CAPÍTULO 20

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RAY

Los rayos de sol atravesaban las nubes grisáceas que estaban instaladas en el cielo a finales de agosto. Esto, junto con las olas bravas de la playa, hacía que pareciera más un día de marzo que de agosto. Tal vez el día estaría mejor si yo estuviera en esta playa que está a dos horas de la ciudad con ella.

El concierto de la noche anterior tuvo lugar en el pueblo que alberga esa playa, cosa que aproveché para pasar un rato ahí e intentar ordenar lo pensamientos de mi cabeza. Conclusión: no lo hagáis, acabáis peor de lo que ya estabais.

Si bien no hablé con Anna desde la pelea, había intentado muchas veces el llamarla por mi mismo. Pero no podía, quería demostrarla que si de verdad había estado lejos de ella fue porque me lo dijo, aunque yo no quisiera realizar el viaje.
A lo mejor también era una especie de venganza, una donde yo volvía tras dos/tres meses de gira y hacer como si no hubiera pasado nada.

No, no era tan cabrón.

Aun así, me dolió realmente cuando ella dijo que sería lo mejor para mi. No lo era, porque no estaba conmigo. Pero gracias a la pelea, pude hacer conciertos que nunca habría pensado que podría llegar a hacer. Todo porque la hice caso, o porque la abandoné.

Eran pensamientos que me inundaban la cabeza repentinamente, ¿ok? Eso de que pensar era malo resultaba ser verdad.

El bus con el que estuvimos viajando por el país tenía previsto salir en unos siete minutos, tiempo suficiente como para mojar los pies en el agua. Me levanté mientras me sacudía la arena de los pantalones y estuve dispuesto a entrar, pero algo me dijo que no debía hacer eso, que debía mirar atrás.
Eso hice. Volví mi vista hacia el interior de la playa y vi como una mujer esperaba pacientemente a que alguien llegara, cosa que pensaba que no iba a sucede hasta que la chica volvió su vista hacia mi.

Era Anna, con su pelo rojo ondeando a causa de la brisa del mar y con la ropa que llevó el día que la conocí. Podías notar que no se había teñido recientemente, pues la raíz de su pelo descuadraba con el rojo ketchup que tenía ella.

Pudo ser por instinto, lo pudo dictar mi corazón, pero lo primero que hice fue correr hacia ella en cuanto la vi.
Estaba allí, con su sonrisa que había iluminado mi ser cada día.
Llegué a ella y la abracé y besé como si fuera la última vez en la que la volvería a ver. Las gaviotas no se oían, las olas no rompían contra la orilla de la playa, solo estábamos ella y yo en nuestro mundo.

—No quiero que te vayas —soltó ella de repente.

—Estoy aquí contigo. ¿Por qué me iría ahora? —dije preocupado.

Su semblante alegre cambió a uno triste, como si la pregunta la hubiera hecho volver a otra realidad. Las lágrimas empezaron a brotar de sus ojos tales como gotas de rocío que resbalan de las hojas de los árboles. Puso su mano en mi mejilla y me miró con cierta esperanza, una que realmente no transmitía el significado de la palabra.

—Porque yo ya no voy a estar cuando tú regreses.

Sentí como un líquido mojaba mi cara. Abrí los ojos instantáneamente y descubrí que el culpable de esto había sido Keith, pues no paraba de reírse junto con Adam y justo era la persona que tenía un vaso vacío.

—¡Despierta bella durmiente, queda poco para que lleguemos!

Vale, lo que pensaba que había vívido resultó ser un sueño. Por eso era tan perfecto como para ser verdad.

Me acomodé en la silla del copiloto mientras veía como Derek tenía la mirada al frente para no llevarnos a un posible accidente de tráfico y no matarnos. Nos pasamos toda la gira viajando en un bus que nos había conseguido nuestro mánager. Derek conducía, Keith daba por saco y Adam y yo íbamos diciendo si estábamos yendo por el buen camino, poníamos la música en el vehículo y dábamos información a Jeremy de cuando llegaríamos al destino establecido.

LEYENDAS #1 [✅]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora