CAPÍTULO 16

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RAY

Los primeros rayos de luz empezaban a hacer presencia en mi habitación. Tras estirar los brazos y recordar lo que había pasado la noche anterior, descubrí a una Anna dormida y abrazada a mi. Sus pestañas impedían en ese momento la posibilidad de ver sus preciosos ojos. Ella, con su pelo medio ondulado por los rizos que se hizo ayer, dormía plácidamente con una camiseta que le había prestado, pues como podéis ver, acabamos durmiendo en mi casa.

De hecho esto fue culpa mía. Ella insistía en que no hacía falta, que seguro que tendría que hacer cosas al día siguiente y que no quería molestar. Yo, como el cabezón que soy, no paré de insistir hasta que ella aceptó, porque ninguna de sus excusas me molestaban ni hacían que perdiera el tiempo.

Estar con ella no era perder el tiempo.

Su catéter transparente adornaba su cara, ayudando a sus pobres pulmones a que pudieran respirar. ¿Por qué tenía ella que padecer eso? Ella sólo quería ser una chica sana, aunque no lo mostrara. Anna quería bailar sin ahogarse, lo vi claramente cuando se puso a cantar y a bailar la noche del karaoke. Simplemente quería vivir y le quedaba menos de lo esperado para terminar su corta vida. ¿Por qué no podía quedarme a su lado durante toda la vida?

Los recuerdos de la noche anterior empezaron a amontonarse en mi cabeza. Su sonrisa al conseguir la grabadora... Dios, es tan perfectamente imperfecta. Tras eso, su frase comenzó a resonar dentro de mi.

Te has enamorado de una persona que no puede respirar sin ti.

¿A qué se refería cuando dijo eso? ¿Era su forma de decir que también estaba enamorada de mi?

Recogí algunos mechones rojos de su cabello que caían sobre su cara y acaricié esta última. ¿He dicho ya lo mucho que me gusta? Creo que sí, pero lo seguiré diciendo mil veces más si hace falta. Y pensar que no estaría aquí con ella si no hubiera chocado mi coche con el suyo sin querer el primer día de la universidad. Reí al recordar lo enfadada que estaba por cómo quedó su coche. Ella estaba que echaba chispas del cabreo que llevaba encima, pero lo único que hacía yo era observar lo hermosa que era. Bueno, y sigue siendo. Creo que en ese momento es cuando me enamoré de ella.

Amor a primera vista, que irónico, ¿verdad? Pocas personas dirían que eso existe hoy en día, pero yo no estaría diciendo esto si no tuviera a Anna a mi lado.

Sus ojos empezaron a abrirse cuando volví de mis pensamientos. Esta, a pesar de haberse despertado, se acurrucó más en mis brazos y sonrió levemente.

—Buenos días princesa –susurré mientras le daba un beso en la frente.

—No me digas eso –dijo en un tono que parecía indicar que eso le ponía triste.

—¿Por qué? ¿Pasa algo con eso?

—Sí, se lo decía Guido a Dora en La vida es bella.

Reí levemente y la abracé más, esta mujer conocía muchas películas al parecer.

Tras eso, uno de los teléfonos móviles que estaban en mi mesita de noche comenzó a sonar. Al parecer era el mio, pues la melodía que tenía asignada cuando Derek me llamaba inundó la habitación con su soniquete. Miré a Anna para buscar su aprobación, a lo que ella me asestó un pequeño golpe en el hombro y me obligó a contestar.

Estaba claro que esa era su forma de decir que no la molestaba que cogiera el teléfono.

—¿Que tal, todo bien por allí?

—Estupendo. Tenemos una reunión en una hora.

Derek era de esas personas que cambia de tema bruscamente, como si no se acordara de lo que había dicho anteriormente y procediera a contarte algo nuevo.

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