Mi día iba de maravilla.
Entrenamiento perfecto, sudor perfecto, el olor... bueno, no es tan perfecto, huele a muerto todo el tiempo en este gimnasio, debo pedirle a papá que invierta en ventanas porque la peste aquí es insoportable.
Antes de ir por Lucia, tomé un baño, porque realmente apestaba luego de sudar tanto y subí a mi auto prometiendo regresar cuanto antes a mis prácticas, llegué diez minutos antes a la escuela, como buen padre, parándome fuera como el resto de las personas ue esperaban a sus hijos.
— Vaya... nunca habíamos tenido un apoderado como usted ¿Es nuevo? Nosotras conocemos a toda la comunidad.
Dijo una mujer que parecía la vocera del resto de las madres a sus espaldas.
— Sí, soy nuevo, mi hija se transfirió aquí este año.
Respondí de mala gana.
— ¿En qué nivel va?
Curioseó.
— En primaria.
Haciendo uso de todo mi autocontrol para no rodar los ojos y ser desagradable, leí un articulo en internet de que los padres deben llevarse bien entre sí para que los niños puedan jugar libremente e ir a las casas de otros y así.
— Vaya... ¿Y hace todo usted sólo? Debe ser difícil con una niña.
— No lo hago solo, mi esposa y yo siempre hacemos todo juntos.
Soltando el esposa sin pensar.
La expresión de decepción fue muy obvia en el rostro de todas.
— Ya veo, su esposa — carcajeó avergonzada— las madres nos reunimos ciertos días del mes para hablar sobre los niños y la comunidad escolar, dígale que nos llame para acordar una reunión todas juntas.
Entregándome su tarjeta de presentación.
— Se lo comentaré a mi esposa, gracias por su hospitalidad.
Afortunadamente la campana me salvó de esta incómoda situación, las puertas fueron abiertas y los niños comenzaron a salir, Lu se lanzó a mis brazos, feliz, parloteando sobre su día de clases, muy emocionada, contándome sobre todos los amigos que hizo, y la niña que la invitó a su casa que resultó ser hija de la mamá pesada de hace un momento, como estaba ahí, presionando y Lu muy ilusionada, simplemente accedí, luego se lo diría a Jessa.
Subí con la pequeña al auto, sentándola en su silla, ajustando los cinturones, luego subí yo, le entregué el móvil y la dejé poner la música que le gustaba mientras le hacía preguntas sobre los maestros, las clases, qué cosas le costaban como para comenzar a estudiar y poder ayudarle, no quiero quedar como idiota, pero en cierto punto dejó de responder, observé por el retrovisor y estaba dormida, supongo que se agotó con tanto ajetreo el día de hoy.
Todo iba bien hasta ahí, a metros del teatro para dejar a Lu con Jess, estaba por marcar su numero cuando vi el numerito que se estaba haciendo Connor frente al trabajo de mi chica, mi padre intentaba calmarlo, pero no funcionaba, seguía gritando, arrinconando a Jessa.
Bajé del auto con rapidez, dispuesto a apartarlo y darle pase libre a Jess para que entrara con la niña, no iba a golpearlo hasta que lo escuché decir que haría cualquier cosa para tener lo que yo tengo, que sería el padre de MÍ mocosa, si eso le permitía meterse entre las piernas de Jessa, esa mierda si que no se la perdono, no le faltará el respeto a mi familia.
Con el impulso de la carrera y toda mi fuerza, golpee a Connor en el rostro, viéndolo caer al piso acompañado de un ruido sordo, aturdiéndolo.
— Jessa, Lucia se durmió en el camino, llévala a su clase por favor, no tienes que seguir escuchando la mierda que sale de la boca de este idiota.
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La tentación del diablo En pedazos #3
RomanceLuca Landon evitó toda su vida crear lazos con su entorno, se olvidó del romance con la intención de evitar ser traicionado otra vez. Desconfiado, orgulloso, incapaz de controlar el arrebato de sus emociones... Sí, Luca Landon era así antes de conoc...