Capítulo 8

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Si alguien me hubiese dicho que yo, Luca Landon, alias El Diablo, estaría sentado en el piso de la sala, rodeado de perros que hablan, viendo caricaturas en la televisión, mientras dejo que mi hija me peine y maquille... te aseguro que no sobrevive, porque nadie habla de mí, no señor.

Peeero... (Y alargo la palabra para darle dramatismo) No hay nada que no haría por esta pequeña princesa bailarina, necesito recuperar el tiempo perdido con ella, necesito que vea en mí el padre que siempre quiso.

La dejé cepillar mi cabello a pesar de que lo tiró un par de veces, y me felicito a mí mismo por no hacer muecas de dolor ni una sola vez, luego la dejé hacerme moños con esos elásticos pequeños que se comen el maldito pelo, mierda, como duele esto...

Después...

Joder, me da vergüenza contar esto.

Lucía me preguntó qué color de labial me gustaba más, rosa, rojo fuerte o morado, y ahí iba yo escogiendo el rojo porque me gustaba cómo se le veía a Jessa, pero ¿En mí? Esa es otra historia.

Luego vino a sombra de ojos, dijo que tenía que ser un color sutil porque ya me pintó los labios rojos, así que eligió salmón y un blanco brillante, dijo que mami le enseñaba cuando ella se maquillaba para sus presentaciones, y agregó un montón de brillo, a Lucia simplemente le gustaba el brillo.

Luego vino el rubor, me regañó unos cinco minutos cuando dije colorete, dijo que así no se decía y me dio una charla sobre las palabras correctas y que mami se pondría verde si me escuchaba.

En ese momento carcajee.

Lucia habla mucho de Jess, se nota que mi ex novia se ha desvivido por nuestra hija, lo veo en el brillo de sus ojos cuando habla orgullosa de su mamá y su carrera, como si fuera su heroína.

Yo también quiero ser su héroe.

— ¿Y bien? ¿Cómo quedé?

Preguntándole a mi estilista personal, alias, Lucía.

— ¡Como un príncipe maquillado! — Carcajeó, cubriendo su boca con ambas manos— Papi gracias, me estoy divirtiendo mucho.

Cuando dijo papi, todo en mi interior se estremeció, mi estómago se retorció, y me entraron ganas de llorar, soy un marica.

Pero dime ¿No se te encoge el corazón?

Cinco años arrepintiéndome por el aborto de Jess, cinco años queriendo morir por la horrible decisión que tomé, y enterarme que está viva y escucharla llamarme papi...

Mierda, no hay nada mejor que esto.

Nada.

— Princesa, conocerte es lo mejor que me ha pasado, lo digo en serio — Y joder que lo digo en serio, porque yo iba a llegar anoche a colgarme de la lámpara— Y por favor, cuenta conmigo siempre, le daré mi numero a tu mami, llámame cuantas veces quieras, podemos ir al lugar que tú quieras, los tres, viajes en familia, caminatas, ir al parque, o por helado, da igual, dónde quieras, yo te llevaré.

— ¿Te estás despidiendo? ¿Vas a irte? — tomó mi mano, viéndome con temor— Es muy pronto, quiero jugar con papi más tiempo.

Viéndome con ojos vidriosos.

— No voy a irme aún, princesita, aún necesito pasar más tiempo contigo, conocerte, hablar mucho mucho contigo, por estos cuatro años.

Tomó una toalla húmeda y la pasó por mi rostro, sonriente.

— Mientras limpio a papi — carcajeó— no puedo tomarlo en serio si está maquillado. Papi ¿Puedo preguntar algo?

— Todo lo que quieras.

La tentación del diablo En pedazos #3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora