Capítulo 7

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Para cuando me di cuenta de lo que sucedía, tenía las uñas sucias con mi propia sangre ya seca, el rostro me dolía, sobre todo la frente, tenía los brazos arañados sobre las marcas frescas de los últimos cortes que me hice, y la casa estaba hecha un desastre, entre vidrios rotos de... no sé, algo debí romper, no lo recuerdo, y los muebles fuera de lugar o volteados, papá va a matarme si ve este desastre.

O peor, va a internarme, no puedo ser internado otra vez.

Me levanté a duras penas, yendo hacia mi caja de medicamentos, necesitaba medicarme y recuperar mi control.

— No lo hago sólo por mí, también por mi familia — repitiendo el mantra que me enseñaron en el ultimo internado, por adicción a las drogas y abuso del alcohol— Soy necesario — tomé una larga respiración, me temblaban las manos— Soy querido, soy amado, s-soy... hijo... — Y mi mantra siempre quedaba hasta ahí, recordando las personas que tenía a mi lado, no tenía a nadie más que a papá, pero ahora...— Soy padre, soy amigo, soy... quien recuperará a Jessa.

Recuperando el buen ánimo, fui hasta el baño y tomé una ducha con agua caliente, maldiciendo cada vez que me escocían las heridas, esta mierda duele, pero me hace sentir tan vivo...

Curé mis heridas lo mejor posible para que Jessa no se diera cuenta, sé que comenzará a regañarme, aunque me odie, ella es demasiado buena, pero no volveré con las manos vacías, no señor, tengo que ganar el cariño de mi hija primero, eso es lo importante ahora.

Primero mi hija.

Luego Jessa.

Los padres debemos pensar en ese orden. Los niños... son demasiado frágiles y dependientes para poner a otras personas por delante, ahora lo entiendo Jess... perdón...

Me vestí rápidamente, perfume, desodorante, tomé mis cosas y subí al auto, yendo directo al centro comercial más grande por los alrededores, estacioné en el subterráneo y subí las escaleras mecánicas hasta el primer piso, recorriendo por el exterior, buscando cosas de niños ¿Dónde carajos venden cosas de niños? Ni siquiera una puta vez en mi vida me detuve a pensar en eso.

— ¿Qué mierda es Paw Patrol?

Buscando en mi móvil para no hacer el ridículo, encontrando unos perros que hacían... cosas ¿Cómo a Lucia puede gustarle algo tan irreal? Por estos dibujos animados debe amar tanto a los perros, no me sorprendería si esperara que Lulú le dijera que es un doble agente y que mientras ella está en la escuela, salva el mundo.

— Señora, disculpe ¿Puedo preguntarle algo?

Viendo a una mujer de mediana edad, entregándole un helado a cada uno de sus hijos, tenía dos niños idénticos, lindos niños, pero no tan lindos como Lucia.

— Claro chico ¿Qué necesitas?

— ¿Sabe usted dónde puedo comprar cosas de estos dibujos animados? — enseñándole la fotografía— Mi hija es muy fanática, quiero hacerle un regalo.

Sonrió enternecida.

— Sí, mira, puedes encontrar de todo en esa tienda de ahí — señalando una tienda que parecía de adultos por el exterior, veía ropa de hombre en los escaparates— Tercer piso — dijo— Hay toda clase de juguetes de Paw Patrol, a mis hijos también les gustan, los dibujos animados de moda.

— Ya veo... así que a muchos niños le gustan lo mismo, creí que sólo era la mía. Muchas gracias señora, que tenga buen día con sus hijos.

— Son buenos dibujos animados — respondió— divertidos y familiares. Que tengas buena tarde también, joven, y espero que encuentres el regalo perfecto para tu hija.

La tentación del diablo En pedazos #3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora