Capítulo 16

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Hoy tenía un día horriblemente ocupado.

En dos días tenía un viaje a Italia para una competición internacional, una semana, afortunadamente mañana es el ultimo día de clases y hoy Jess vuelve de su gira, por lo que tendrá algunos días libres, lo que significa, viaje familiar, de mis favoritos.

Estaba entrando como un maldito perro para rendir en esa pelea, todo iba de maravilla hasta que me llaman de la escuela de la señorita, once años y está metiéndose en peleas.

Me di una ducha para no oler a muerto, tomé la ropa deportiva limpia y me excusé con el entrenador, volvería enseguida.

Conduje como alma que lleva el diablo, preguntándome cómo estaba Lucia, mi pequeñita debe estar muerta de miedo ¿Quién fue la o él bastardo que se atrevió a ponerle una mano encima a mi niña?

Estacioné fuera de la escuela, cerrando la puerta del auto, contando hasta mil para no armar un escándalo, avisé en portería que había llegado y me guiaron hasta la oficina de la directora, fuera de esta, Lucia con sus moños hechos un desastre y la falda rota de abajo hacia arriba, esperaba, con el rostro rojo no sé si de ira o de pena, y rastros de lágrimas en sus ojos.

— Pequeña ¿Estás bien? — acuclillándome frente a ella— ¿Quién te hizo esto? ¿A quien vamos a golpear? Puedo ir a amenazar al incompetente de su padre ¿Qué dices?

Me miró.

— Sólo ve con la directora — dijo— Entra.

— Pero tú...

— Entra papá, joder.

Cruzándose de brazos.

Me incorporé lentamente, sorprendido por su grosería.

— Si tu mamá te escucha, nos cortará la lengua a los dos.

Dije.

— Por eso lo estoy diciendo, mamá no estoy y estoy muy enojada así que quiero decir groserías ¿Puedes entrar a la oficina para irnos ya?

Su expresión furiosa me recordaba a la mía.

— Está bien, entraré y nos iremos.

— Y... lo siento papá... por hacer que vinieras — comenzando a llorar— Estoy dándote problemas días antes de tu competencia, deberías estar entrando.

Llevando ambas manos a su rostro.

— Peque, te he dicho mil veces que tú y tu hermano son más importantes que mi carrera, da igual si tengo que venir mil veces — me quité el polo y lo puse sobre sus piernas— Ahora vamos, nos voy a escuchar otra versión que no sea la tuya.

Cargándola y entrando a la oficina de la directora.

— Buenas tardes.

Dije, tomando asiento con Lucia sobre mis piernas, a mi lado, una mujer regordeta me miraba con odio, sostenía un papel higiénico en la nariz sangrante de su hijo, tenía el ojo tan inflamado que no podía abrirlo, y comenzaba a tornarse de colores.

A la mierda, mi hija es una máquina de pelea.

— Señor Landon, esperaba a su esposa, pero Lucia dijo que no se encontraba, así que debimos recurrir a usted.

Tampoco me miraba bien la muy perra.

— Al grano ¿Qué pasó?

Soltando el cabello de Lucia, acariciándolo para organizarlo, estaba hecho un desastre.

— ¿No puede ver lo que su hija le hizo a su compañero? Las peleas están completamente prohibidas en esta institución, me veo en la obligación de suspenderla hoy y mañana.

La tentación del diablo En pedazos #3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora