CAPÍTULO 20

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Iba silbando la 5ª sinfonía de mi amigo Beethoven por el pasillo, mientras me acercaba a mi casillero para dejar los libros allí antes de ir a la siguiente clase. Hoy debo decir que estoy muy responsable, no he llegado tarde a ninguna clase y he ido a todas.
Debo tener algún tipo de problema, o algo en mi cerebro no esta haciendo conexión. Vi como mi hermana caminaba hacia mí, pero no me había visto.
—Yel —la llamé. Ella levantó la vista y me miró.
—¿Qué haces Talia? —me preguntó.
—Busco unas cosas —le dije y miré a su alrededor para ver si estaba Wanda. Desde que se encontraron habían estado hablando y yo no tuve tiempo de agarrar a mi hermanita y preguntarle de dÓnde demonios se conocían —¿Vas a contarme de donde conoces a Wanda?
—Aaaaw, juro que aún no puedo creer que ella este aquí. Y yo que pensé que llegaría aquí para amargarme como la mejor...
—Aja, si que bueno —dije sin mucho interés —¿Me cuentas?
—Mmm, que interés.
—Vamos viudita, no tengo toda la vida.
—Te cuento luego, ahora tengo que ir a clases. Te quiero —besó mi mejilla y se fue dejándome con aquella maldita intriga.
Volví mi vista al frente y la que venía ahora hacia mi era la castaña. No podía dejar pasar esta oportunidad, tenía que saber. Me puse justo en su camino, ella miraba para atrás sin dejar de caminar, ya que estaba hablando con alguien del cual se estaba alejando.
Volvió su vista al frente y chocó levemente contra mí.
—Auch, me asustaste —me dijo.
—Hola brujita—la saludé.
—¿Qué quieres? —me preguntó cortante. Aún estaba sentida por lo del beso. Sonreí por lo bajo y la miré a los ojos.
—¿De dónde conoces a Yelena? —le pregunté.
Su mirada acusadora cambió por una mirada asombrada y algo avergonzada. Apretó sus labios y luego sonrió.
—Pasado tormentoso, Romanoff. No quieres saberlo —dijo y me guiñó un ojo para comenzar a caminar y alejarse de mí.
—Si quiero saber —le dije, mientras ella caminaba. Se giró a verme y sonrió.
—No, no quieres saberlo.
Siguió caminando y me dejó con más intriga de la que ya tenía.
¡Mierda, tengo que saber de donde se conocen! ¿Y qué es eso de pasado tormentoso?
Como dijo Thor, ¿Qué es lo que esconden ese par de ojos verde?
El resto del día se me pasó bastante lento, siempre me pasa eso cuando estoy con algo que me intriga en la cabeza. Thor, Kate y yo salimos de nuestra última clase y caminamos hasta el estacionamiento para irnos a nuestras respectivas casas. Me prendí un cigarrillo, y comencé a compartirlo con Kate.
—Que día —suspiró la pelinegra mientras soltaba el humo por la boca.
—Ni lo digas —dijo Thor mientras mientras nos observaba.
Entonces los tres detuvimos nuestros pasos al verlas caminar sin dejar de hablar y reír. Juro que en un momento la imagen se volvió en cámara lenta y cada movimiento que ellas hacían se veía con más claridad. Fijé mi mirada en Wanda, miré el movimiento de sus labios al hablar, la forma en la que se curva su boca al sonreír. Sus largas pestañas, su piel de porcelana, la suavidad que muestran sus piernas...
¡Diablos! ¡No puede ser que aún no me haya acostado con ella!
—Creo que estamos viendo cómo empieza la destrucción del mundo —les dije a mis amigos.
—Yo creo que las tres hacen un lindo trío de ángeles —dijo Kate con tono bobo.
—Yo creo que mejor nos cuidamos las espaldas —aseguró el rubio.
Las tres se subieron al auto de la castaña y prendieron marcha.
Nosotros terminamos nuestros cigarrillos y también prendimos marcha a nuestras casas. Cuando llegué me tiré de cabeza al sillón. Realmente estaba agotada.
Tomé el control remoto y prendí la tele. El timbre mi departamento sonó. Fruncí el ceño, ¿Quién podrá ser? Yo no espero a nadie hoy. Caminé y abrí la puerta.
—Hola hermanita, gracias por darme asilo en tu hogar —dijo ella con una sonrisa de oreja a oreja.
Entró con unas tres valijas y las soltó en medio del living. La miré sin poder creerlo.
—Pero Yel...
El timbre volvió a sonar, me acerqué a la puerta y la abrí.
—Hola Tasha, no sabía que estarías aquí —me dijo ella.
—Te recuerdo que esta es mi casa, brujita —le contesté.
—Wanda, pasa —le dijo Yelena. La castaña sonrió y pasó. Se abrazaron amistosamente y se sentaron en el sillón.
¿Acaso yo estaba teniendo una pesadilla y en cualquier momento iba a despertar?
Ambas me miraron y juro que sentí miedo.
—¿Qué te pasa? —me preguntó mi hermana.
—No, nada —le dije y me acerqué a la mesa de mármol que estaba allí para sentarme y comer un poco de galletas.
Ellas hablaban en voz baja y de vez en cuando Yel me miraba de reojo. ¡Dios mío, esto no podía ser peor! El timbre volvió a sonar. Suspiré frustrada.
—Tali, ¿puedes abrir? Esa debe ser Jane—me dijo mi hermana
—¿Me ves cara de mayordomo? —le pregunté.
—Anda Romanoff, no seas mala —dijo la castaña poniendo su mejor cara de niña buena.
La miré fijo y asentí. Caminé hasta la puerta y la abrí. La pequeña figura de Jane me miró fijo y acomodó sus lentes.
—Lo siento, creo que me equivoqué —dijo tímida.
—No, no te equivocaste, pasa están adentro —le dije. Ella asintió y entró.
La pequeña Jane se acercó a las otras dos y se abrazaron dulcemente. Se sentaron y comenzaron a hablar en voz baja. Las tres giraron su vista hacia mí.
—Ya puedes irte —dijo Yelena.
—¿Qué? —le pregunté —No saldré para que ustedes trío de ninfas conspiradoras estén solas en MI departamento.
Wanda rió por lo bajo.
—¿Te sientes intimidada? —le preguntó ella.
—Solo me temo que incendien mi departamento. Además que no tengo a donde ir —dije y puse mi mejor cara de niña buena y obediente. Wanda miró a Yelena y a Jane.
—No podemos dejarla en la calle, miren su carita —les dijo.
—No me ayudes brujita—le pedí.
—Okey, parece que estás sensible hoy —me dijo y volvió su vista a las chicas.
Sonreí por lo bajo y caminé hasta el pasillo.
Tenía que escuchar que hablaban, así que me quedé allí con la oreja bien parada.
—¿Y, van a contarme de donde se conocen? —preguntó Jane.
—Creo que fueron las mejores vacaciones de toda mi vida —dijo Wanda.
—Si, nunca las voy a olvidar. Yo estaba en Hawái con mi tía de vacaciones—habló Yelena.
—Yo había viajado con mi padre.
—Recuerdo que ese día me había enojado con mi tía porque quería coquetear con un bailarín de salsa que había en el hotel —dijo la rubia.
—La tía Bohdana no era así —susurré.
—Bajé al bar y me encontré con Wanda...
—Que también yo estaba enojada con mi padre, por sus estúpidas amenazas —dijo ella.
—Comenzamos a hablar, y nos hicimos amigas. Esa noche arreglamos en salir a bailar
—Y fuimos. Pero esa noche fue un descontrol...
—¿Descontrol? —preguntó la chica de lentes.
—Nos pusimos a tomar un poco, y luego se nos ocurrió hacer una apuesta —contó mi hermana.
—Jugamos a quien seducía a más chicas en la noche —dijo la castaña.
—Había que incluir el beso, ¿verdad? —dijo Yelena. Wanda rió divertida.
—Si, es verdad.
—¿Quién ganó? —dijo Jane.
—Pues claro, ¿quien va a ser? Yel —musité.
—Wanda, me ganó por tres chicas de diferencia —dijo mi rubia hermana —Lo que pasa es que yo, me encariñé con una y me quedé más tiempo del que debía. Sino era obvio que yo ganaba.
—No es cierto, igual iba a ganarte —aseguró la castaña.
No puedo creer lo que estoy escuchando. Eso no puede ser cierto. No, no creo que sea cierto.
Estoy completamente segura de que ambas están bromeando.
