué.

- Ya se enterará cuando regrese – susurré.

"Y se pondrá de tu parte" pensé, para mí.

- Me has defendido – volvió a decir, pagado de sí mismo. Estuve tentado de tirarle una almohada para borrarle esa estúpida sonrisa de la cara. – No eres tan mimado como creía.

- Conozco a mi padre desde hace una semana – repliqué.

"¿Mimado de qué? ¡Si me ha castigado prácticamente todos los días!"

"Aham. Y te ha llevado a ver huevos de dinosaurio, al espacio, visteis una peli con comida basura..."

- Sí, supongo que un no ha habido tiempo para que se te suba la corona a la cabeza – dijo Igor.

- ¿Hay una corona? – pregunté.

- Para actos oficiales. Realmente no sabes nada de este planeta, ¿no?

- Solo sé que llevo pocas horas en él y ya han intentado matarme. Pero no debería extrañarme, ya que "matar a Rocco", parece el nuevo deporte nacional de lo okranianos.

- De todos los okranianos, no. Solo de las fuerzas especiales, leales a los reyes.

- ¿Y tú? ¿No eres leal a los reyes? – pregunté con curiosidad.

- No soy su mayor admirador – respondió. Le vi dudar unos segundos y después, continuó. – Tampoco lo era de tu padre. Siempre quise ser guardia, pero es una ironía del destino que haya terminado al servicio directo del príncipe.

- ¿Por qué?

- Le guardé rencor durante mucho tiempo por algo que, en realidad, no fue culpa suya. Tampoco fue culpa de sus padres, pero los reyes tienen demasiados secretos. Aprendí a desconfiar de la monarquía y resultó que no me equivocaba.

- KORANS' POV –

No podía ser, debía tratarse de alguna clase de trampa. Tal vez algún cambiaformas... aunque su poder no tendría efecto en aquellas cuevas, al igual que el mío. ¿Una ilusión? Nunca había tenido una tan nítida.

HeterocromíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora