Ella sacó las llaves de su cartera y comenzó a caminar. Estaba por llegar tarde a la presentación de su hija, y no se podía permitir aquello. Se subió al auto y arrancó lo más rápido que pudo. Cuando llegó se bajó y casi corrió hacia dentro del auditorio. Un poco agitada se acercó a una de las profesoras.
—Señor Banner, ¿Dónde está mi hija? —le preguntó recuperando un poco el aire que había perdido.
—Natasha está detrás del escenario señora Romanoff—le señaló el camino con el dedo.
Melina asintió con la cabeza y movió de nuevo sus piernas para acercarse al lugar. Corrió una cortina y la divisó parada en medio de todos los niños. Sonrió levemente. Ella levantó su pequeña mirada y sonrió mostrando todos sus dientes al verlas.
—Lo siento señoritas, pero llegó mi reina —les dijo a las niñas y se abrió camino de ellas para acercarse a su madre. Melina se agachó cuando ella estuvo cerca.
—Eres toda una aventurera—le dijo divertida.
—Lo sé mami, pero solo me interesas tú —dijo ella.
—Okey, acabas de ganarte un helado para cuando termine la presentación —dijo ella y acomodó un poco su pelo — ¿Estas nerviosa?
—No, para nada —afirmó y sonrió.
Su madre levantó su mano y acarició su rostro. Sus mejillas estaban pobladas de pequeñas pecas, su nariz pequeña adornaba su cara de niña. Ella era tan bella, su pequeño bebé. Con solo 5 años ya era todo un terremoto, y hablaba como tal.
Una de las profesoras de ballet se acercó a ellas.
—La presentación ya va a comenzar —les avisó. Ambas asintieron y volvieron a mirarse.
— ¿Papá vino? – le preguntó ella esperanzada.
—No Tali, papá está ocupado —dijo ella.
—Siempre está ocupado —susurró bajando la mirada.
Melina tomó su mentón e hizo que la mirara a los ojos. Ella no podía permitir que la concentración y la autoestima de su hija bajaran por eso.
—Pero yo estoy aquí y yo quiero verte brillar. Alexei también vino a verte...
—¿Alexei está aquí? —dijo entusiasmada.
Alexei siempre venía a verla y eso lo alentaba. Melina sonrió.
—Si, está aquí y ambos queremos que seas la niña más linda de todas.
Natasha rió divertida.
—Soy la única que sabe lo que hace mami —le dijo.
—Tienes razón, pero no importa. Para mí lo eres todo y estoy muy orgullosa de ser tu madre. Ahora sal a ese escenario y haz lo que sabes hacer —dijo y le dio una pequeña palmada en la cola para que caminara.
Natasha movió sus pequeñas piernas hacia en escenario y Melina la perdió de vista.
Se sentó en el gran piano de la casa de su tía. Tenía que terminar de saber las notas, antes de que su madre llegara. Levantó la tapa del piano y se sentó en el asiento. Sus pequeñas piernas no alcanzaban el pedal. Así que buscó un libro y lo apoyó sobre él para poder tocar tranquila. Miró las 88 teclas del majestuoso piano de cola. Con cuidado apoyó uno de sus pequeños dedos sobre una de ellas.
—Cuando toques el piano, siempre has de cuenta que estas tocando un pedazo de tu alma, y tócalo con cuidado... porque él siente las emociones que tienes cuando lo tocas —le dijo su madre sentándose a su lado.
— ¿Él siente mis emociones? —le preguntó ella algo asombrada.
—Claro que él te siente. Ahora pon tus manos como te dije la otra vez, y solo toca después de que yo lo haga —le dijo ella.
Natasha vio cómo su madre apoyaba sus manos sobre la otra mitad del piano, en la que ella no estaba. Sus largos y finos dedos empezaron a moverse, causando que la música saliera suave y melodiosa.
La pequeña pelirroja comenzó a mover los dedos también, copiando el acto de su madre. Melina sonrió contenta mientras veía todo lo que su pequeña de 7 años había avanzado solo en dos semanas. Natasha miró a su madre y le sonrió, enseñándole una sonrisa que una pequeña separación en las paletas de sus dientes. Le encantaba tanto llegar de la escuela y sentarse a tocar con su madre. Amaba pasar la tarde con su madre, hablando de los músicos más importantes de la música clásica. Y aprendiendo a tocar algún instrumento nuevo.
—Mami, ¿crees que algún día seré una gran mujer? —le preguntó ella.
Melina dejó de tocar y la miró.
—Claro que si mi amor, serás una mujer de bien —le dijo ella acariciando su mejilla.
Sentí que algo frío caía por mi mejilla. Entonces mi mente salió de aquel extraño trance en el que había entrado y me di cuenta de que estaba sentada en el pasto de la Universidad. Miré la carta entre mis manos y sentí como por mi otra mejilla una nueva lágrima caía.
Un nudo se había formado en mi garganta, haciendo que me costara trabajo respirar. Mi madre... mi madre me había escrito, mi madre estaba bien. Ella nunca se olvidó de nosotras...
— ¿Tasha? —escuché que me llamaba. Levanté la cabeza y ella me miraba algo extrañada. Rápidamente se acercó y se agacho hasta mi altura — ¿Qué sucede?
Entonces el nudo en mi garganta se hizo más grande. La tomé del brazo y rápidamente la acerqué a mí, para abrazarla. Escondí mi rostro en su cuello y dejé que aquel nudo saliera de mí, materializado en lágrimas. Ella estaba algo confundida, pues sus brazos estaban indecisos a abrazarme o no.
— ¿Qué pasa? —me volvió a preguntar.
—Solo necesito que me abraces, Wanda—le hablé con la voz algo quebrada —Lo único que quiero es un abrazo.
Y entonces mi necesitada respuesta llegó. Sentí como sus pequeños brazos me apretaban con fuerza y me acercaban más a ella. Levanté mis brazos y rodeé su cintura. Lloré en silencio sobre su cuello. Sentí como su mano bajaba y subía por mi espalda... pero no con intención sexual o algo por el estilo. Era un gesto de cariño, de consuelo.
Cerré mis ojos y me quedé ahí, pegada a ella. Respirando su aroma, y sintiendo un poco de tranquilidad entre sus brazos. No sé cuánto tiempo estuvimos así, simplemente perdí la noción de todo. Lentamente comencé a alejarme de ella. Wanda me miró fijo y levantó su mano para secar mi rostro.
— ¿Qué sucedió? —dijo preocupada.
Miré la carta que estaba en mis manos y al instante tomé mi mochila y la guardé allí. Sonriendo levemente me puse de pie y ayudé a Wanda a que lo hiciera.
—Nada brujita, tranquila —le dije y acaricié su rostro.
—No, no puedes decirme nada... porque tú estabas llorando y no creo que te pongas a llorar por nada... no eres la clase de persona que llora porque si.
— ¿Estas preocupada por mi? —le dije arqueando una ceja.
— ¿Acaso ni cuando estas mal logras controlarte un poco?
Sonreí divertida, aunque de verdad no me sentía muy bien que digamos.
—Nunca vas a dejarme escuchar que estás muy preocupada por mí ¿verdad? —le dije.
—No... no es eso. Yo si me preocupo por ti... anda, dime que pasó —dijo.
— ¿Qué haces aquí? —le pregunté.
—Vine a buscar unos papeles que necesitaba y pasé y te vi aquí... ¿Vas a decirme?
—Te extrañé hoy en las clases... no tenía a quien mirar de manera posesiva —dije para seguir cambiando de tema.
— ¡Ya no me cambies de tema! —me reprochó.
—Ya es tarde brujita, va a ser mejor que vayas para casa —le dije y me acerqué a ella para besar su frente. Me tarde un poco más de lo que el gesto ameritaba.
—Pero... —intentó hablar ella, pero comencé a caminar.
Me metí a la Universidad, necesitaba encontrar un lugar tranquilo para pensar, y que mejor lugar que sala de música. Miré a mi alrededor y ya casi nadie estaba en la Universidad. Llegué al salón y entré. Sonreí al ver el piano. Me acerqué, lo abrí y me senté frente a él.
—Cuando tocas el piano estas tocando un pedazo de tu alma...
Sonreí de nuevo al recordar otra vez sus dulces y sabias palabras. Acaricie las teclas y luego coloque bien mis dedos sobre ellas. Comencé a tocar una de sus canciones favoritas, el Pachabel Canon in D de Mozart. Mis dedos no habían perdido la habilidad de tocar, pensé que sí, ya que hacía mucho que no tocaba el piano.
Muchos recuerdos más llenaron mi cabeza. Estaba por terminar, cuando sentí una presencia en la sala. Levanté la cabeza y ella estaba parada en la puerta.
—Wanda, ¿Qué haces aquí? —dije sorprendida.
Con cuidado ella comenzó a acercarse. Se sentó a mi lado y miró al piano.
—No sabía que tocabas tan lindo —me dijo. Ella giró su cabeza y me miró — ¿Puedes tocar algo para mí?
La miré fijo y entonces recordé aquella canción que hace unos años, cuando estaba aburrida, había aprendido a tocar en piano.
—Si —dije asintiendo —Y no solo voy a tocar algo para ti, sino que voy a cantarlo también...
— ¿Cantas? —dijo sorprendida.
—Hago un esfuerzo —coloqué mis manos sobre el piano de nuevo.
—Vaya... de verdad me sorprendes —musitó.
Moví de nuevo mis dedos y la música comenzó a salir. Miré mis manos, para tratar de recordar mejor las notas... y al instante invadieron mi cabeza. Giré mi cabeza para volver a mirarla.
— You should let me love you--------Let me be the one to------Give you everything you want and need--------Baby good love and protection--------Make me your selection------Show you the way love's supposed to be------Baby you should let me love you, love you, love you—su miradase volvió tierna — Listen----Your true beauty's description--------Looksso good that it hurts---------You're a dime plus ninety-nine--------And it's ashame don't even know what you're worth--------Everywhere you go they stop andstare------'Cause you're bad and it's shows----From your head to your toes, outof control, baby you knowLas últimas notas no llegué a tocarlas bien, pues me concentré mucho enmirarla. Sus ojos ahora estaban vidriosos y amenazabancon soltar lágrimas.
Rápidamente se acercó a mí y tomó mis labios con los suyos. Sentí una pequeñapresión en mi pecho, y me di cuenta de que era mi corazón acelerado. Posó unade sus manos en mi mejilla y me acarició mientras comenzaba a mover su bocasobre la mía. Un débil sonido salió de mi garganta y al instante mi necesidadde ella me atrapó. Exigiendo más de su boca tomé su rostro con ambas manos y laacerqué más a mí. Su pequeña mano subió hasta mi nuca, mientras nuestras bocasse acariciaban tiernamente. Soltando sus labios apenas, apoyé mi frente contrala suya, y respiré profundamente. Abrí mis ojos y sus ojos estaban cerrados.Nuestras respiraciones se mezclaban agitadas en ese pequeño espacio que nosseparaba.
—Diablos Wanda... esto no puede ser así —susurré.
—Lo sé, lo sé —me dijo rápidamente.
Apretando los dientes me alejé de ella. Yo no quería sentir esto... no podíasentirlo. Una vez perdí a alguien que amaba mucho. Y me conozco, yo sé que sidejo que esto pase... voy a arruinarlo quiera o no quiera, siempre terminoarruinando las cosas.
—Ya es tarde brujita, ve a casa. Juro que hoy en la noche voy a llamarte —ledije.
Ella se puso de pie y asintió con la cabeza.
—Está bien... pero ¿no quieres contarme? —me dijo. Le sonreí levemente.
—No, no hay nada que contar —dije. Volvió a asentir y caminó hasta la puerta.Se giró a verme, y pensé que me pondría de pie y caminaría hasta ella paraabrazarla y besarla otra vez.
—Sabes que puedes contar conmigo Tasha, y que siempre que necesites hablar voya escucharte.
—Si brujita, lo sé.
Sonrió por lo bajo y salió de allí. Solté un suspiró y volví a mirar al piano.Entonces mi cabeza comenzó a pensar en todas las cartas que me habrá mando yque el canalla de mi padre nunca me dio. Tomé mi celular... el maldito infeliziba a escucharme.
— ¿Qué sucede Natalia? —me preguntó al atender.
— ¿Dónde están las cartas que me mandó mi madre? —le pregunté. No dijo nada.
Al parecer no esperaba que le dijera eso —Las quiero, quiero todas las cartasque ella me escribió.
—No sé donde están —dijo.
— ¡Mentira! ¡Si lo sabes! ¡Tú las tienes! —le grite.
— ¡Antes que nada te calmas! —me levantó la voz el también — ¡Si te digo que nolas tengo es porque no las tengo!
—Voy a ir a tu oficina ahora mismo y me vas a dar esas cartas, al igual que unnúmero de teléfono en donde puedo comunicarme con ella. ¿No sé si lo sabes?Pero mañana es su cumpleaños y quiero hablar con ella...
—No Natalia —sentenció.
—¡Si maldita sea, me vas a dar lo que te estoy pidiendo! ¡Te guste o no!—colgué el teléfono y salí de la sala de música alterada. Pero mi enojo secalmo un poco al verla detrás de la puerta —Wanda—le dije. Ella tragó saliva.
—Lo siento, solo quería escucharte tocar...
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PELIGROSA OBSESIÓN (WANDANAT VERSION)
FanfictionMis defectos según ella: -Eres impulsiva, cínica, irrespetuosa algunas veces, libertina, egocéntrica, narcisista, viciosa, ninfómana -dijo todo de corrido y sin respirar. La miré realmente divertida Yo podré ser todo eso. Pero ella es todo eso y muc...