CAPÍTULO 25

458 55 7
                                    

Lo miré con toda la furia que podía tener. Maldito infeliz, juro que me las va a pagar de la manera más dolorosa.
—No más preguntas —dijo su abogado.
—¿Usted tiene preguntas señor Barton? —le preguntó a mi abogado.
—Si, si las tengo —dijo y se puso de pie. Caminó hasta donde estaba Barnes —Señor Barnes, ¿Por qué cree que el señorita Romanoff lo atacó? —le preguntó.
—Mmm, porque es una lunática —dijo él.
—Aja, según se la señorita Romanoff tiene un excelente historial psicológico. No tiene ningún problema mental —dijo y giró para mirar a los miembros del jurado —Entonces queridos miembros del jurado, ¿ustedes creen que pudo golpearlo porque si? Algún motivo tuvo que tener, ¿Cuál fue el motivo señor Barnes? —James guardó silencio y compartió una nerviosa mirada con su abogado —No más preguntas al señor.
—Puede retirarse Barnes —le dijo el juez —Señor Barton, ¿tiene alguien para interrogar?
—Si —dijo él. Se giró a vernos —Llamo al estrado a la señorita Wanda Stark-Maximoff.
Todo el mundo se giró a verla. Con cuidado ella se puso de pie y caminó de la misma forma hasta el lugar en donde antes estaba Barnes. El mismo hombre del libro se acercó a ella.
—Jura decir la verdad, y nada más que la verdad —le dijo.
Ella apoyó la mano derecha sobre el libro.
—Lo juro —dijo. Barton se acercó hasta ella.
—Bien señorita Stark, ¿Usted conoce al señor Barnes? —le preguntó.
—Si —dijo ella asintiendo.
—¿Podría decirnos hace cuanto?
—Conozco a James desde hace ya dos años, lo conocí en unas vacaciones que hice con mi padre.
—¿Podría decirnos como es él?
—James es un chico dulce, cuando quiere. Atento y respetuoso —habló ella. ¿Acaso eso iba a ayudarme a salir? —Pero tiene un serio problema, es demasiado celoso...
—¿Celoso? —dijo mi abogado y sonrió —¿Podría decirnos un poco más de eso?
—¡Objeción! ¿Qué tiene que ver la vida personal del señor Barnes con esto? —dijo su abogado.
—No da lugar —dijo el juez y miró a Wanda —Prosiga.
—James y yo comenzamos una relación amorosa algunos meses después de conocernos, antes de eso todo era perfecto, hasta que comenzaron a aparecer los celos. Pero no eran celos normales, eran celos posesivos y hasta irracionales. Aguante esa situación, porque de verdad lo quería, y quería intentar algo con él. Hasta que hace unos meses decidí terminar con la relación, sus celos me estresaban...
—Entonces ¿usted nos está diciendo que el señor Barnes sufre un grave problema de celos?
—Si —dijo ella asintiendo.
—¿Usted conoce a la señorita Romanoff? —le preguntó. Ella posó su mirada en mí. Y había algo en su mirada que no había visto antes.
—Si —contestó.
—¿Puede contarnos sobre eso?
—A Natasha la conozco hace un mes. Ella y yo vamos a la misma Universidad, al igual que James.
—Ajá, ¿usted podría decirme algunas cosas sobre la señorita Romanoff?
—Ella una dama y muy respetuosa con su entorno. Siempre se muestra generosa con la gente que quiere y siempre encuentra la manera de hacerte reír.
—¿Señorita Stark, tiene usted algo con la señorita Romanoff? —le preguntó.
Ella volvió su vista a mí y yo la miré fijo.
—Si —dijo ella.
Entonces sentí que mi corazón se aceleraba. Ella iba a mentir para sacarme de aquí.
—¿Hace cuanto?
—Hace dos semanas.
Barton se giró a ver a los miembros del jurado.
—Una joven pareja, que acaba de empezar ¿no les parece tierno? —preguntó. Todos rieron por lo bajo. Se acercó de nuevo a Wanda—¿Cree usted que eso tiene que ver con lo que pasó ayer con el señor Barnes?
—Estoy completamente segura de ello —dijo ella.
—¡Maldita seas Wanda! —rugió Barnes.
—¡Vuélvele a levantar la voz imbécil y te arrepentirás! —le advertí.
—¡Orden, orden! —dijo el juez elevando la voz, haciendo que todos se callaran —Prosiga señorita.
—Natasha jamás actuaría sin provocación. No la conozco hace mucho, pero si lo suficiente. Siempre esta tranquila, y pasiva. Le gusta compartir tardes con sus amigos, y no es celosa... bueno quizás un poco, pero normal. Estoy segura de que James se enteró y que fue a buscarla —dijo y su voz comenzó a sonar temblorosa. Todos la miramos bien.
—Es hora de la actuación —me susurró Yelena.
—Lo único que yo quiero es que ella salga. Ustedes no tienen ni idea de lo terrible que fue ayer para mi enterarme de que ella estaba aquí —dijo y soltó algunas lágrimas —Yo la quiero, y ella no es un mala persona. Yo sé que también me quiere...
—Tranquila señorita Stark —le dijo Barton y le cedió un pañuelo.
Ella sonó su nariz y soltó un nuevo sollozo. Giré mi vista al jurado y todas las mujeres que estaban allí miraban con ternura a Wanda
—¿Acaso no puedes dejarme en paz James? —le preguntó a Barnes —¿No te cansas de querer volverme loca, ya debes aceptar que soy bisexual?
—¡Eres una cualquiera! —le gritó él.
—¡No te voy a permitir que le hables así a mi brujita! —le grité poniéndome de pie.
—¡Se me callan o los encerrare a los dos! —gritó el juez.
Todo el mundo volvió a guardar silencio.
—Lo único que pido es que piensen bien antes de encerrarla. Yo sé que ella hizo unas cuantas cosas malas en el pasado, pero me dijo que estaba dispuesta a cambiar...
—Si, por ti si brujita—dije en voz alta. Todos me miraron.
—No tengo más preguntas señor juez —dijo Barton.
—Señor Nelson, ¿tiene preguntas para la señorita Stark? —preguntó el juez al abogado de Barnes.
—No, no señor —contestó él.
—Puede volver a su lugar señorita Stark —le dijo el juez.
—Gracias —susurró ella.
Se puso de pie y comenzó a caminar. Entonces me paré y me acerqué rápidamente a ella.
—Señorita Romanoff, siéntese —me dijo el juez. No le presté atención y la miré fijo a los ojos.
—Tengo besarte para que esto sea más real —le susurré.
—No —dijo ella por lo bajo.
—Si —dije y me incliné hacia su rostro.
Capturé sus labios de manera suave, cerrando al instante mis ojos. Todo lo que estaba a nuestro alrededor pasó a un segundo plano. Solo estaba ella frente a mí. Ella y esta maldita sensación que me trae loca. Sus labios se dejaron mover suaves junto a los míos.
—¡Jovencitas! —elevó la voz el juez. Wanda se alejó rápidamente de mí.
—Lo siento —se disculpó ella.
—Usted no tiene ni idea de lo feo que es pasar una noche alejado de esos labios —le dije.
—Vuelva a su asiento, Romanoff—me dijo.
Asentí y volví a sentarme. Giré mi cabeza para ver a Wanda, ella me miró y negó con la cabeza para luego mirar al frente. Creo que no debí hacer eso, pero fue más fuerte que yo.
Uno de los miembros del jurado se levantó y le entregó un papel al juez. Este lo leyó y nos miró a todos.
—Ya tenemos la sentencia —dijo el juez. Respiré profundamente. Y me imaginé lo que iba a ser pasar unos 2 o 3 años aquí dentro. Cerré los ojos y esperé a escuchar —La corte a decidido absolver a la señorita Natasha Romanoff, bajo la fianza de unos dos mil dólares.
El aire que estaba aguantando en mis pulmones salió rápidamente. Miré a Barton y él sonrió. Escuché a lo lejos un festejo de risas. Giré y eran Thor y Kate.
—¡Maldición! —rugió Barnes —¡Son todos unos incompetentes! ¡No saben nada!
—Señor Barnes, ¡Cálmese! —le dijo el juez.
—¡Y usted más que ningún otro, señor juez! —le gritó.
—¡No voy a tolerar la falta de respeto a mi autoridad! —le dijo él —¡Enciérrenlo para que aprenda a respetar a la ley!
Vimos como los guardias lo llevaban, para adentro. Yelena se acercó a mí y me abrazó. Pude responderle el gesto.
—Te juro que estaba muy preocupada hermanita —me dijo. Me alejé de ella y le sonreí.
—Lo sé, tonta —le dije divertida.
—Pensé que ibas a quedarte en ese horrible lugar.
—Pero como ves, no fue así.
—Bueno, ya damos por terminado esto —habló el juez —Señorita Romanoff, puede irse... pero la próxima vez no habrá perdón.
—Lo entiendo —le contesté —¿Qué harán con Barnes?
—Lo dejaré una noche para que aprenda a comportarse —me contestó.
—¿No podrían ser dos? —pedí.
—Lo siento, pero no —me dijo divertido.
Asentí con una pequeña sonrisa. El honorable juez se puso de pie y se fue de allí. Los miembros del jurado comenzaron a hacer lo mismo. Mis amigos se acercaron a mí. Thor me abrazó con fuerza, como si hace mucho no lo hiciera.
—Pensamos que te pudrirías adentro —dijo contento el rubio.
—Si, hasta estábamos haciendo turnos para quien te traía los cigarrillos —dijo Kate.
—Gracias a dios no fue así —dijo Yelena contenta y me volvió a abrazar.
—Todo salió mejor de lo que esperé —habló Barton —Y todo gracias a la señorita Stark.
Me giré a buscarla y ya no estaba.
—¿Dónde esta? —pregunté.
—Creo que se fue —dijo mi hermana apuntando a la puerta que se acababa de cerrar.
—¿Cómo que se fue? —dije confundida.
Entonces puse mis piernas a correr para encontrarla. Salí y la divisé caminando.
—¡Wanda —la llamé. Ella comenzó a caminar más rápido, entonces comencé a correr de nuevo hasta que logré alcanzarla. La tomé del brazo y la detuve.
—¿Qué quieres? —me preguntó nerviosa.
—¿Qué pasa? —le pregunté.
—¿Qué pasa? ¡Pasa que trato de ayudarte y tú te aprovechas! —me dijo enojada.
—¿Lo dices por el beso? —dije algo confundida.
—Dime, ¿Qué necesidad tenías? Bastante ya hice poniéndome en contra de James, no debiste hacer eso...
—Lo siento, lo siento —me disculpe.
—¿De verdad lo sientes? —preguntó con ese tono firme y enojado aún.
—Realmente... no —contesté.
—¡Lo ves! Eres... eres una cínica.
—Espera un segundo...
—Ya no te quiero cerca —dijo apretando los dientes —¡Ni como amiga, ni como nada!
—Pero Wanda...
—¡Pero Wanda, nada! ¡Me cansé Romanoff, realmente me cansé! ¡Me cansé de tu inmadurez de tu cinismo, de la falta de consideración!
—No es la primera vez que te beso...
—Lo sé, pero fue la última —sentenció. Entonces sentí una presión en mi pecho —Querías una respuesta directa, entonces la tendrás. ¡No! ¡No tienes ninguna posibilidad!
—¿Así lo quieres? —le dije un poco bajoneada.
—¡Si, así lo quiero! ¡Ya no me mires, ya no me hables! ¡Has de cuenta que no me conoces! Y quédate tranquila, no me verás en tu casa. Le diré a tu hermana que ahora nos juntaremos en la mía o en la de Jane...
—Pues aun así no vas a deshacerte de mí —le comenté.
—Si lo dices por lo de la oficina de mi mamá, quédate tranquila, haré como si no estuvieras. Pero esto se terminó, y espero que ahora si haya quedado bien claro.
Comenzó a caminar, dejándome con toda la bronca del mundo.
—¡Ya volverás arrastrándote a mí! —le dije fuerte ya que se alejaba más.
—¡Eso lo veremos! —me contestó.
—¡Bruja!
—¡Idiota!
Me quedé ahí quieta, mirando como desaparecía. ¡Al demonio! ¿Quién la necesita?
¡Yo soy la que tuvo que haber dicho esas cosas, cuando me cansara de ella!

PELIGROSA OBSESIÓN (WANDANAT VERSION)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora