Un dia como cualquier otro, Izuku Midoriya y Ochaco Uraraka, comienzan a tener visiones de un mundo que estaba sumido en el caos por lo que ambos se con ayuda de eso recuerdos de propusieron a corregir las cosas para que ese futuro nunca ocurran.
lo...
Nos encontramos en el departamento Midoriya y era ya casi medio día. Izuku se encontraba caminado indeciso frente a la puerta de la habitación de su madre pues no sabía qué hacer.
Izuku: vamos Izuku, tú puedes -dijo dándose ánimos a si mismo- despiértala pídele ayuda; ello lo enteraran -dijo mientras ponía su mano en la perilla de la puerta- después de todo esto cuenta como una emergencia -dijo abriendo la puerta- ¿no? -se preguntó así mismo entrando a la habitación-.
Al entrar vio a su madre durmiendo tranquila mente en la una posición que a su parecerse veía realmente incomoda, pero no le dio importancia pues tenía algo que hacer.
Izuku: bueno aquí vamos -dijo para tragar salivaba asustado- mamá mamá p-puedes despertarte un momento, es una emergencia -dijo temeroso mientras movía el hombro de su madre ligeramente-.
Inko: hmm -gruño con fastidio asustando al pecoso- ¿Izuku que horas es? -pregunto en un tono serio sin abrir sus ojos-.
Izuku: s-son l-las 11:59 -dijo nervioso-.
Inko: bien, ¿y que día es? -pregunto con el mismo tono de antes-.
Izuku: s-sábado -dijo aún más nervioso que antes-.
Inko: hijo sabes que te amo, pero si lo que me vayas a decir no es una emergencia real -dijo en un tono serio pero tranquilo- esto no terminara muy bien para ti, ¿lo sabes? -dijo en un tono amenazador-.
Izuku: t-tengo una cita -dijo asustado mientras cerraba sus ojos-.
Inko: ¿que? -pregunto pensado no haber escuchado bien-.
Izuku: O-Ochaco me pidió una cita para mañana en la tarde -dijo pensado que era su fin-.
Inko solo se levantó de su cama con una mirada seria en su rostro.
Inko: mi momento ha llegado -dijo seria-.
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|Al día siguiente|
Nos encontramos en una plaza en el centro de Musutafu. Ahí se encontraba Izuku desprendiendo tanta facha como nunca antes en su vida lo había hecho. Era tanta su facha que la gente que pasaba por ahí no podía dejar de verlo, cosa que incomodaba un poco al chico.
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