Él negó divertido con la cabeza.
—Llévensela a una celda individual, está demasiado joven como para ingresarla con las grandes.
—Gracias sargento, es usted muy considerado.
—No me subestimes jovencita —me aclaró —Ahora llévensela.
Me empujaron un poco hasta tirarme dentro de una celda que contenía una cama, y a un costado un baño.
Miré a mi alrededor y maldije por lo bajo. Otra vez caí en este agujero, y esta vez necesitaba de un milagro para poder salir de aquí. Me senté en la cama y trate de calmarme, poniéndome como loca no voy a lograr nada.
Las horas comenzaron a pasar, y se me hacían interminables. Me puse a pensar cuantos años eran los que podía llegar a pasar en un lugar como este, y juro que llegué a desesperarme.
—Romanoff, tienes vistas —me dijeron. Levanté la cabeza y vi como mis dos amigos se acercaban.
— ¿Qué hiciste Tasha? —preguntó Thor.
—Tenía que hacerlo —le dije.
—Pero ¿Acaso no te pusiste a pensar en las consecuencias? —dijo Kate. Los miré.
— ¡No, maldita sea! —Rugí, y me puse de pie —¡Ese maldito infeliz me buscó, y me encontró!
—Ese no es el problema ahora Tasha —me dijo Thor —El problema ahora es que tendrás un juicio y una sentencia. Barnes puede hundirte.
—Pues que lo haga, no me interesa...
—Ambos sabemos que si te importa Natasha —dijo el rubio.
—Si, tienes razón —dije soltando un suspiro.
—Nosotros haremos todo lo que podamos, no estás sola en esto. Debo decirte que tu hermana esta como loca buscando un buen abogado. La condenada de verdad te quiere —me contó Kate.
—Mi rubia hermanita, y yo que quería devolverla por donde vino —dije nostálgica
—Y otra que está que trepa las paredes es... Wanda.
—¿Wanda? —pregunté.
—Si —asintió Kate —Le dijeron que habías golpeado a Barnes, que él estaba en el hospital y tú que estabas presa, y lo primero que hizo fue preguntar por ti.
—Condenada... —musité.
Era por ella que yo estaba aquí adentro, pero juro que no estaba arrepentida. Y juro que todas las cosas que le dije a Barnes, fueron cosas que me salieron del alma. Cosas que deseo, cosas que imagino. Wanda Stark-Maximoff está metida en mi cabeza de una forma que no puedo describir.
La noche se me pasó lenta en aquel lugar. No pude dormir pensando en todo lo que podía pasar si no salía de aquí. De verdad tuve que haberme controlado... pero él, él me saco de quicio. Además, ¿Cómo logró saber todo eso? Alguien estuvo hablándole a aquel infeliz de mi vida. Al día siguiente los guardias me dieron de desayunar y me dieron la noticia de que tenía una visita.
Vi como ella entraba con cuidado y con algo de asco miraba a su alrededor.
— ¿Danvers? ¿Qué haces aquí? —le pregunté. Ella se acercó más a la celda.
—No sabes lo preocupada que he estado por ti —me dijo ella.
—No hacía falta que vinieras Carol —dije mientras me ponía de pie.
—A pesar de que quieras darme celos con la odiosa de Wanda, yo estoy aquí... Y hablando de ella, ¿Dónde está? ¿No era que tenían algo?
—Si, si lo tienen pelo de estropajo barato —escuché la voz de Yelena. Ambas nos giramos a verla, no estaba sola. Wanda venía a su lado —Vamos Carolcita, ellos tienen que hablar de sus cosas... o hacer cosas ¿me entiendes verdad?
—No vas a pedirme que me vaya por ella, ¿verdad? —me preguntó la rubia.
Miré a Wanda y luego a mi hermana. Volví mi vista a Danvers.
—Va a ser mejor que te vayas Carol, este no es lugar para ti —le dije lo más amable que pude.
—Eres una mal agradecida —me dijo indignada y comenzó a caminar.
—Si, si lo es —le dijo Yelena mientras caminaba detrás de ella.
Fijé mi vista en Wanda. Ella solo se acercó un poco más.
—Solo vine a decirte que ya tenemos la forma de sacarte de aquí —me habló distante.
— ¿Estás segura? ¿O también viniste a la visita higiénica? Ya me toca...
—Ni siquiera cuando estas a punto de terminar presa por unos cuantos años dejas de ser idiota, ¿verdad?
—Se que te preocupaste más por mí, que por Barnes —le dije serio.
—No vine a hacer social contigo —sentenció. Al parecer de verdad estaba enojada —Para eso tienes a otras... solo vine para decirte que esta tarde será tu juicio y declararé a tu favor. Lo único que tienes que hacer es guardar silencio y confirmar todo lo que yo digo.
Comenzó a caminar, entonces me acerqué más a los barrotes.
— ¿Por qué lo haces? —le pregunté. Se giró a verme.
—Por tu hermana —me respondió.
— ¿Estás completamente segura de eso? —le dije. Me miró —Por favor, acércate —le pedí. Me miró con duda y se acercó. Con cuidado tomé sus manos. Ella miró la unión de nuestras ellas y luego volvió la vista a mí —Muchas gracias.
— ¿Por qué? —me preguntó.
—Por querer ayudarme —respondí —Aunque sea por mi hermana.
—Yo sé lo mucho que ella te quiere —dijo sin mirarme a los ojos.
Entonces con cuidado solté sus manos para tomar su rostro. Me miró sorprendida.
— ¿Qué haces? —preguntó nerviosa.
—Shh —le dije y despacio la acerqué más al pequeño espacio que había entre los barrotes. Acaricié su mejilla —Déjame besarte —le rogué en un susurro.
—No —negó efusivamente mientras ponía las manos sobre las mías e intentaba alejarse.
—Por favor Wanda, déjame hacerlo, te lo estoy rogando. Además es mi manera de pagarte lo que estás haciendo por mí —dije mientras mi mirada estaba clavaba en sus ojos.
—Yo no quiero nada de ti —aseguró.
—Brujita, ¿Por qué me haces esto?
—Yo no te hago nada Tasha, tú eres la que hace mal las cosas —dijo.
—Por favor, déjame hacerlo. Lo necesito —le pedí. Ella volvió a negar pero no se alejó, sus manos apretaron un poco más mías que estaban sujetando su bello rostro —Cierra los ojos...
—No... tú cierra los ojos —dijo ella.
—Siempre lo hago cuando te beso —le confesé.
Sonreí levemente, para luego acercarme más al tiempo que mis ojos se cerraban. No iba a ser violenta, ni pasional en este beso... quería ser ¿tierna? Rocé sus suaves labios con cuidado, separándolos un poco.
—Creo que ayer fuiste muy clara cuando me dijiste que yo te hacía más mal que bien. Bueno, lo entendí, me quedó claro. Yo quise establecer una relación amistosa, pero al parecer eso no cuadra contigo. Y bueno así lo quieres así será —se alejó de mi agarre. La miré algo sorprendida —Tú ahí y yo aquí...
—Wanda...
—Ya me cansé de intentarlo Natasha, eres... tan cínica, no lo comprendes. Yo no soy como Carol Danvers, y además pienso que acostarse con alguien que apenas conoces es... aborrecible.
— ¿Y si me conocieras más? —le pregunté.
—Tampoco —me dijo.
Suspiré levemente.
—Entonces, ¿así son las cosas? —dije.
— ¿Qué te parece si lo discutimos cuando salgas? —preguntó.
— ¿Por qué no ahora?
—Porque no se me da la gana, y no puedes hacer nada al respecto. Estás encerrada.
Me guiñó un ojo y comenzó a caminar para alejarse.
—LOCA ¿SABES? QUIERES VOLVERME LOCA —le grité bien fuerte para que me escuchara.
Suspiré y me acosté en aquella pequeña cama. Escuché que alguien corría hacia mi celda. Levanté la cabeza y la miré.
—Lo siento, se me olvidó —dijo. Una caja cayó sobre mi cuerpo. La tomé y eran cigarrillos. Volví mi vista a ella. Sonrió levemente —Solo fuma, si ya has desayunado... Ahora si, adiós —se despidió y se fue.
Me senté en la cama y miré la caja entre mis manos.
No la comprendo, ¡Me es imposible! Si ella solo fuera un poco más clara conmigo, yo no estaría tan confundida.
Las horas comenzaron a pasar, hasta que uno de los guardias entró y me dio un traje que me había mandado mi hermana.
Faltaba media hora para que el juicio comenzara. Me cambie y me senté a esperar a que vinieran por mí.
—Vamos Romanoff, ya es hora —me habló el sargento.
Me puse de pie y abrieron la celda.
— ¿Cree que salga sargento? —le pregunté.
Él sonrió por lo bajo y me hizo caminar un poco para entrar a una oficina.
—Pues la veo un poco difícil hija, pero no imposible.
—Cualquier cosa, si llego a quedarme... le aseguró que vamos a llevarnos bien —dije algo divertida.
—Ya lo creo Romanoff, ya lo creo —palmeó mi hombro.
Me pusieron las esposas, como si fuera un criminal de primera clase. Este país siempre está al revés, los verdaderos delincuentes andan sueltos, mientras que la gente honesta y buena se pudre dentro de esas cárceles.
De verdad deseo con todo mi corazón salir de esto, y juro que voy a comportarme. Juro que no volveré a ser impulsiva.
Comenzaron a caminar conmigo y más rápido de lo que pensé llegamos al juzgado. Una puerta de madera se abrió y me empujaron levemente para que entrara.
Todo el mundo se puso de pie, ya que el juez a cargo de la causa entraba por la otra puerta. Divisé a mi hermana y a Wanda sentadas al lado de Barton, mi abogado. Mi fiel abogado. Quizás mi padre se haya apiadado y lo haya contactado.
Del otro lado, divisé a Barnes, sentado al lado de su abogado. Sonreí para mis adentros al ver el estado en el que estaba. La felicidad que recorrió mi cuerpo fue muy gratificante. Eso significaba que yo no había pasado una noche dentro de esta cárcel en vano.
Sentados detrás estaban Thor y Kate, los miré a ambos y los dos sonrieron contentos. Algo me decía que yo ya estaba salvado.
—Comencemos —dijo el juez.
Me sentaron al lado de mi abogado y al instante mi hermana me abrazó. No pude devolverle el gesto pues tenía las esposas en las manos
—La acusada, es la señorita Natasha Alianovna Romanoff de 20 años de edad, por atentado físico al señor James Buchanan Barnes que es el demandante. Pido a los abogados que se acerquen al estrado...
Nuestros abogados se levantaron y se saludaron con una apretada de manos. Volvieron su vista al juez, dijeron algo en voz baja y Barton se volvió a sentar. Me quitaron las esposas.
— ¿Crees que salga? —le pregunté en voz baja.
—Si creen todo lo que dirá la señorita Stark-Maximoff, lo más probable es que si —me contestó.
— ¿Y qué es lo que va a decir? —dije intrigada.
—Ya lo verás —dijo Barton con una leve sonrisa.
Giré mi cabeza para mirar a Wanda. Su mirada se cruzó con la mía, pero al instante la apartó.
Ella no solo es mi perdición, sino que ahora también le voy a deber la libertad.
¡Esto es increíble!
—Llamo a declarar al señor James Buchanan Barnes —habló su abogado.
Barnes se puso de pie, y un poco rengo se acercó al estrado.
Se sentó y un hombre con un libro se acercó a él.
—Jura decir la verdad, y nada más que la verdad —dijo él hombre.
—Si, juro —dijo Barnes y apoyó la mano sobre el libro.
—Señor Barnes, ¿Hace cuánto que conoce a la señorita Romanoff? —le preguntó.
—De nombre hará un año —dijo él y me miró —Así como persona, un mes aproximadamente.
— ¿Tenían una buena relación?
—Ni buena ni mala, apenas trataba con ella.
—Desgraciado —musité.
— ¿Qué pasó ayer por la tarde? —le preguntó su abogado.
—Yo estaba caminando por el jardín de la Universidad, entonces divisé a Romanoff... me acerqué a ella y la saludé amablemente —dijo aquel infeliz —Entonces, comenzó a insultarme, a decirme cosas sobre... – se detuvo y miró a Wanda – No importa... y luego me golpeó.
—¡Eso no fue así, infeliz! —rugí poniéndome de pie.
—Señorita Romanoff, le voy a pedir que guarde silencio —me advirtió el juez.
Soltando un gruñido me senté en mi lugar.
—¿Entonces usted asegura que el señorita Romanoff lo atacó sin motivo alguno? —le dijo el abogado.
—Sin ningún motivo —aseguró el mal nacido.
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PELIGROSA OBSESIÓN (WANDANAT VERSION)
FanficMis defectos según ella: -Eres impulsiva, cínica, irrespetuosa algunas veces, libertina, egocéntrica, narcisista, viciosa, ninfómana -dijo todo de corrido y sin respirar. La miré realmente divertida Yo podré ser todo eso. Pero ella es todo eso y muc...