Ya se me estaba haciendo costumbre viajar en moto, y aunque me seguía sin gustar; que fuera Jeno el que estuviera conduciendo y a quien estaba acompañando para mí hacía las cosas mucho más agradables, a pesar claro, de que condujera como desquiciado. Aun así, ahí estaba agarrado fuertemente de su saco del uniforme mientras serpenteaba entre el tráfico acumulado en las calles siendo viernes a la noche.
No podía negar que vivir en la capital tenía sus encantos, y uno de ellos era la vista nocturna. Todo estaba repleto de edificios, luces, ruido, y caos, los cuales en conjunto lograban impregnarte el cuerpo de adrenalina, era como volver a sentirte vivo de alguna forma y esa sensación era algo que realmente me gustaba mucho.
El viento era helado y, a pesar de que trataba de esconderme detrás del ancho cuerpo de Jeno, este me azotaba la cara. Faltaba poco para llegar a mi casa y era seguro que cuando lo hiciéramos iba a tener los cachetes entumecidos y rojos por el frío. En realidad, las probabilidades de que un cubito de hielo estuviera a punto de crearse en la punta de mi nariz eran muy altas. Instintivamente me pegué a la espalda de Jeno en busca de calor, pude sentir como se le tensaron los músculos de la espalda y cuando estuve apunto de echarme de nuevo hacía atrás, hizo lo que parecía que era su costumbre; aceleró bruscamente y me obligó a agarrarlo con fuerza otra vez.
—¡Podrías ser menos basto, ¿no crees?! — grité por encima del ruido de la brisa.
Apenas pude escuchar su risa como respuesta.
Unos minutos después finalmente llegamos frente a mi edificio. Obviamente Jeno no se aparcó de la manera más sutil y estoy seguro de que si no hubiera estado bien agarrado habría terminado conociendo el piso. Me saqué el casco y me bajé de la moto rápidamente mirando de malas maneras al pelinegro quien estaba tomándose todo el tiempo necesario para quitarse su casco y apagar la moto. No parecía muy interesado en mi expresión.
—¿Qué? — espetó con un tinte de diversión en la voz.
Lo miré receloso.
—Creo que ya te había dicho que tuvieras más cuidado al conducir — le recordé pretendiendo estar enojado, pero lo cierto era que me costaba mucho enojarme con él.
—¿Ah sí? — fingió pensar — la verdad es que no me acuerdo.
Sabía que me estaba vacilando gracias a la sonrisa burlona que había en su expresión, pero lo dejé pasar rodando los ojos e infantilmente sacándole la lengua.
—Vaya si que eres muy maduro ¿que edad tienes? ¿cinco años? — bromeó mientras se bajaba de la moto.
Tenía el casco en una mano y el cabello despeinado, añadiendo el hecho de que seguía con el uniforme no pude evitar encontrarlo atractivo, y es que, siendo sincero Jeno era muy guapo, y yo no sabía porque estaba pensando en eso así que hice una mueca y le quité la vista de encima antes de que me leyera la mente o algo por el estilo.
—Jajaja muy gracioso, mira como me río — ironicé, pero aun así no pude evitar sonreír.
Jeno se acercó hasta mí y me rodeó los hombros con el brazo. Me encogí un poco en mi lugar sintiéndome cohibido y nervioso.
—¿Mañana estás libre? — cuestionó mientras empezamos a caminar hacía la entrada del edificio.
Sentí la situación como un deja vu. Ya habíamos estado en una situación parecida solo que inesperadamente nos habíamos encontrado con mi mamá, claro que esta vez esperaba que eso no sucediera. No me malinterpreten, mi madre había sido buena compañía la otra vez pero lo único que realmente quería era pasar el rato solo con Jeno.
—¿Por qué? ¿Me vas a invitar a salir? — bromeé, aunque muy en el fondo esperaba que así fuera.
Jeno me miró y abrió los ojos con sorpresa. Tenía una sonrisa divertida, a diferencia de mí, que debía tener una expresión embobada.
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Nuestro error | Fanfic Nomin.
Teen FictionCuando Jaemin ayudó a su mejor amiga a entregarle un regalo por San Valentín a su crush, lo que menos esperó, fue que eso desencadenara una serie de malentendidos que lo terminaron involucrando de manera muy personal con aquel popular chico de aspec...