CAPÍTULO 36

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Caminé un poco más rápido de lo que realmente debía, pero era que no podía tolerar aquello. ¿En qué momento pasó que se me fue de las manos? ¿En qué momento Wanda se había vuelto a cruzar con Hamilton y habían comenzado a hablar y hablar... hasta que la charla las llevó a arreglar una cita para el viernes en la noche? ¡¿En qué maldito momento?!
La divisé sentada hablando con Yelena y Jane. Me acerqué a ellas. Las tres se giraron a verme.
—Déjennos solas —les dije. Mi hermana arqueó una ceja.
—¿Perdón? —me dijo.
—¡Que nos dejen solas! —elevé un poco mi voz sin dejar de mirar a Wanda.
Ellas dos se pusieron de pie y se fueron sin decir nada. Ella no dijo nada, solo me miraba esperando a que yo dijera algo. Volvió su vista al frente y comenzó a hacer un poco de ruido con sus uñas al golpearlas levemente contra la mesa.
—¿Qué quieres? —me preguntó al fin después de un largo silencio. Me senté frente a ella, encontrando su mirada con la mía.
—¿Así que saldrás con Hamilton el viernes por la noche? —le dije en tono molesta.
No, no tenía que demostrarle que estaba molesta. Pero es que no...
—Si, ¿Cuál es el problema? —me contestó con toda la calma del mundo.
—Que apenas la conoces —dije apretando los dientes.
—A ti también apenas te conocía y aun así me acosté contigo —dijo mientras clavaba sus ojos verdes en los míos.
—No, no, nosotras si nos conocemos. Es más antes de... que pasara nos conocimos más aún.
—¿Sabes cuánto tiempo pasó hasta la primera vez que lo hice con James? —preguntó.
—No —le dije negando con la cabeza.
—Un año —sentenció y sonrió irónica —Me siento una sucia al decirlo, pero... tú lo conseguiste en un mes. Soy una cualquiera ahora, así que aceptar la invitación a cenar de una chica desconocida ya no es malo para mí. Además de que Alexa es toda una dama, no solo cuando esta con vestido, que de paso sea dicho, tampoco lo eras realmente...
—No tú no eres una cualquiera —le dije.
—Así me siento Natasha, me siento sucia, una entregada, una regalada, una cualquiera...
—Pero eso no es así...
—¿A no? ¿Y cómo es? ¿Cómo me ves tú? —me preguntó.
—Lo único que voy a decir, es que no voy a permitir que salgas con Hamilton —le dije mirándola fijo.
—¿No? ¿No vas a permitirlo? ¿Pero quién te crees? ¿Mi madre? ¿Por qué no puedo salir con ella? Que yo sepa, no tengo nada con nadie. No le debo nada a nadie y soy totalmente libre de hacer lo que se me canta...
Se puso de pie y yo también lo hice, rápidamente me acerqué a ella y la tomé de la cintura acercándola a mí. Mi respiración era algo agitada, la miré fijo a los ojos.
—¿Sabes porque no puedes? Porque no lo tolero, no lo soporto. No me cabe la idea de que otra te toque, de que otra te mire, te bese. No soporto pensar que otra pueda acariciarte, que tú acaricies a otra que no sea yo. No lo aguanto ¿entiendes? —le dije algo agitada.
—¿Y qué tengo que hacer yo con todo eso? ¿Esperar a que se te pase y quedarme después sola como un hongo cuando eso suceda? Natasha lo que pasó entre nosotras fue un error... no debió pasar y recuerdo cada palabra que te dije. Lo recuerdo todo, me dijiste que sabías que me iba a arrepentir y te dije que mi orgullo estaba ebrio para pensar en eso. Tú eres la debilidad de las mujeres Natasha, ninguna puede resistirse a ti mucho tiempo. En algún momento van a terminar cayendo y yo ya caí...
—¿Qué sentiste? —la interrumpí.
—Lo mismo que tú... placer —me dijo.
—Si yo voy esta noche a tu casa, toco el timbre, me abres, entro, te besó, te subo a la habitación y te hago lo mismo que la otra noche, no va importarte pues solo vas a sentir placer, ¿verdad?.
—No creo que lo hagas, tú eres el tipo de mujer que no esta dos veces con la misma presa...
—Podrías ser la excepción —la interrumpí.
—¿Y por qué?
—Porque simplemente, tienes algo que las demás no.
Sin darle tiempo a nada tomé su boca con la mía y la acerqué más a mí. Sus labios se abrieron para mí, cuando mordí el inferior con cuidado. Entonces metí mi lengua en su boca y la saboreé tanto como podía hacerlo. Excitada, pero agitada por la falta de aire, la solté para poder respirar. No me alejé demasiado... seguí rozando su boca.
—Eres mía Wanda, niégalo cuanto quieras. Pero sabes que al final me perteneces tanto como lo sé yo —le dije agitada.
—¿Y tú que? —me dijo agitada también —¿Cuándo vas a admitirlo? Eres mía Natasha, niégalo todo lo que quieras corazón. Pero sabes que al final la que te maneja soy yo —sonrió burlonamente. Me sentí inhibida —Ahora suéltame que tengo clases...
Con cuidado la fui soltando. Ella volvió a sonreír y negó divertida con la cabeza antes de irse y dejarme sola en la cafetería.
La semana se me pasó lenta. Wanda era todo lo que pasaba a mí alrededor y juró en un momento maldecí haber ido a su casa y haberme acostado con ella. Pero siempre que me ponía a pensar en aquello todo rastro de arrepentimiento desaparecía.
¿Por qué? Simplemente porque volvía a desear esa noche. Varias chicas intentaron seducirme en estos días, pero mi rechazo hacia ellas era mayor que antes.
De verdad no lo entiendo, de verdad no se que pasó conmigo.
¿Dónde quedó la Natasha aventurera, la Natasha fiestera, a la que le gustaba llegar tarde a clases y fumar sin desayunar? ¿Dónde? Me parece que ese Natsha esta más perdida que nunca.
Al fin el viernes había llegado y al fin mi día de venganza también. Esta noche Alexa y Wanda iban a salir a cenar, nada más y nada menos a que mi restaurante favorito. Gracias a mi gran amigo Thor, logré averiguar aquello a través de su querida novia.
¿Qué casualidad que yo hice una reserva para mí allí esta noche, verdad?
Salí de la ducha y entré a mi habitación para cambiarme. Yelena no estaba, pues estaba en casa de Wanda ayudándola a elegir el atuendo para la gran cita.
Vaya hermanita que me toco. Traidora y cínica.
Pero no, no. Esto no se va a quedar así. No se van a salir con la suya. Esa cenita quedará arruinada o dejo de llamarme Natasha "widow" Romanoff.
Miré la hora en mi celular. Ya eran casi las 10 de la noche. Tenía que apurarme porque o sino iba a llegar tarde. Salí y busque mi auto.
Hoy no usaría a Betty, hoy la dejaría dormir, esta vez utilizaría el auto. Me subí en el y prendí marcha hacia el restaurante.
Llegué me bajé y le di dinero a un muchacho que se encontraba allí cuidando los autos del lugar, para que vigilara el mío. Me acomodé un poco el vestido y suspiré antes de entrar.
Detuve mis pasos al verlas allí sentadas en una de las mesas hablando sin dejar de mirarse. Alexa apoyó una de sus manos sobre la de Wanda... maldita, ya no tendrá mi voto el año que viene.
Sin seguir dando vueltas me acerque a ellas.
—¡No puedo creerlo! ¿Qué hacen aquí? —les dije con mi mejor cara de sorpresa.
Ambas se giraron a verme. Los ojos de Wanda se abrieron como platos y creí que la mandíbula iba a caérsele.
—¿Qué haces aquí? —me preguntó ella.
—Este es mi restaurante favorito, vengo todos los viernes. ¿Les molesta si me siento con ustedes? Vine sola —dije mientras tomaba la silla.
—Si nos moles...
Me senté antes de que ella terminara la frase. Miré a Alexa y palmeé su hombro. Ella me sonrió divertida. No parecía molesta. Yo en su lugar ya me hubiese golpeado.
—¿Cómo estás Alexa? —le pregunté.
—Muy bien, ¿Y tú Natasha? —me dijo.
—Yo en el mejor momento de mi vida...
—Disculpen, voy al tocador —dijo Wanda poniéndose de pie.
Ambas vimos como se alejaba detrás de una puerta. Volví mi vista a Alexa.
—¿Y como van las cosas con Wanda? —le dije.
—Bien, recién nos estamos conociendo... pero es una chica increíble. Es dulce, es tierna, muy inteligente... y tiene un enorme sentido del humor —me dijo divertida.
—Si, si. Ella es así de perfecta al principio —le dije y vi como salía ella del baño —Pero después te la regalo, es terrible...
Ella se sentó a la mesa con el semblante totalmente serio. Alexa se acomodó el vestido para hablar.
—¿Pido la cena? —preguntó ella.
—Si —dijo ella secamente.
—Por favor, muero de hambre —dije yo sonriente.
Alexa levantó la cabeza para buscar con la mirada al mozo.
—Dice Yelena que eres mujer muerta —me susurró ella por lo bajo. La miré y sonreí divertida.
—Oh vamos, es solo una travesura —dije y le guiñé un ojo —Disfruta esto, estás con dos mujeres hermosas...
—Alexa será hermosa... tú sobras aquí —me dijo.
—No sientas penas conmigo, admítelo te gusto un poco. Y tú me caes taaaaaaaaaaan bien, en especial sin ropa, que tengo una sorpresa para ti —le dije sonriente. Giré mi cabeza a Alexa —Oye Alexa, ¿te gustan los lakers? —le pregunté.
—Si, son un gran equipo —me dijo ella — ¿Por qué?
—Porque mañana por la noche juegan y tengo dos entradas extras para verlos, ¿Qué les parece si vamos los tres? —pregunté con una gran sonrisa.
—Oh Dios mío, no es cierto —musitó Wanda y tomó su frente con la mano.
— ¿Enserio? —dijo Hamilton con una sonrisa y luego miró a Wanda—No lo sé, Wanda y yo ya teníamos planes para mañana. ¿Qué dices Wanda, te gustaría ir?
—Vamos Wanda, no seas tonta... las entradas son VIP y yo sé que a ti te encantan los lakers. La vamos a pasar muy bien —le dije. Ella me miró fijo y luego miró a Alexa.
—Alexa, ¿te molesta si salgo un minuto con Romanoff? Necesito hablar una cosa con ella —le dijo amable.
—No, para nada linda. Ve tranquila —dijo ella.
Ella se puso de pie y tomó de mi brazo haciendo que yo también me pusiera de pie. Casi podría decir que me arrastro hasta afuera del restaurante.
— ¿Cuál es tu problema? ¿Por qué haces esto? —me preguntó nerviosa.
—Tranquila brujita —le dije y levanté mi mano para acariciar su rostro. Ella se alejó mirándome despectivamente —Como 'amiga' tuya que soy, solo estoy cuidando de ti y conociendo más con quien sales.
— ¿Acaso no la conoces ya? Por lo que me dijo Yelena tienes bastante interacción con ella ya que siempre estás metida en problemas.
— Ya, ya no me retes —dije poniendo mi mejor cara de niña buena —Solo quiero cuidarte...
—Se cuidarme sola.
— ¿Por qué eres tan antipática cuando solo quiero hacer las cosas bien? —le dije ya un poco molesta.
—No, tú no quieres hacer las cosas bien —me dijo ella elevando un poco el tono de su voz.
—En lo único que estas pensando en este momento es en ti misma... ¿Qué voy a importarte yo? No seas cínica Natasha. Solo te importan tú y tu estúpido orgullo ruso.
— ¡Eso no es verdad!
— ¿A no? Si, si es verdad. Lo único que quieres de mí es sexo... nada más. Y no te agrada la idea de que se lo de a otra, PORQUE ERES UNA VULGAR Y EGOÍSTA MUJER.
— ¿Tú no se lo darás a Hamilton verdad? —le pregunté.
—No, no sé lo voy a dar a nadie más. Ni a ti, ni a él, ni a James. A NADIE.
— ¿Por qué?
—Porque voy a tomar los hábitos —dijo más seria de lo que realmente deseé que estuviera.
—No, tú no estas hablando enserio —le dije algo nerviosa.
— ¡No, claro que no! Pero me parece que es lo que quieres, ya que no puedo estar con nadie, porque tú te encargarás de arruinarme cada cita que tenga —me acusó — ¡Quiero que te vayas!
— ¡No, no voy a irme! —sentencié —¡Y mañana iremos los tres a ese partido y te va a gustar ir conmigo y con Alexa juntas! ¡Y te vas a sentar en medio de las dos y vas a mirar el partido y vas a alentar al equipo y te va a encantar la salida!
— ¡Bien, perfecto! —dijo casi gritándome —¿Quieres jugar? Yo también puedo jugar Romanoff, y te juro que te vas arrepentir de haberte metido en mi vida, de haberte metido en mi cama, y de haberte metido conmigo...
—Que miedo me das —dije irónica. Ella me miró y sonrió perversamente.
—Pues deberías temerme viudita, si antes decías que te volvía loca... ahora no sabes la que te espera.

PELIGROSA OBSESIÓN (WANDANAT VERSION)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora