CAPÍTULO 28

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Miré como terminaba de hablar y colgaba el teléfono. Me miró fijo.
—¿Por qué me sacaste el teléfono? —le pregunté.
—Porque creo que ya te estabas pasando —me dijo.
—Tenía que decirle lo que pensaba —me defendí —Ahora dame un poco más de vodka.
—No —sentenció.
—¿Por qué?
—Porque ya viene por ti, y ya no te voy a dar de tomar...
—Bueno, como quieras. Déjame pagarte lo que consumí, ¿Cuánto es? —pregunté mientras medio confusa sacaba mi billetera.
—Tampoco —me dijo.
—¿Tampoco? ¿Por qué nadie hace lo que yo quiero?
—No voy a cobrarte, porque se que estas mal y has venido aquí con el fin de olvidar. Pero no has podido, así que... esto va por mi cuenta.
—Eres lo más cercano a una madre que he tenido en toda mi vida —dije melancólica.
—No te pongas sentimental conmigo, por favor —dijo divertida.
Asentí con la cabeza y escuchamos como la puerta del bar se abría. Me giré a ver y ella me miró fijo. Rápidamente se acercó a mí.
—¡No puedo creer que hayas llegado a estar así! – me retó nerviosa.
—Hola brujita —le dije divertido. Revoleó los ojos y miró a Laura.
—Muchas gracias Lau —le dijo.
—No es nada linda, llévatela y... cuídala. Está un poco sensible —le dijo ella.
Sentí como una de sus manos rodeaba mi brazo, entonces la miré fijo. Me hizo poner de pie y cuando lo hice, sentí que iba a caerme de cara al suelo. Ella colocó mi brazo alrededor de su cuello y me sujetó por la cintura.
—Wanda, ¿quieres que le diga a alguno de los muchachos que la lleve hasta afuera? —le preguntó Laura.
—No Lau, así estamos bien. Muchas gracias —le dijo ella y comenzó a caminar —Por favor, has el esfuerzo de caminar y no quebrarme el cuerpo.
—Lo estoy haciendo —le dije. Salimos fuera del bar y el frío viento de la noche erizó mi piel. ¿En que momento se había hecho de noche? Divisé a Betty, y dirigí mis pasos para allí, pero Wanda me empujaba hacia un auto. Su auto.
—No —dije y me solté de ella. Me tambaleé un poco, pero me pude mantener de pie —Yo tengo que irme en Betty.
—Estás completamente loca si piensas que te voy a dejar subirte a esa cosa en este estado.
—Betty no es una cosa.
—Lo que sea. Ahora mueve tu lindo trasero al auto.
—¿Qué pasará con Betty? —dije mirando a mi moto.
—Laura la cuidara y mañana, mandaremos a Thor y a Kate por ella ¿si? – me dijo. La miré fijo a los ojos por unos cuantos segundos.
—Te odio por ser así de hermosa Wanda—le dije.
—Luego discutimos tu odio, ¿vamos? —preguntó. Asentí con la cabeza y caminé con cuidado hasta el lujoso auto. Ella me abrió la puerta y me senté pesadamente en el asiento de atrás, la cerró y entonces me acosté. Mi cabeza giraba, así que tenía que estar acostada. Ella se subió y comenzó a andar. Abrí un ojo y miré hacia su asiento. No podía ver su silueta, pues el asiento es más grande que ella, y ninguna parte de su cuerpo sobresale por algún costado.
Entonces me forcé a sentarme. Ella me miró a través del espejo retrovisor.
—¿Cuál es tu problema? ¿Qué necesidad tienes de terminar ebria? – me preguntó.
—Mi problema eres tú, así que si alguien tiene la culpa de mi estado en este momento, esa eres tú —le dije.
El coche se detuvo en una banquina. La miré extrañada. Se giró a verme y se quitó el cinturón de seguridad. Sin ningún problema se pasó atrás. La miré más extrañada que antes.
—Así que, yo soy tu problema —me dijo.
—Si —dije asintiendo.
—Y para que todos tus problemas se fueran, yo tendría que acostarme contigo.
—Podría ser.
—Entonces lo haré.
—¿Qué?
—Eso, que me acostaré contigo, como tanto lo deseas.
Se inclinó hacia mí y tomó mis labios en un acalorado beso. Mis ojos estaban abiertos, por la sorpresa de su comportamiento, pero no tardaron en cerrarse y en responder a ella. Gruñí mientras sentía como se subía a horcajadas sobre mí, y su lengua bailaba caliente junto a la mía. Sus manos se enterraron en mis cabellos y con cada movimiento me acercaba más a ella.
—Wanda—dije agitada cuando ella comenzó a mordisquear mi mandíbula y llegaba hasta mi oreja.
—¿Qué? —susurró y un escalofrío recorrió mi espalda.
—Estamos en un auto —le dije sobrexcitada. Ella se alejó un poco de mí y sin decir nada me quitó la camiseta. Comenzó a besar mi cuello y comenzó a bajar su lengua por mi pecho.
—¿Y desde cuando te importa el lugar? —preguntó y volvió su boca a mis labios.
—No, no es que me importe, pero... al diablo —dije y la tomé de la nuca para acercarla más.
Con una mínima capacidad de movimiento, logré girar sobre ella y apresarla debajo de mí. La miré fijo a los ojos, respiraba agitada y el color de sus labios era de un rojo intenso por la presión de nuestras bocas.
—No te detengas, sigue —me habló.
Volví a capturar sus labios, y soltó un leve gemido que logro enloquecerme rápidamente. Bajé mis labios de los suyos, a su cuello. Comencé a desabrochar los botones de su camisa, mientras depositaba pequeños besos en lo que había visible de su piel. Una de sus manos bajo caliente por mi espalda, quemándome por dentro.
Si, iba ser mía, ahora ella iba a ser solo mía...
—Natasha, ¡Tasha! —abrí mis ojos algo sobresaltado. Miré a mí alrededor y estaba acostado en la parte de atrás del auto. Miré al frente y la vi parada con la puerta abierta – Llegamos a tu casa, sal del auto.
Solo había sido un sueño. Un maldito sueño.
—¿Por qué me despertaste? —le pregunté mientras lograba sentarme —Estaba por hacerte mía en mis sueños...
Entrecerró los ojos y me miró mal.
—Eres una..... —me acusó.
Me ayudó a salir del auto, y me ayudó a caminar hasta mi departamento. El sabor de sus labios había sido tan real, que puedo jurar que eso no había sido un sueño. Llegamos y ella abrió la puerta. Al parecer no había nadie.
—¿Dónde está Yelena? —le pregunté.
—Debe estar por ahí, no lo sé —me dijo ella con dificultad ya que casi podía decirse que me estaba arrastrando hacia dentro —¿Podrías ayudarme un poco? Si no te has dado cuenta pesas el doble de lo que peso yo, y no puedo cargarte...
Me incorporé bien y ella suspiró. Caminamos hasta el cuarto. Al fin iba a dormir en mi cama. Entramos y ella me ayudó a acostarme. Suspiré aliviada.
—Bueno, ya estas sana y a salvo en casa. Ya me voy —me dijo.
—No, no te vayas —le pedí.
—Tengo que irme, Tasha...
—Quédate hasta que me duerma, por favor —le rogué.
—Está bien —dijo soltando un suspiro.
Se sentó en el suelo, justo a mi lado. La miré fijo a los ojos, y traté de entender mi necesidad de que se quedara.
—¿Puedes darme tu mano?
Despacio levantó su mano y tomó la mía. Mis fríos dedos se entrelazaron con los suyos, que estaban calientes. Su mano era más pequeña que la mía, el doble de frágil y el doble de suave...
Cerré los ojos y acerqué nuestras manos a mi pecho. Quizás así no se pueda ir cuando me duerma, o quizás si.
Comencé a despertarme porque mis ganas de ir al baño me estaban llamando. Cuando sentí que mi cabeza despertaba, sentí un terrible dolor allí. Cerré los ojos con fuerza, para persuadir un poco al dolor. Y entonces sentí que algo estaba entrelazo con mi mano. Abrí un ojo y miré que era. Era otra mano. Entonces levanté la cabeza y la vi allí.
Sentí como mi corazón se aceleraba al ver que ella estaba allí, con la cabeza apoyada sobre el borde del colchón,
y con los ojos cerrados. Se quedó, no se fue. Me puse a mirarla fijamente, me puse a observar las delicadas líneas de su rostro. Intenté buscarle algún defecto, como tantas veces, pero no lo tiene. Ella simplemente es perfecta. Levanté mi otra mano y con cuidado acaricie su mejilla. Se movió un poco y arrugó la nariz, pero no se despertó.
—Arriba Tasha, ya traje a Betty y...
—Shhhhhhh —le dije cuando la vi entrar. Kate me miró bien – Cállate que vas a despertar a la bella durmiente.
—¿Qué hace ella ahí? —me preguntó en voz baja.
—Me cuida —le dije con una pequeña sonrisa.
Soltando su mano con cuidado me levanté de la cama. La alcé en brazos y la acosté en la misma, para que pudiera seguir durmiendo, un poco más cómoda. Salimos con Kate del cuarto y caminamos hasta la cocina. Fruncí el ceño extrañada al no ver a Rose por ahí.
—¿No has visto a Rose? —le dije a mi amiga.
—¿Sabes que hora es? —me dijo él. Negué con la cabeza —Tasha, son casi las 5 de la tarde. Rose se fue hace una hora.
—¿Qué? ¿Las 5? —dije sin poder creerlo.
—Si, dormiste como nunca —dijo divertida.
Nos acercamos a la mesada y nos preparamos un café. Tal vez con eso, este terrible dolor de cabeza se me iría de una vez. Estuvimos hablando un poco más, hasta que los dos sentimos los pasos de alguien. Miramos hacia el pasillo y venía caminando hacia la sala. Sonreí levemente...
—Adiós —dijo por lo bajo y pasó de largo hasta llegar a la puerta.
La abrió y salió dejándome totalmente desconcertada.
Me puse de pie, y me estaba por salir detrás de ella, hasta que Kate me detuvo.
—Oye, oye —me dijo haciendo que la mirara —Si se fue así es por algo... déjala.
—Pero... no, no puedo dejarla...
Intenté caminar de nuevo, pero Kate me volvió a detener.
—Déjala... se fue, ya esta. Ella necesita pensar... déjala —me dijo.
Gruñí por lo bajo y volví a sentarme para terminarme el café. Luego de unas dos horas Kate decidió irse. Y en esas dos horas, Wanda no había salido en ningún momento de mis pensamientos. La forma en la que se había ido me tenía bastante confundida. Tomé mi teléfono y marque el número de su celular.
—Soy Wanda, y en este momento no puedo atenderte. Deja tu mensaje, que luego de que lo escuche te devuelvo la llamada...
Colgué y maldije por lo bajo. Tenía el celular apagado. Volví a darle tono al teléfono y marqué el número de su casa. Sonó, sonó y sonó, pero nadie contesto. Al parecer tampoco estaba en casa.
—¡¿Dónde diablos estas?! —dije algo nerviosa. Entonces volví a darle tonó al teléfono y marqué el número de mi hermana. Sonó una, sonó otra.
—¿Hola? —me dijo al atender.
—Yel —le dije.
—¡Al fin tienes la consideración de llamarme! —me dijo elevando un poco la voz —¿Por qué demonios haces esas cosas Tali? ¿Cuántas veces te dije que embriagarse por ahí no es la solución a ningún problema?
—¿Acaso la privacidad de una borrachera ya no existe? —le dije. Ella me dijo unas cuantas cosas más, pero que las pasé por alto.
Lo único que quería era saber de ella —¿Sabes donde esta Wanda?
—¿Wanda?
—Si, Wanda—dije algo nerviosa.
—Se fue a un spa con Pepper, estaba bastante estresada —me dijo. Suspiré aliviada. Ella estaba bien...
—Pero ella, ¿está bien, verdad? —le dije.
—Si, estaba un poco con dolores de nuca, pero por lo demás estaba bien —dijo ella. Y si, durmió sentada —Dijo que mañana iría a la Universidad un poco más tarde, ya que se quedarían toda la noche allí.
—Bueno hermana, gracias por la información —le dije.
—De nada hermanita, dentro de un rato voy a casa. Estoy con Jane haciendo unas cosas, ¿sabías que tu amiguito Thor le pidió de ser su novia? —me dijo. Entonces sentí mi corazón detenerse.
—¡¿Qué?! —le pregunté sin poder creerlo.

PELIGROSA OBSESIÓN (WANDANAT VERSION)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora