CAPÍTULO 48

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La miré fijo a los ojos y sentí una pequeña presión en mi pecho.
— Creo que sí — le dije.
— ¿Crees? — dijo confundida.
— Mamá, la verdad es que nunca me pasó algo así. Yo...
— Eres una picaflor– me acusó con indignación.
— Sí, puede ser...
— ¿Con cuantas mujeres has estado? — me preguntó.
—Mamá, ¿no crees que...?
— Contéstame, Natalia — sentenció con firmeza.
Sonreí ante su enojo. Siempre quise que mi madre me regañara.
— No lo sé – contesté.
— ¿Cómo que no lo sabes?
— No, no lo sé. Nunca me puse a contarlas.
— Oh, eres una desconsiderada, jugadora. No puedo creerlo...
— Mami, ya no me regañes. Sabes que solo tú me interesas — le dije poniendo mi mejor cara de niña buena. Ella me miró bien y sus ojos se humedecieron. Sonrió y volvió a abrazarme.
— Aún consigues comprarme — dijo sin soltarme. Se alejó y me miró – Pero creo que eso ahora no es así... porque he visto cómo la miras.
—Ella no solo es hermosa por fuera, también lo es por dentro — le conté.
— Sí, se nota y mucho.
— Te extrañé tanto – le dije.
— Y yo a ti, mi amor — me dijo y se puso de pie entregándome su mano — Vamos a fuera.
Tomé su mano y caminamos hasta la parte trasera de la casa. Salimos y detuvimos nuestros pasos al ver cómo Wanda y Nate reían y jugaban a tener superpoderes.
Sentí un cosquilleo en mi estómago. Ella era tan bella, y tan dulce. Ambos se giraron a vernos. Nate se puso de pie y corrió hasta nosotras.
— Tu novia es muy linda, hermanita – me dijo sonriente.
— ¿Qué es eso de 'hermanita', enano? Aquí el hermanito eres tú — le dije.
— No, yo soy toda un guardian rojo. Sino pregúntale a mamá, ya hago ejercicio — dijo y colocó sus dos pequeñas manos sobre su cintura parándose fuertemente.
— ¿Y acaso tú permites eso? – le dije a mi madre.
— Oh, no me digas que vas a ponerte igual de insoportable que Alexei con ese tema. Él es un niño y a todos los niños les gusta creer que son súper héroes y jugar a ser grandes – me dijo mi madre.
Wanda se acercó a nosotros. La miré y tuve muchas ganas de besarla, pero no podía hacerlo delante de mi hermano y mi madre.
— Estábamos divirtiéndonos un poco — nos dijo la castaña mientras le sonreía a Nate.
Mi madre se acercó a ella y la abrazó. Un tanto confundida, Wanda le devolvió el gesto.
— Muchas gracias, Wanda... Natalia me contó que tú conseguiste el número. De verdad no sé cómo voy a hacer para agradecerte esto — le dijo y se alejó de ella.
— Primero que nada, Feliz cumpleaños, señora Vostokoff– dijo ella.
— Ya no me digas señora Vostokoff. Dime Melina, linda. Nada de formalidades conmigo, al fin y al cabo eres la chica que me devolvió a mi pequeña.
— ¡Oigan, vamos a comer! — nos llamó Alexei.
Mi madre y mi hermano comenzaron a caminar hacia él, Wanda estaba por caminar también pero la tomé del brazo y la jalé hacia mí para mirarla a los ojos.
— Gracias — le dije. Ella me miró bien.
— ¿Por qué? – preguntó.
— Por darme el segundo mejor día de mi vida.
— ¿El segundo? ¿Cuál fue el primero?
— El día en que te conocí — contesté y me acerqué a ella para besarla levemente en los labios.
La besé despacio, dulcemente, en cámara lenta. Me olvidé completamente en donde estábamos. Parecía que nada estaba a nuestro alrededor. Su nariz acariciaba la mía, con cada leve movimiento que hacían nuestras bocas.
No había nada más en el mundo que yo quisiera en este momento que estar besándola. Era una sensación hermosa. Su boca tenía un sabor único, dulce, adictivo... embriagante. Su pequeña mano se apoyó en mi rostro, mimándome dulcemente.
— Si ella no fuera tu novia, no la besarías en los labios — escuchamos la pequeña y suave voz de Nate. Ambas nos alejamos rápidamente para mirarlo bien.
Mi pequeño hermano tenía una sonrisa pícara en los labios. Sus manitos estaban apoyadas sobre su cintura y se movía levemente para un lado y para otro.
— Lo que pasa, enano, es que aun eres muy pequeño como para entender ciertas cosas — le dije mientras me acercaba a él y lo alzaba en brazos.
Él me miró y sonrió para luego mirar a Wanda.
— ¿Es una buena novia? — le preguntó. Wanda sonrió levemente y comenzamos a caminar hacia donde estaban mi madre y Alexei.
— Por ahora no la llamo novia — le dijo la castaña — es un buena amiga que quiero mucho.
— Pero si es tu amiga, ¿Por qué te besa?
— Porque me gusta besarla — le contesté yo.
— Natasha — me regañó Wanda
— Entonces, si mi amigo Morgan quiere besarme porque le gusta ¿la dejo? — preguntó.
— ¿Qué? ¡No, claro que no! ¡Tú no debes dejar que ninguna mocosa atrevida te bese! Y si eso sucede tendré que ponerme violenta — le dije algo nerviosa.
— Oh, Natasha, no puedes decirle eso a tu hermano — me dijo la castaña y tomó en brazos a Nate. El pequeño castaño la miró fijo a los ojos mientras caminábamos — ¿Quién es ese tal Morgan? — le preguntó.
— Vamos juntos al jardín de infantes — le contó él — Y ella es mi amiga... y siempre jugamos juntos a la familia y ella siempre es mi esposa. Tenemos una hija que se llama Zöe y una mascota llamada Otto.
— ¿Te besó? — preguntó Wanda. Me tensé un poco.
— Solo cuando se despide de mí porque nos vamos a trabajar, me da un beso en el cachete. ¿Eso es un beso de novios?
— Pero qué mocosa desubicada. Creo que tendré que hablar muy seriamente con tu madre, jovencito — le dije y caminé un poco más rápido.
— Natasha, ven aquí — me llamó Wanda, haciendo que mi paso se detuviera. Ellos me alcanzaron y me miraron — Tú no vas a decirle nada a Melina, porque tienes que ser una buena hermana y guardarle los secretos a tu hermano, como lo haces con Yelena...
— ¿Los hermanos guardan secretos? – preguntó Nate.
— Es su deber – le contestó Wanda.
— Sí, pero no cuando una mocosa desubicada trata de propasarse con tu hermanito. ¡Tiene cinco años, por Dios! — solté exasperada.
Llegamos a la mesa, mi madre y Alexei se giraron a vernos un poco extrañados.
— ¿Sucede algo? — preguntó Alexei.
— Sí, sucede que...
— Sucede que estábamos hablando un poco de el jardín de infantes con Nate ¿no es así, Tasha? — me preguntó interrumpiéndome.
— Sí, es así – dije con tono bajo.
— Bueno, ya siéntense a comer... que, si no, se enfría — habló mamá.
Nos sentamos a la mesa y Alexei se acercó a nosotras con una bandeja.
— Mamá, casi me olvido... Wanda es vegetariana — le dije al mirar la bandeja que Alexei traía, de seguro era carne. Mi madre miró a la castaña.
— ¿En serio? — le preguntó.
— Bueno, en realidad es algo que hace poco que estoy implementando. Exactamente dos años. Estoy intentando limpiar mi organismo — le contó mi brujita.
— Es asombroso, porque yo también lo soy — le dijo ella.
Me sorprendí al recordar aquello. Juro que me había olvidado completamente de que mamá también era vegetariana.
— No puedo creerlo — dijo Wanda y me miró – Nunca me dijiste que tu madre era vegetariana.
— Lo que pasa es que lo había olvidado – dije yo, un tanto sorprendida aún.
— Bueno, eso no es problema. Tenemos comida para las vegetarianas en esta casa — dijo Alexei, y sonreí – Pero nosotros comeremos carne, ¿no es así, Natalia?
— Por supuesto que sí, guardian — le respondí.
— Carnívoros – dijeron mi madre y Wanda al mismo tiempo.
Todos reímos divertidos y comenzamos a comer. Mi madre y Wanda hablaban como si se conocieran de toda la vida. Ellas tenían tantas cosas en común. El amor por la naturaleza, por la fotografía. Esa manera de ver la vida como el mejor regalo del mundo, esas ganas de vivir.
Y sobre todo esa entereza y dedicación que las hacía verse indestructibles.
— Son hermosas, ¿verdad? – me habló Alexei sentándose frente a mí, mientras dirigía su mirada a ellas, que aun seguían hablando con Nate junto a ellas.
— Tienen tantas cosas en común... juro que no me había dado cuenta de eso – le dije y lo miré.
— Son mujeres increíbles. No puedo creer que hayas encontrado a una chica así...
— Fue por casualidad... o el destino — dije asintiendo.
— ¿Dónde la conociste? – preguntó.
— En la Universidad... cuando volví de mi suspensión...
— ¿Te suspendieron? – me interrumpió. Reí por lo bajo.
— Sí – dije en un susurro — Me metí a los jardines del campus en mi moto, y destruí patrimonio del establecimiento.
— Oh, eres increíble — dijo divertido — ¿Y cómo le hiciste para enamorarla? Parece ser una chica muy aplicada, como tu madre...
— Debo decir que fue ella la que me enamoró a mí. Yo no tenía ninguna intención de enamorarme, y mucho menos de una mujer así. Te aseguro que me enloqueció — le conté.
— Pero ¿no estás contenta de haberla conocido? — me dijo. Entonces volví mi vista a ellas, y la mirada de Wanda se cruzó con la mía. Me sonrió levemente y sonrojándose un poco quitó su vista de la mía. Sonriendo volví mi mirada a Alexei.
— Soy la persona más feliz del mundo, de eso puedes estar seguro, papá — le dije.
Él me miró bien. Se sentó erguidamente y me miró fijo, sonreí.
— Lo siento, pero ¿Qué has dicho? — me preguntó.
— Te dije papá, Alexei... ¿acaso ya estas sordo? — le pregunté divertida. Él negó atónito con la cabeza, haciendo que yo riera — Eres como un padre para mí, desde que tengo memoria tu estuviste ahí, cuidándonos y asistiendo a nuestros eventos escolares... no tendré tu sangre, pero te aseguro que eres más padre para mí que Dreykov.
— Natalia, yo...
— Sé todo lo que has hecho por mi madre. Sé cuánto la amas, cuánto la has cuidado. Y mira, por Dios — dije y miré hacia Nate — Me has dado otro hermano que, de paso sea dicho, creo que tendrás que poner un poco más lo límites con esa enano.
— Yo también te quiero las quiero como unas hijas — me dijo y lo miré — Y recuerdo que así lo sentí aquel día que las ayudé a venir al mundo.
— Entonces ya no se hable más, padre, porque creo que nos estamos poniendo un poco sentimentales — dije y él rió.
— ¿De qué hablan? — preguntó mi madre mientras ella, Wanda y Nate se acercaban a nosotros. Los miré.
— Cosa de padre-hija — le contesté.
— Esa respuesta me gusta— dijo Wanda con una sonrisa que iluminaba sus ojos.
Entonces la tomé de la cintura y la senté sobre mi regazo. Me miró bien y me hizo un gesto de '¿Qué estás haciendo?'
— Estábamos poniéndonos sentimentales — le dije mirándola a los ojos.
— ¿Sentimentales? — preguntó mi madre.
— Le dije que lo quería como a un padre y él me dijo que me quería como a una hija... ya sabes esas cosas que son cursis y que salen sin sentido — dije con desenfada.
— Aaaaaw, son tan tiernos — dijo mi madre y besó cortamente a Alexei.
Miré a Wanda y ella me sonrió divertida, le guiñé un ojo y quise besarla, pero se alejó discretamente poniéndose de pie.
— ¿A qué hora cortamos el pastel? — preguntó la castaña.
— Un pastel que hizo Nate — habló Alexei.
— Enano, ¿tú hiciste un pastel? — le pregunté. Él me miró y asintió efusivamente.
— Sí, yo solito... bueno en realidad papá me ayudó, pero él es horrible cocinando, es como si yo lo hubiese hecho solito — dijo con una pequeña sonrisa autosuficiente.
¡Diablos, esta criatura es una exacta copia de Yelena y de mí, pero en miniatura!
Todos reímos y Alexei alzó en brazos a Nate.
Mi celular comenzó a sonar, lo miré y me alejé de ellos para contestar. La llamada aparecía como privada.
— ¿Hola? — atendí.



PELIGROSA OBSESIÓN (WANDANAT VERSION)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora