Capítulo 6

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Revisé esos álbumes toda la noche, foto por foto, intentando memorizar las expresiones de Lucia cuando era bebé, la cara de cansancio de Jessa en las fotografías, con esas enormes ojeras y su cabello en un moño mal organizado, pero... se veía al mismo tiempo tan satisfecha, tan feliz cada vez que miraba a la pequeña entre sus brazos... como me hubiese gustado poder ayudarla, poder... cuidar a ambas, poder casarme con Jessa, criar a Lucia, ser su papá, redimirme cada día de mi vida por hacerle pasar ese mal rato a su madre.

Si Connor no me hubiese mentido... Las cosas serían tan diferentes ahora...

Terminé robando una foto del último álbum, una en la que Lucia y Jessa posaban en quinta posición, ambas sonrientes y muy felices.

¿Qué?

Mi novia era bailarina y bailaba siempre en casa, es obvio que aprendería sus extrañas posturas, me encantaba ver su trasero cuando se contorneaba y hacía sus extrañas posturas.

El pie de la foto decía "Último día en Rusia, volveremos a nuestro hogar".

Esta es una foto actual.

A las cinco de la mañana, dejé todo ordenado, guardé la fotografía y me recosté en el sofá, cubriéndome con la manta, intentando dormir, pero estaba tan feliz, tan... eufórico, que... se me hacía imposible pegar un ojo, quería que se hiciera de día, quería que todos se levantaran, quería ver a Lucia... es mi hija, ya sé que es mi hija, quiero verla con ojos de alguien que sabe que tiene un hijo, una oportunidad.

Siete treinta, no pude soportar la espera, me levanté, ordené la manta y los cojines del sofá, yendo hacia la cocina, preparando la cafetera, la misma que usaba cuando aún vivía aquí, buscando una taza para hacer mi café... hasta que encontré la taza de Jessa, una taza rosa pálido, con una bailarina con su pierna extendida, era castaña, y al lado contrario decía; Aquí bebe la mejor bailarina.

Se la regalé yo.

¿La habrá dejado aquí o la taza regresó a su lugar luego de un viaje a Rusia?

De todas maneras, eso me hizo feliz, saber que aún estaba aquí.

Tenía mi café preparado, estaba por hacerme un sándwich cuando Lucia bajó a toda velocidad, sentada en la escalera, vistiendo un adorable tutú, iba perfectamente peinada, y llevaba una amplia sonrisa en el rostro.

Se ve preciosa.

Corrió hacia el reproductor y puso música de piano ¿Por qué una niña escucharía música así? Que no le gusta... no sé ¿Qué se supone que escuchan las niñas de su edad?

Vi desde la cocina a Jessa moviendo los sofás, instalando una barra en el centro del espacio.

— Bien cielo, ahora vamos a estirar. Primero, los pies a la altura de los hombros, tocaremos el piso bajando lentamente.

Bueno... no era mi intención estar de fisgón, pero Jessa iba con tutú, y se agachó con su trasero prácticamente mirándome ¿Cómo no iba a mirar?

Su culo sigue siendo tan maravilloso como lo recuerdo.

Estiraron, estiraron y estiraron.

Lucia podía abrirse de piernas sin problemas ¿Cómo es que no le dolía? ¿Cómo podía? Tenía mucha elongación, de seguro Jessa la lleva a sus practicas seguido, y así aprendió.

— Muy bien mi pequeña bailarina — le decía— Primera posición.

¡Ah! Esa la recuerdo.

Se supone que tiene que hundir bien el estómago, juntar sus talones y colocar sus manos frente a su regazo.

La tentación del diablo En pedazos #3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora