CAPÍTULO 37

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Por hacerme reír con tus comentarios y disfrutar con la adaptación 

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Volvimos a entrar y ella se sentó a la mesa sin dejar de sonreírle a Hamilton. Ella nos miró consecutivamente y sonrió levemente esperando escuchar algo.
—Alexa, mañana vamos al partido con Natasha —le dijo ella. La azabache sonrió.
—¿De verdad? ¿No te molesta? Wanda, si no quieres ir... podemos ir al cine como habíamos acordado.
—Tranquila Alexa, vamos a ver el partido. La vamos a pasar bien igual que en el cine —dijo ella y apoyó su mano sobre la de ella.
La miré de reojo, ¿Con que ese era su plan, verdad?
—¿Qué pediste para cenar Hamilton? —le pregunté. Ella me miró.
—Mmm, bueno pedí algo simple y rico. Pastas —dijo ella.
—Lamento decirte Alexa que Wanda es...
—Vegetariana —me interrumpió ella —Lo sé. Por eso para ella pedí una pasta especial, de sémola con una salsa de espinaca.
—Eres tan considerada —le dijo ella.
—Lo mereces —le dijo sincera. ¡Ya no iba a poder tolerarlo!
—¿Y cómo van las cosas en el centro Alexa? —le dije para que pusiera su atención en otro cosa y dejara de mirar a Wanda.
—Por ahora todo marcha sobre ruedas. La semana pasaba tuve una reunión con el rector y el director de la administración. Vamos a hacer un nuevo proyecto basado en mejorar las condiciones de los laboratorios y talleres.
—Si, he escuchado un poco de eso. Todo el mundo esta muy conforme con tu mandato —le dije divertida. Ella rió.
—Yo no lo llamaría así. Solo soy una alumna más que fue elegida por el resto del alumnado para hacerle llegar sus quejas e ideas a las autoridades —dijo condescendiente.
—No seas modesta —le dijo Wanda, haciendo que ambos la miráramos —Eres un gran presidenta... si yo hubiese estado cuando te postulaste te aseguró que te hubiese dado mi voto.
—Serías una excelente asesora de campaña —dijo divertida.
—¿Lo crees? —preguntó ella.
—Si, eres así como especial para esas cosas —dije metiéndome en su conversación —Te gusta mucho el tema de hablar, de opinar sobre la gente... tienes la palabra fácil.
—Ella tiene ese carácter fuerte y decidió, como todas las mujeres que saben de política y esas cosas —me dijo Hamilton. La miré.
—Si, principalmente porque miente muy bien —dije divertida.
Sentí como una pequeña mano se apoyaba sobre mi rodilla. Mis ojos se abrieron bien y mi cuerpo dio un pequeño respingo sobre la silla.
—¿Sabes Alexa? Ayer encontré ese libro del que hablamos el otro día —le dijo ella. Su mano comenzó a acariciar mi rodilla, por debajo de la mesa. ¡Oh diablos, este si era su maldito plan!
—¿A sí? —dijo ella algo sorprendida —¿Has podido leerlo?
—Muy poco —dijo ella sin dejar de mirarla.
Ellas seguían hablando, pero mi cabeza estaba demasiado distraída como para prestarles atención. Tragué saliva. Su mano apretó mi rodilla sutilmente, haciéndome recordar que así también lo había hecho la otra noche.
Entonces mi respiración comenzó a agitarse un poco, cuando sentí como su mano comenzaba a subir un poco más a allá de mi rodilla.
¡Oh si, ella quería enloquecerme!
Justo cuando estaba a la mitad del camino tomé su mano con la mía. Ella abrió bien sus ojos, que no dejaban de mirar a Alexa.
—Y entonces, por eso fue que comencé a enseñarle a leer a los ciegos —habló ella.
Al fin había podido lograr concentrarme y escuchar algo de lo que decían. Acomodándome un poco, tomé mejor su mano con la mía. Con cuidado giré su palma hacia arriba, y comencé a acariciarla con mis dedos. Sonreí levemente al ver la expresión que tomaba su cara. Ella sabía lo que significaba el patrón que hacía sobre la palma de su mano, es porque se quiere, ansiosamente, irse a una cama con aquella persona.
Lentamente fue retirando su mano de la mía y poniendo ambas manos encima de la mesa, mientras Alexa seguía hablando. Sonreí maliciosamente.
Ella no era la única que podía jugar de esa manera. Distraídamente dejé caer mi servilleta al suelo, justo al lado de ella.
—Lo siento —dije y me agaché para recogerla. Sus piernas quedaron bien puestas frente a mis ojos. Con cuidado coloque mi mano en la parte inferior, justo sobre su gemelo. Y con mucho más de cuidado comencé a subir por ella. Interrumpiendo sus palabras, se sentó erguidamente. Sonreí y me acerqué más para morder levemente su piel. Dio un pequeño salto en la silla.
—Wanda, ¿estás bien? —le preguntó Alexa.
Rápidamente me incorporé. La miré divertida, y sus mejillas estaban rojas.
—Si, si, si estoy bien —dijo nerviosa.
—Espérenme un segundo, que voy a ver porque se tardan tanto con la comida —dijo Hamilton y se puso de pie para dejarnos solas.
—¿Qué crees que estas haciendo? —me preguntó nerviosa.
—Lo mismo que tú brujita, jugar... sucio —le dije.
—Pero ¿no podías ser más discreta?
—Te gustó, ¿verdad? Te encanta que te toque, que te acaricie y que te muerda.
—Lo que va a encantarme a mí, va a ser que te levantes de esta mesa, agarres tus cosas y me dejes en paz...
—Tú solita te lo buscaste. Tú me tocas, yo te toco y te muerdo. Si yo te toco y no me quieres tocar... tranquila brujita, me conformo con tocarte yo.
Alexa volvió a la mesa y se sentó.
—Ya sale nuestra orden —afirmó.
—¡Qué bueno! —dije contenta y metí mi mano debajo de la mesa, para volver a jugar con ella. Apoyé mi mano sobre pequeña rodilla —Muero de hambre...
Entiéndase el doble sentido, ¿cierto?
Un minuto más tarde la comida llegó a nuestra mesa. Trate ya dejar de tocarla, porque de verdad quería comer, pero aun así no se iba a salvar de mí. Ella lo iba a sufrir tanto como yo lo hacía. Las tres comenzamos a comer en un completo y algo molesto silencio. Hasta que Alexa decidió romper el hielo.
—Hace un mes que ya no vas a verme, para que te salve de alguna travesura, u omisión del reglamento Universitario Natasha, ¿Por qué? —me preguntó. Terminé de tragar y sonreí.
—Digamos que estoy... descubriendo otros hobbies ¿verdad Wanda? —dije y la miré.
Ella me miró con desprecio.
—Si claro, ahora se dedica a andar por la vida mirando películas... de terror —dijo ella.
—Y absolutamente creo que la has calificado mal, Wanda. Más bien yo diría que fue una película de romance —le dije.
—Comedia romántica, mejor al caso —sentenció ella.
—Claro que no, Wanda. Es más, Alexa te podrá desmentir y decir sobre que trata la película.
—Si eso acaba con su diferencia, claro que si —dijo ella amablemente —¿De qué se trata?
—Trata sobre unas chicas que se conocen casualmente, y bueno... su relación no comienza de la mejor manera pues una de las jóvenes es guapa, seductora e inteligente y la otra muchacha es un poco impulsiva —dije.
—¿Un poco? Yo diría demasiado —agregó ella. Sonreí por lo bajo.
—Eso no es lo importante. Sucede que el primer día en que ellas se conocen la chica impulsiva la besa, porque ella es realmente irresistible... la otra chica reacciona mal, la golpea y todo empieza así. Pero luego empiezan a ser amigas...
—Eso no es así —me interrumpió —Ella quería ser su amiga, pero la otra era imposible de tratar y quería una sola cosa de joven inteligente
—¿Vas a dejarme hablar o seguirás interrumpiéndome? —le dije. Ella me miró con odio —Como te decía, quedan como amigas. Pero pasan muchas cosas entre ellas. Se desean mutuamente, pero ella es soberbia y muuuuuuuy orgullosa, no quiere admitir que le gusta la otra chica.
—Y ella es una libertina, arrogante, egocéntrica, manipuladora y sobre todo un egoísta que solo piensa en si misma, y que no quiere admitir que esta muerta de amor por la otra chica —le contó ella sin dejar de mirarlo.
—¿Muerta de amor? Eso no es así, ella no esta muerta de amor por ella —le dije a Alexa.
—Oigan, ¿no les parece que solo es una simple película? No vale la pena que peleen por ello. Es una tontería —nos dijo Hamilton.
—Yo solo digo que Wanda la esta clasificando mal —me defendí.
—Es una aberración —aclaró la castaña —Además de que no le creí ni un poquito a una de las protagonistas.