—Después robamos una tienda —prosiguió Yelena.
—Querrás decir, ROBASTE una tienda —aclaró Wanda.
—Tú me ayudaste a hacerlo, ya que no querías dejarme comprar esa bikini.
—¡Tenías una igual Yel!
—No es verdad, esa tenía una piedrita de color que la otra no —se quejó ella.
—Luego casi quemamos el hotel —dijo la castaña.
—Casi QUEMASTES el hotel —aclaró la rubia.
—¡No! ¡Eso no es cierto! Tú también lo hiciste.
—Tú sedujiste a esa chica, la pobre de tan boba que quedó dejó apoyado el cigarrillo cerca de una tela y casi destroza el lugar.
—¿Hace falta que seas tan detallista?
—Si, lo hace. Luego nos anotamos en un concurso de camisetas mojadas —dijo mi hermana.
—Pero antes de empezar Belova quiso matar a las demás participantes, porque todas tenían los pechos hechos y el trasero también. Nos echaron.
—Si, malditas barbies de plástico —dijo mi hermana con odio.
—Luego una noche nos hicimos pasar por pareja para poder entrar a un club de parejas, sino no podíamos pasar.
—Tuvimos que besarnos delante del guardia para que nos dejara pasar —acotó la rubia.
—Si, creo que nunca sentí tanta vergüenza en mi vida —dijo divertida Wanda.
—¡Mentira! Si te encantó, hasta casi me pides ser tu novia por eso.
—Sabes que a mi me gustan los ambos bandos, pero mi última relación fue con un chico—aclaró ella, porque las mujeres buscan el dinero de mi familia.
—Si lo sé, pero igual te encantan.
—Y bueno, luego hicimos varias cosas —dijo la castaña.
—Atropellar a un cartero.
—Le quitamos unos caramelos a un par de niños.
—Hasta que Wanda conoció a Barnes—habló con odio Yelena—Y desde ahí, ya no volvió a ser la misma Maximoff busca problemas de antes.
—No, eso no es así...
—Si, si lo es... me cambiaste por un idiota y aún estoy resentida por eso.
—Suena a que deberían tener órdenes de restricción para estar cerca una de la otra —habló Jane Asentí con la cabeza, sin dejar de escuchar —No deberían estar a menos de 50 metros de cerca.
¡Dios santo, por lo menos Jane es algo sensata!
—¿Qué Jane? ¿Acaso nunca te has portado mal? —le preguntó la castaña.
—Verdaderamente... no —dijo ella.
—¡Aaaay no, eso no puede ser así! Vamos a salir las tres juntas y volveremos a Jane, una chica rebelde.
—Nooo —chillé sin darme cuenta.
—Oye, ¿Qué haces ahí? —me preguntó la chica de lentes. Salí de mi escondite. Las miradas venenosas de mi hermana y de la brujita se posaron en mí.
—¿Estabas escuchando? —preguntó mi hermana.
—No, yo no estaba escuchando. ¿Acaso creen que soy una chismosa? —les dije.
Las tres entrecerraron los ojos.
—Obviamente si —dijo Wanda.
—No hagas preguntas, de las cuales no quieres saber la respuesta —me dijo Jane.
La miré bien.
—Con razón pones nervioso a Thor, tienes cara de buena, pero de seguro eres peor que estas dos —le dije. Miré a mi hermana —¡Y tú Yelena! La tía debió dejarte más tiempo en el internado de monjas —miré a Wanda y negué con la cabeza —Y tu, de ti no me lo esperaba.
—¿Qué? ¿Qué cosa? —preguntó ella.
—Y yo que te veía como la madre de mis hijos —le dije y apoyé mi mano sobre mi pecho.
—¡Oh dios! —dijo ella divertida —Tú solo quieres una noche conmigo, y no la obtendrás.
—Los labios que besarían las frentes de mis hijos... tocaron los de Yelena... no se si podré superarlo —dije con mi mejor cara de decepción.
—Óyeme —se quejó mi hermana —Cosas peores han tocado tus labios...
—Tu hermana es más cosa que tocar a esa... rubia y hueca de Carol Danvers. Y quien sabe cuántas huecas más —me acusó la castaña.
—No soy una cosa —dijo Yelena entrecerrando los ojos

PELIGROSA OBSESIÓN (WANDANAT VERSION)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora