Miércoles por la mañana.
Para cualquiera podría significar un día más en su vida, pero para mi, Na Jaemin, podría significar el fin de mi existencia. Como parecía ser costumbre desde el lunes, no había dormido nada en toda la noche. Me levanté con un incesante dolor de cabeza y parecía que realmente el karma se las iba a cobrar por haber mentido el día anterior, aun así me armé de valor y seguí la rutina diaria de escuela, ya saben ponerse el uniforme, desayunar y rogar por no perder el autobús para llegar a tiempo. Por desgracia no fue así. Llegué quince minutos tarde por culpa de un camión imprudente que se chocó con la parte trasera del bus lo que provocó que tuviera que correr cinco cuadras para llegar lo más rápido posible, obvio no sirvió de nada más que dejarme todo sudado y pegajoso, y gracias a que necesitaba mantener un historial de ausencias y llegadas tarde prácticamente intacto, mientras intentaba llegar a tiempo a la primera hora aquel día la escuela me pareció más grande de lo que realmente era. Apenas llegué fuera del salón, me escabullí dentro por la puerta trasera casi al mismo tiempo que el maestro de historia, por fortuna él no se dio cuenta.
Cuando me senté, Dahyun quien estaba un puesto en frente del mío, se volvió en mi dirección.
—¿Por qué llegas tan tarde? — inquirió en un susurro pues el maestro ya había comenzado a hablar.
Hice un ademán con las manos restándole importancia y le señalé al frente para que pusiera cuidado.
—Jeno vino más temprano para ver si ya había llegado, supongo que quería el cuaderno de vuelta — dicho esto se volvió hacía el tablero, dejándome con mil preguntas en la boca y una sensación molesta en la boca del estómago.
Casi no puedo concentrarme en clase debido a que estaba rogando fervientemente que las horas pasaran con lentitud para evitar tener que salir a receso. Había pensado en cómo evadir a Jeno durante los descansos y el almuerzo pero la gran mayoría de posibilidades incluían a Dahyun preguntando porque me comportaba tan extraño y no era una posibilidad decirle la verdad, al menos si no quería que se sintiera incómoda conmigo.
Quebré la lapicera con los dientes cuando sonó la campana. Accidentalmente la tinta negra del bolígrafo me manchó la boca. Maldije por lo bajo al mismo tiempo en el que la castaña se volteó en mi dirección.
—¿Estás bien? Pareces más idiota de lo normal — confesó soltando una carcajada. La miré mal mientras me ponía de pie — Anda al baño a limpiarte, nos vemos en las gradas de la cancha de fútbol ¿si?
Asentí mientras salía del salón con la mano sobre la boca rumbo al baño. Caminé lo más rápido posible porque me parecía humillante que la gente me viera todo manchado de tinta. Finalmente llegué al lavabo y cuando abrí el grifo metí la cara de lleno en el agua, restregué y restregué hasta que se fue gran parte de la tinta; aún así la lengua, los labios y parte de mi barbilla quedaron negros. Solté un gruñido frustrado y volví a restregar. En eso alguien abrió la puerta y entró al baño, no le tomé mucha importancia hasta que levanté la cabeza para mirarme al espejo y en el reflejo detrás mío vi el cuerpo trabajado de Lee Jeno apoyado contra la puerta de un baño. Abrí los ojos entre asustado y sorprendido, y como por acto reflejo volví a agacharme sobre el lavamanos.
—Mira en donde te vine a encontrar — habló tranquilamente y por el rabillo del ojo noté como me miraba a través del reflejo, porque claro, yo no era lo suficientemente valiente como para voltearme y darle la cara.
Ahora todo se reducía a ignorar por sobrevivir.
Oí sus pasos acercándose hasta ubicarse a mi lado en el otro lavabo. Me ponía nervioso que tuviera sus ojos fijamente anclados en mi dirección, mientras yo fingía que no existía usando la mancha en mi boca como excusa.
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Nuestro error | Fanfic Nomin.
Novela JuvenilCuando Jaemin ayudó a su mejor amiga a entregarle un regalo por San Valentín a su crush, lo que menos esperó, fue que eso desencadenara una serie de malentendidos que lo terminaron involucrando de manera muy personal con aquel popular chico de aspec...