—Tal vez —dije dándole un poco de razón —Pero la actriz principal, ¡Diablos! Te lo juro Alexa esta tan buena, como para encerrarte con ella en una habitación muy oscura y fría, para poder entrar en calor.
—Pues la otra actriz ahí andaba, no era ni muy, ni tan...
—Oh, eres una pequeña mentirosa —le dije divertida —Mientras veíamos la película te la pasabas diciendo cosas indecentes sobre ella. O mejor dicho... bajo ella.
Ella me miró intensamente, haciendo que un escalofrío bajara por mi espalda.
—Mmm, ¿Qué les parece si pedimos el postre? —preguntó Alexa haciendo que ambas la miráramos. Pedimos el postre, y lo comimos sin decir ni una sola palabra.
Wanda comía despacio su helado, y parecía que nunca lo iba a terminar. Hasta que al fin lo hizo. Alexa estaba por llamar al mozo para pagar la cuenta, pero le dije que ya estaba paga, pues el dueño del lugar era amigo mío. Nos pusimos de pie y salimos de allí.
—Te llevo, Wanda—le dije. Ella se giró a verme.
—No gracias, me voy sola —sentenció.
—No Wanda, va a ser mejor que te vayas con Natasha. Así yo me quedaré más tranquila... prometo que para la próxima tendré mi auto —dijo y se acercó a un muchacho para decirle algo.
Con discreción me acerque a ella.
—¿Lo ves? Hasta una extraña te tira a mis brazos... todos saben que me perteneces brujita, que eres mía —le susurré al oído y palmeé su trasero. Ella dio un pequeño salto. Se giró a verme con ojos venenosos.
—¿Hace falta la manito? —me dijo.
—Solo es un gesto territorial —le dije con una sonrisa burlona —Estoy palmeando lo que es mío, solo mío.
Alexa volvió a acercarse a nosotras.
—Bueno, yo me tomo aquel taxi de allí —nos dijo. Miró a Wanda y le sonrió —La pase muy bien, Wanda.
—Yo también, eres un encanto —le dijo ella y se acercó a ella para abrazarla. Revoleé los ojos y esperé a que la estúpida escenita terminara. Ella se alejó de Hamilton.
—Bueno Hamilton, nos vemos mañana en el partido como acordamos —le dije.
—Claro que si Natasha, allí nos vemos —me dijo y se fue de allí.
Ambas miramos como se subía al taxi y partía rumbo, seguramente, hacia su casa. Wanda se giró a verme y comenzó a caminar.
—Para allá esta el auto —le dije.
—No voy a ir contigo —me dijo. Caminé hasta a ella y la alcé en brazos. Ella comenzó a patalear y a quejarse. Caminé con ella así hasta el auto. La bajé frente a el, saqué las llaves y abrí la puerta para que se subiera. Me miró con odio.
—Te detesto —me dijo.
Le sonreí burlona. Se subió y cerré la puerta, para luego rodear el auto y subirme frente al volante.
Prendí marcha y comencé a manejar hacia su departamento. La miré de reojo y ella no decía nada, solo miraba al frente y tenía los brazos cruzados sobre su pecho. Acomodé mi garganta.
—¿Cómo la pasaste? —le pregunté. Ella clavó su mirada en la mía.
—Arruinaste mi cita —aseguró —¿Cómo crees que la pase?
—Vamos, no fue tan malo ¿Acaso no te divertiste? —le dije.
Ella sacó su mirada de mí y miró al frente. Una pequeña sonrisa amenazaba con salir de sus labios. ¡Oh si, ella si se había divertido!
—Eres una tonta —dijo reprimiendo aquella sonrisa.
—Pero te gusta esta tonta —le dije. Frené justo frente a su edificio. La miré a los ojos.
—No, no me gusta esta tonta —me dijo.
—Pues a mí si me gusta esta brujita, me encanta mi brujita.
Su mirada verdosa se volvió tierna y algo confusa. Recorrí con mis ojos su cara, hasta mirar fijamente sus labios. Solo necesitaba un poco de esos labios, y ya era totalmente feliz...
Despacio comencé a acercarme, ella no se movía. Me acerqué más y más, hasta estar tan cerca de ella que pude rozar sus labios con los míos. Sentí cómo mi corazón se aceleraba un poco más. Cerré mis ojos para poder besarla completamente, pero un celular comenzó a sonar. Ella alejó su boca de la mía y tomó su teléfono.
—¿Hola? —dijo al atender.

PELIGROSA OBSESIÓN (WANDANAT VERSION)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora