CAPÍTULO 21

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Wanda me miraba asesinamente, mientras que yo me la comía con la mirada. Yelena estaba concentrada en decirme algo, pero aun no lo hacía.
—Muchachas, muchachas ¿Por qué no nos calmamos un poco? —dijo Jane. Las tres nos giramos a verla. Asentí con la cabeza y volví mi mirada a mi brujita.
—De verdad estoy dolida —le dije y volví a tocar mi pecho —Jamás me lo imaginé de ti, de ti que te veías tan correcta.
—Y ahora la ves incorrectamente deseable, ¿verdad? —dijo Yelena—Hagamos un trato sestra, te consigo una noche con ella y me cedes tu cuarto.
—Trato hecho —le dije sin siquiera vacilar.
—Óyeme, ¿Acaso mi dignidad vale menos que una buena cama? —le preguntó Wanda sin poder creerlo.
—Por mi pobre espalda si —le dijo la rubia.
—Esa no es manera de convencerme Yelena —dijo la castaña.
—Y tampoco creo que sea la adecuada —acotó Jane.
— ¿Lo ves? Eso se llama ser amiga —dijo Maximoff y se acercó para abrazar la chica de lentes.
—Está bien, está bien —dijo mi hermana —Mmm, ¿Qué tal un beso?
La castaña la miró fijo por unos cuantos segundos. Soltó un leve suspiro y me miró.
—Está bien —le dijo y se puso de pie. Se acercó a mí. Y cuando estuvo lo suficientemente cerca se puso en puntas de pie. Sus labios rozaron los míos —¿Puedes agacharte un poco? No llego.
Bobamente obedecí a su petitorio. Me incliné y choqué despacio contra sus labios. Y cuando intenté mover mi boca, para obtener un poco más de ella, se alejó —Listo, su cama ya es tuya Yelena.
—Pero, ¿Acaso yo no tengo poder de palabra? —pregunté.
—Ese es el máximo grado de intimidad que lograras conmigo, Romanoff—me dijo la castaña.
—Talia, lleva mis valijas al cuarto ¿sí? —dijo mi hermanita.
—Yo creo que es justo —habló Jane.
— ¿Acaso tú solo hablas para hundirme? —le pregunté —¿Por qué me odias? No, no es justo. Ese no fue el trato Yelena. ¿O me das una noche con ella o no hay cama?
—Wanda, ¡por dios! Dale lo que pide —le rogó.
—No, ya te lo dije. Mi dignidad vale más que una cama.
—Por favor, amiga. Por favor —le suplicó poniendo su mejor cara de sufrimiento.
Quizás lo consiga, y al fin obtenga mi noche con la castaña. De solo pensarlo ya me emociono más de lo que debería.
Todos observamos como Wanda miraba fijamente a Yelena, de seguro estaba pensando en cómo decirle que no, que ni loca lo haría. Hasta que se giró a verme.
— ¿Sabes Natasha? Pensé que eras una dama... no sé creo que fue una mala impresión. Después de todo siempre te has mostrado generosa y respetuosa con los que quieres, y como Yelena es tu hermana... tu única hermana por lo que he oído, y por como ella habla bien de ti y lo mucho que te ama, pensé que el sentimiento era mutuo. Pero no... Si la amaras y fueras una buena hermana le cederías tu cama. Creo que me equivoqué contigo —dijo y apoyó su mano sobre su pecho.
Entrecerré mis ojos y la miré fijo por unos cuantos segundos.
—¿Sabes que ese es un chantaje muy barato, verdad? —le dije. Ella sonrió.
—¿Funcionó? —me preguntó. Suspiré levemente.
—Si, funcionó —tomé las valijas de mi hermana —¿Están son todas?
—Si hermanita bella. Muchas gracias, te adoro, eres un encanto —me dijo ella. Miré a la castaña.
—Me debes una —le dije mientras caminaba.
—Cuando quieras —dijo ella y las tres rieron divertidas.
Yo creo que de verdad está intentando volverme loca. Ella de seguro quiere jugar conmigo. Acabo de conocer a la verdadera Wanda Stark-Maximoff. Del mismo material que mi hermanita, fue hecha solo para volverme loco. Aunque si debo admitir que Wanda tiene algo que Yelena no.
Sabe cuando decir que no, y dejarlo muy en claro. Sabe como enredarte y hacerte desear. Sabe como dar en el blanco y sabe como hacerte sentir una idiota.
Dios mío, creo que me saqué un boleto directo al infierno. Un boleto a la locura y a mi perdición. Pero ella no va a poder conmigo, ella va a terminar rendida a mis pies. Eso se los puedo asegurar.
La semana pasó bastante lenta para mi gusto. Aunque algo divertida debo admitir. Kate intentó seducir a mi hermana, y ella terminó siendo la seducida. No deja de hablar de ella, ya me tiene loca.
Mientras tanto Thor está haciendo todo lo posible por averiguar cosas sobre su angelito diabólico. Estos amigos míos ya cayeron más bajo de lo que yo creía. Ambos parecen unos idiotas detrás de unas faldas complicadas.
El timbre de salida sonó, hoy es viernes. El bendito viernes. Hoy tendría mi conquista de la semana. Y ahora tenía que verme con ella, para arreglar unas cositas.
—¿A dónde vas tan apurada? —me pregunto Yelena.
—Tengo que hacer unas cosas —le contesté.
—Oye, ¿no te enojas si hoy vienen a dormir Wanda y Jane? —dijo ella.
—No, no hay problema. Hoy saldré —dije. Ella sonrió.
—Perfecto hermanita, te veo luego —besó mi mejilla y apuró su paso.
Salí de salón y divisé a Ashley a unos metros de allí. Con discreción me acerqué a ella y le hice un gesto para que fuéramos al gimnasio.
Cuando estuvimos ahí caminamos hasta detrás de las gradas que estaban allí.
Ella sonrió pícaramente y tomó mi corbata para cercarme a ella y comenzar a besarme. La miré bien, mientras nuestras bocas se unían.
Pero entonces pasó de nuevo. La que estaba frente a mí no era Ashley, era Wanda. Sus manos se colocaron alrededor de mi cuello y me acercó más a ella. Instantáneamente mis ojos se cerraron y la apreté más contra mí. Como me gustaba besarla, como me gustaba sentir su lengua sobre la mía. Como me gusta Wanda...
Bajé una de mis manos hasta el final de su corta falda. La levanté con cuidado. Ella se alejó un poco de mí.
—Espera Romanoff, estamos en la Universidad —dijo agitada.
Esa no era la voz, ni el olor de Wanda. Y al alejarme el espejismo se desvaneció y el encanto se perdió.
Ella me dijo algo, y no escuché lo que dijo. Solo acerté a asentir con la cabeza. Se acomodó la blusa y la falda. Me iba a volver a besar, pero me moví y el beso frío apenas alcanzó la comisura de mis labios.
—¿Qué sucede? —me preguntó.
—Nada cielo, ve tranquila —le dije y me alejé más de ella. Ella frunció el ceño.
—¿Sabes? He notado que a todas nos dices cielo, linda o dulce. Pero solo le dices brujita a Wanda.
—No, eso no es así —dije.
—Si, puedo asegurarte que si.
—Pues entonces... no nada. Ve, ve, creo que va a ser mejor que esto lo dejemos para otro día.
—¿Qué? —preguntó.
—Si, recordé que hoy tengo... tengo que hacer unas cosas y no podré verte. Lo siento dulce...
—Vanessa tenía razón —me dijo. La miré bien —Estas muy cambiada...
Se fue de allí dejándome bastante confundida. Salí del gimnasio y ya casi todo el mundo se había ido. ¿Cambiada? ¿Yo estoy cambiada? Al parecer si, y esto no puede estar pasando. Fui hasta mi moto y me subí en ella. No quería volver a casa aún. Mejor iré a dar unas vueltas por allí. Cuando la noche llegó al lugar, decidí volver. Entré a mi departamento, y escuché un par de risitas graciosas provenientes de mi habitación. Recordé que Yelena me había dicho que hoy vendrían a dormir Wanda y Jane. Mi hermana salió del cuarto y me miró bien.
—¿Qué haces aquí? —me dijo.
—No quiero preguntas, no estoy de humor viudita—le dije.
—Uuuuh, que carácter —dijo mientras se acercaba a la heladera y buscaba un poco de agua.
—¿Qué hacen? —le pregunté.
—¿No era que no querías que te hable? —me dijo.
—Solo quiero saber.
—Estábamos hablando, y estábamos por mirar una película —me contestó.
—¿Wanda está? —dije. Ella arqueó una de sus cejas y me miró fijo.
—Si, si esta ¿Acaso viniste a casa porque Wanda iba a estar aquí?
—No, claro que no —dije rápidamente —Solo tuve un pequeño problema y... ¿Por qué tengo que estar dándote explicaciones? Está es mi casa y vengo cuando tengo ganas.
—Como sea, malhumorada —me dijo y se fue de nuevo a la habitación.
Dejé mis cosas sobre la mesada y entré al baño para darme una ducha. Cuando salí toque la puerta de mi cuarto y Yelena salió. Me miró.
—¿Qué quieres? —me preguntó.
—¿Puedes darme un poco de ropa? —le pregunté, mientras intentaba mirar hacia dentro.
Tal vez podría ver un poco de mi brujita.
—Ahora te la alcanzo —me dijo y entró cerrando la puerta. Volvió a salir y me dio un pantalón de dormir, una musculosa grande y un suéter.
—Gracias —le dije y volví a la sala.
Me puse mi cómodo pantalón de dormir y la musculosa. Hacía algo de calor esa noche. Me tiré pesadamente al sillón y prendí la tele. Volví a escuchar risas y la curiosidad comenzó a molestarme. Pero no me moví de mi lugar.
Tenía que quedarme en donde estaba. Encontré una interesante película y me quedé allí tranquila. Un bostezo involuntario salió de mí. Miré la hora y el reloj marcaba las 2 de la mañana. ¡Vaya que el tiempo puede pasar volando cuando uno está muy concentrada!
Apagué la tele y me acosté bien en el sillón. Coloqué mis dos brazos detrás de mi cabeza y cerré mis ojos. Pero mi cabeza no dejaba de pensar. Escuché unos pequeños pasos, pero aun así no abrí mis ojos. De seguro era mi hermana. Escuché como la heladera se abría.
—Maldita Romanoff, no tiene nada orgánico —musitó con enojo —Es una carnívora.
Entonces levanté mi cabeza y divisé su pequeña figura buscando algo dentro del refrigerador. Sin hacer ruido me puse de pie y con sigilo, como una espía a punto de alcanzar su objetivo, caminé para acercarme más a ella. Sentí que iba a enloquecer al verla en un sexy pantaloncillo blanco y una rcamiseta de dormir. Uno de mis ojos se entrecerró por la luz que proporcionaba el refrigerador abierto.
—Herbívora, busca bien. En el cajón de abajo hay manzanas —le dije.
Ella ahogó un grito y se giró a verme.
—¡Maldita sea, Natasha! ¡Casi me matas! —dijo mientras respiraba algo agitaba ponía una de sus manos sobre su pecho. La escaneé de arriba a bajo. ¡Diablos, se veía condenadamente bien así!
—No fue mi intención, pero que lindo levantarme y tenerte así en la cocina —le dije y la volví a mirara de arriba a bajo. Su cabello caía desordenado y algo despeinado por sus hombros. Sus piernas blancas y suaves se veían deseosas. Que ganas de...
—No me mires así —me ordenó con autoridad —Mírame a los ojos.
—Ya sé de memoria tu rostro, y tus bellos ojos —dije y me acerqué un poco más a ella —Trato de memorizar otras partes...
Me acerqué más acorralándola contra la pared. La luz del refrigerador era lo que nos iluminaba. Ella hizo un escaneo nervioso a mi cuerpo. Abrió la boca para decir algo, pero las palabras no le salieron.
—¿Qué? ¿Qué vas a decirme? —le dije y me acerqué más, apretándola contra mí —Estás en mi casa, y todo lo que está aquí es mío. Lo toco y lo miró cuando se me da la gana...
—Resulta que no soy una cosa, y también resulta que no soy tuya —me dijo.
—Mírame fijo a los ojos, y vuélvelo a decir... no puedes, porque una parte de ti, ya es mía.
Ella guardó silencio, mirándome fijo. Posé mi vista en sus labios. Esos labios carnosos y calientes que me hacían perder el control. Como necesitaba besarla...
—Ese ego tuyo, hasta medio dormida es inmenso —me dijo.
—¿Quieres saber que otra cosa es inmensa? —le pregunté con la voz ronca.
—No puedo creer que hayas dicho eso —me acusó nerviosa y algo agitada.
Sonreí divertido y negué con la cabeza.
—Las ganas que tengo de ti Hermione... ¿O que pensaste?
—La inmensa estupidez que puedes llegar a tener —dijo ella rápidamente.
—Hasta media dormida, eres mal pensada —dije divertida.
—Ahora apártate, quiero ir a dormir.
Entonces aquello fue más fuerte que yo. Rápidamente me acerqué a su boca y la besé intensamente. Abrí más sus labios con mi lengua, y toqué la suya con necesidad. Ella intentó alejarse, pero coloqué una de mis manos en su nuca y la acerqué más a mí. Un leve gemido escapó de su boca, cuando la apoyé más contra la pared, apretándola con mi cuerpo. Sus manos se quedaron quietas sobre mis hombros, mientras nuestras bocas se conocían más y más, era un movimiento violento y casi insano, pero no podía detenerme. Mi necesidad de saborearla era apabullante. Ella soltó otro gemido, cuando mordí sus labios suavemente...
Entonces logró alejarme de ella y sin decir nada, su mano sonó contra mi mejilla. Agitada volví mi vista a su rostro. Pude ver la confusión en sus ojos, mientras que su respiración agitada caía sobre mi boca.

PELIGROSA OBSESIÓN (WANDANAT VERSION)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora