Capítulo 10

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Luego del buen rollo en el auto, las risas y los comentarios doble intencionados que me pusieron horriblemente cardiaco por la buena memoria de Jess y lo sucia que podía llegar a ser sin la necesidad de verbalizarlo expresamente, y quiero creer que eso es algo que le quedó de mí, Jess no maldecía, no hablaba en doble sentido y definitivamente no hablaba de sexo abiertamente cuando apenas nos conocimos, o quizá siempre fue así y a mí me odiaba por haberla amenazado en la seguridad de su casa.

Pensándolo bien... creo que es lo segundo. No sé en qué estaba pensando cuando me metí en su casa sólo para ser el dueño de sus pesadillas esa noche.

Llegando al parque de diversiones, pagué la entrada de los tres bajo las quejas de Jessa y un montón de "Yo también trabajo y puedo pagarnos a ambas" pero todos sabemos lo insistente que puedo llegar a ser, y siendo sinceros, todos saben que yo siempre gano... a menos de que Jess me de una de esas miradas matadoras que podrían hacer que me mee encima, Jessa me da miedo.

Lucia recibió una pulsera de papel que pusieron en su muñeca con nuestros números de contacto en caso de que se perdiera, cruzamos las puertas y como un torbellino comenzó a correr hacia el primer juego que encontró, unas tasitas que se levantaban y giraban en círculos, subiendo con otros tres niños, hablando divertidos y riendo a carcajadas, Lucia es muy sociable.

— Se ve muy contenta...

Dijo Jessa más para ella que para mí, viendo a nuestra hija con adoración.

— Cuando me dijo papá... creo que todo se puso en su lugar, todo en mi cabeza calzó, me sentí tan bien, tan... completo — Jess volteó a mirarme— Entiendo lo que querías decir, Lucia es una niña tan adorable, tan cariñosa, tan... tan Lucia, tan tú, tan yo a pesar de no haber estado con ella estos años... es... maravilloso...

Intentando verbalizar todo lo que sentía por la pequeña, pero las palabras no son suficientes para expresar cuanto siento por Lucia ahora.

— ¿Lo ves? ¿Ves que sí ibas a ser buen papá? tenías miedo por tu pasado traumático, lo entiendo, pero entiende algo tú, yo no soy tu mamá y tú no eres tu padrastro, eres bueno, eres atento — sonrió— fuiste muy cariñoso con ella cuando comenzaste a tomar tus medicinas otra vez ¿O crees que no me di cuenta? — alzando una ceja en mi dirección— No me mientas, no a mí, porque tal y como tú me conoces como la palma de tu mano, yo te conozco a ti, y comienzo a pensar que sería muy bueno tenerte cerca... por Lucia, quiero decir.

Ahí estaba ese sonrojo otra vez, esa leve coloración en sus mejillas que la hacían ver cinco años más joven, llevándome de regreso a esa época en la que estaba a unos centímetros de distancia y podía estirar mi mano tantas veces como quisiera hacia ella, para acomodar ese mechón rebelde que se escapaba de su pulcra cabellera, luego acariciaría esa mejilla con mi pulgar, mientras Jess apoyaba su rostro en mi mano, observándome, pidiendo que la besara...

— Sigo teniendo miedo de equivocarme — respondí— Pero ahora comprendo que las personas se equivocan, y mientras yo ame a esa niña — y a ti— siempre intentaré hacer lo mejor, porque... Lucia me salvó la vida, yo... yo no tenía deseos de vivir hasta que esa pequeña — viendo a la mocosa correr hacia nosotros— Llegó a mi vida y me dio un nuevo propósito.

Acuclillándome para atraparla en medio de su carrera.

— ¡Siguiente juego papá! ¡Siguiente juego!

Agitada.

Me incorporé, observando a Jessa, inmóvil.

— ¿Jess?

Toqué su hombro, dándole un ligero apretón, para que su mente regresara de dónde sea que estuviera ahora.

Sus ojos me enfocaron.

La tentación del diablo En pedazos #3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora