CAPÍTULO 4

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¿Cómo expresas tus sentimientos? ¿Se los cuentas a otra persona o los plasmas en algún lugar? En mi caso, hago la segunda cosa. Pienso que muchas veces no encuentras las palabras para expresar lo que sientes y eso puede pasarte factura. Sin embargo, si los ilustras o los conviertes en una canción o en un poema, puede llegar a verse lo que quieres transmitir, o no. Todo esto depende de la persona que recibe tu mensaje.

Dejando esto de lado, estaba contemplando el cuadro que acababa de terminar. Llevaba 4 horas, entre descansos para que la pintura se secase de vez en cuando, pintando dos siluetas con formas humanas. Una de ellas estaba llena de vida, con una explosión de colores dentro de ella. La otra, que estaba de espaldas a la anterior, no estaba pintada, pues mostraba lo vacía que estaba esa persona. Alrededor de estas siluetas había un fondo negro, que eso ya lo puedes interpretar como tu quieras.

Me levanté de la butaca donde estaba sentada y fui a mirarme al espejo. Estaba manchada de pintura pero no era tanto como otras veces. En ese momento mi teléfono móvil empezó a sonar, resultaba ser una llamada entrante de Esteban. Le di al icono verde de la pantalla y allí apareció él, tumbado en su cama la cual estaba sin hacer.

—Veo que sigues en tu línea de no hacer la cama a pesar de que son las 6 de la tarde —dije mientras me quitaba algunos pelos de la cara aunque tuviera el pelo recogido.

—Hola a ti también. ¿Qué haces Annie?

—No me llamabas así desde bachillerato —solté mientras reía un poco—. Acabo de terminar un cuadro, ¿y tú?

—Hace un rato estaba estudiando, pero he decidido dejarlo. ¿Cuándo me harás un cuadro nuevo?

—No sé, ya he decorado el pasillo de tu casa con demasiados lienzos, ¿no crees?

—Puede ser, aunque sigue habiendo espacio para unos pocos más —dijo riendo.

—Bueno, si me pagas los materiales quizás te hago uno nuevo. Así tu madre dirá por todo barrio lo bien que pinta la mejor amiga de su hijo y a lo mejor me hago famosa —una sonrisa burlona se dibujó en mi cara tras terminar de decir esto.

—Una mierda, si tiene que presumir que sea de mí.

—¿Ah, sí? ¿Por qué? ¿Qué gran hazaña ha hecho el gran Esteban?

—Un cadena de la radio me ha ofrecido un trabajo en el que daría las noticias en las que yo mismo indagaría. Por la universidad haría una jornada reducida pero ya me empezarían a pagar. ¿Qué te parece?

—¿Que quéme parece? ¡Joder, está genial! ¡Es una gran oportunidad para ti!

—Entonces tendré que aceptar la propuesta —dijo riendo.

—Pues llámales ahora mismo y diles que sí. Me vuelves a llamar después y me dices lo que te han contestado y todo solucionado.

—Está bien, pero antes de colgar tengo que contarte una cosa.

—¿Qué me tienes que contar?

—¿Sabes las típicas fiestas universitarias que se hacen cada año?

—No me digas que hay una.

—La hay. De hecho, toda la gente de todas las facultades puede ir.

—Resumiendo, que quieres que vaya contigo.

—Sí, empieza a las 11 de la noche.

—Me vas a dar la vara si no voy, ¿verdad?

—¡Ya verás! ¡Será divertido!

—Si tu definición de divertido es ir a un lugar lleno de jóvenes borrachos y drogados, seguro que tiene buena pinta.

—Yo no lo describiría exactamente así. Más bien lo definiría como una ocasión para desconectar de lo demás.

LEYENDAS #1 [✅]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora