Ella salió del baño y a mí casi se me sale el corazón del pecho.
¿Cómo es posible que alguien pueda hacerte sentir cosas tan mágicas?
Todavía me reprocho el haber sido tan estúpida y no haber admitido lo que me pasaba con Wanda después de aquella noche. Pero mejor tarde que nunca ¿no lo creen?
—Te ves hermosa —musité una vez que se acercó a mí. Levanté mi mano y acaricié su mejilla. Luego acomodé un mechón de su cabello —Realmente hermosa.
—Mentira —dijo ella sonrojándose un poco. Me pareció lo más tierno del mundo.
—No podría estar mintiendo, brujita—le aseguré mientras le echaba una devoradora mirada por su pequeño cuerpo.
— ¡No me mires así! —Dijo divertida y golpeó levemente mi estómago—Eres un depravada.
—Ese vestido negro que traes puesto se vería muy bien en el suelo en este momento —le dije y me acerqué rápidamente a ella.
Intentó escapar pero coloqué mis manos alrededor de su cintura impidiéndole aquello. Rió nerviosa y colocó sus manos sobre mis hombros.
—Suéltame —ordenó.
— ¿Pero quién te crees, mi madre? No voy a obedecerte, bruja.
—Escúchame una cosita, rusita —dijo y comenzó a ejercer un impulso para alejarse. La acerqué más a mí —Tenemos que irnos... se nos va hacer tarde para la reunión de tu padre.
—No pasa nada si llegamos unos cuantos minutos tarde —musité y la acerqué más para depositar un pequeño beso justo debajo de su oreja. La sentí temblar levemente.
—Natasha Alianovna Romanoff, por favor... no hagas eso —me dijo firme. Volví a besarla en el mismo lugar que antes pero esta vez el beso se hizo más largo. Comencé a correr mis labios por el contorno de su bello rostro —Tasha...
—Shhh —le ordené —Me la debes.
—Mentira —chilló.
—Si que me la debes... ayer te hiciste la tontita.
—Eso no es cierto. Tuvimos nuestro momento... ¿o no?
—Ajá, si claro.
—Natasha —me dijo y con sus manos que seguían sobre mis hombros, me empujó un poco de ella para que la mirara a los ojos —Después de la fiesta.
—No, ahora —le dije.
—No, ahora no —sentenció.
— ¿Cuál es la diferencia de ahora y después? —le pregunté fastidiada. Ella sonrió y se puso en puntas de pie para besar con cuidado mis labios.
—Que ahora tenemos que irnos y además no me gustaría llegar marcada... últimamente te estás volviendo muy marcadora de territorio —me acusó. Sonreí con los labios sellados —Y después será después... tú sabes.
—Lo que pasa es que a mí me gusta marcar lo que es mío. Si yo te marco entonces los demás lo ven y saben que tienes dueña.
Frunció el ceño y se alejó completamente de mí.
—Eres, eres, una........... nos vamos —dijo con cierto enojo.
Volví a sonreír y tomé mi abrigo para dirigirme hacia la puerta. Estábamos en casa de ella, ya que el lugar en donde Dreykov nos había citado quedaba cerca de allí. Salí primero que ella y fui a apretar el botón del ascensor.
Ella estaba totalmente seria. Está enojada y ofendida, esperando a que yo me le acerque la abrace y le pida perdón por ser una grosera con ella. La miré y ella entró en el ascensor. Apretó el botón a planta baja. Pronto llegamos y sin decir nada salió de allí.
En silencio caminé detrás de sus pasos. Sonreí y estaba por decir algo pero un celular comenzó a sonar. Era el de ella.
— ¿Hola? —Dijo y al instante una sonrisa atravesó su rostro — ¡Alexa! ¿Cómo estás? —La sonrisa que yo tenía en mi rostro desapareció en ese mismo segundo —Claro que podré verte mañana en la biblioteca... me encantaría poder ayudar en eso —sonrió aun más y asintió con la cabeza. Sentí una punzada en medio de mi pecho. ¿Por qué demonios Hamilton llamaba a mi novia y la citaba en la biblioteca de la Universidad? Creo que tendré que aclarar unas cuantas cosas con la querida Hamilton
—Claro que sí, nos vemos mañana.
Ella colgó y no dejó de sonreír. Hacía un segundo su cara era la de alguien completamente enojada y furiosa.
Ahora la señorita solo sonreía. Pero que descaro.
— ¿Qué quería? —le pregunté.
— ¿Me hablas a mí? —me preguntó ella.
—No, le hablo a la mujer invisible—dije irónica.
Ella sonrió y sin decir nada se subió al coche. Apreté los dientes y me subí también. Tomé las llaves y lo encendí.
—Pongamos un poco de música —dijo y prendió la radio.
La miré de costado y ella no dejaba de sonreír. Eso está acabando conmigo. ¡Malditos celos estúpidos! Yo sabía que vendrían con el tema del amor, pero no que eran tan asquerosos y tontos.
— ¿Qué quería Alexa Hamilton, Wanda? —pregunté está vez diciendo bien los nombres para que no salga con...
— ¿Me hablas a mí? —preguntó de nuevo.
La miré realmente mal y ella estalló en risas. Aquel hermoso sonido entró con fuerza por mis oídos, pero no me causó excitación como otras veces. Está vez solo me causó un poco más de enojo.
—No te hagas —dije entre dientes. Ella me miró.
—Mira celosa —me dijo y la miré —No puedes sentir celos de Alexa.
—Lo sé, pero los siento. ¿Por qué te llama?
—Porque quería pedirme un favor.
— ¿Qué clase de favor? ¿Y por qué a ti y no a otra?
—Natasha —dijo divertida —Alexa es mi amiga y yo soy su amiga. Necesita que mañana la ayude en la biblioteca para llevar algunos libros hacia un jardín de niños.
— ¿Y por qué no me llamó a Thor? Él es un hombre y puede levantar más libros que tú.
—Y otra vez sales con tu intransigencia—me dijo volviendo a ponerse seria — ¿Cuándo lo vas a entender? Te detesto cuando te comportas así.
Miró al frente y cruzó sus brazos sobre su estómago. No dije más nada, ni ella tampoco. Llegamos al lujoso lugar en donde se celebraba la reunión.
Wanda se bajó y guardó las llaves en su cartera. Comenzó a caminar y decidí dejarle su espacio por unos cuantos segundos. Ya se le va a pasar.
Entramos y el lugar ya estaba lleno de gente. Me acerqué más a mi brujita y apoyé mi mano en su espalda.
—No me toques —dijo.
—Vamos tontita, no estés enojada conmigo —le susurré al oído.
Ella me daba la espalda. Dejó de caminar y se giró a verme.
—Estoy enojada contigo y solo voy a hablarte porque estamos en un lugar público. Pero cuando nos vayamos me dejas en casa y tú te vas a la tuya.
—Brujita—dije poniendo mi mejor cara de niña buena.
—Brujita, nada Romanoff—no pude evitar sonreír —Y sigue riéndote, que no solo será esta noche. Sino que la de mañana y pasado también.
Volvió a darme la espalda y comenzó a caminar. La seguí sin dejar de sonreí. Ella es tan orgullosa. Comencé a caminar también y la alcancé.
—Que bueno que vinieron —escuchamos su voz y nos giramos a verlo. Él me miró a mí y luego a a mi novia—Está muy bella, señorita Stark
—Gracias —dijo ella por lo bajo.
— ¿Y bien? Sobre que se trata esta reunión —le dije yo.
Él me miró y sonrió. Aquello no me gustó para nada. Y tampoco la persona que vi entre la gente. Danvers.
—Hablemos en privado, hija —me dijo. Miré a mi brujita y ella asintió.
—Yo los veo después... voy a tomar algo —dijo ella y se alejó de nosotros.
Miré de nuevo a Dreykov.
— ¿Qué es lo que quieres? —la pregunta salió sola de mi garganta.
Sabía que algo no andaba bien.
—Tienes que dejar a Stark—me dijo sin dejar de sonreír.
— ¿Qué? —pregunté.
—Lo que escuchaste hija. Tienes que dejar a tu querida noviecita —apoyó su mano sobre mi hombro —Es por el bien de todos.
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PELIGROSA OBSESIÓN (WANDANAT VERSION)
FanficMis defectos según ella: -Eres impulsiva, cínica, irrespetuosa algunas veces, libertina, egocéntrica, narcisista, viciosa, ninfómana -dijo todo de corrido y sin respirar. La miré realmente divertida Yo podré ser todo eso. Pero ella es todo eso y muc...