< 3 >

247 48 26
                                    

Preferí caminar a la escuela para aclarar y ordenar mis pensamientos en el camino en lugar de hacer que un chofer me llevase en un auto cerrado y sofocante que solo me pondría aún más tenso.

Mientras caminaba, empecé a uno por uno, ordenar los puntos esenciales que harían mi vida más fácil, la mía y la de los protagonistas.

En primer lugar, Selín, la persona en la que me había convertido y que tenía una personalidad de mierda, arrogante hasta los extremos por culpa de su sentido general de inferioridad y que solo era un amor de persona con Ian, puesto que lo amaba como hombre.
Respecto a sus sentimientos por el protagonista, si bien yo, en lo personal, también amaba a Ian, no había manera de pensar en él como algo más que un niño más de diez años menor que mi real yo. Además, hasta hacía menos de tres horas era nada más que una sucesión de líneas descriptivas y acciones narradas bajo la tutela de la pura ficción. No había manera de que pudiera verlo con los ojos de un amante.

Ahora que yo era él, el problema llamado Selín Blake podía ser completamente erradicado de la incómoda ecuación de conflictos y complicaciones que provocaron el mal final de la novela original. Era mucho más satisfactorio hacer que el alfa fuera feliz con su preciado destinado.

Lo segundo, dejar de actuar como un miserable niño estúpido, siempre incapaz de levantar la mirada o decir nada para defenderse a sí mismo frente al resto de la familia de Selín, quienes solo sabían hablar de él con desprecio y mirarlo como si fuese el ser más sucio sobre la tierra cada que se reunían en un mismo espacio.

Selín fue influenciado desde muy pequeño por las burlas llenas de superioridad de sus hermanos y la ignorancia violenta de su padre. La única persona que la apoyaba dentro de aquella casa era su madre, pero ella era una omega débil y con una salud delicada, así que no asistía mucho a las reuniones familiares, por lo que nunca estuvo ahí para él en sus momentos más débiles.
Si bien ser beta podría ser una deshonra para una familia de puros alfas dominantes, Selín resultaba ser mucho más excepcional que sus hermanos en cientos de cosas. Lástima que él jamás hubiese notado ese hecho, pero ahora que yo era él, las cosas no volverían a ser iguales, nunca más.

Unos 20 minutos después ya estaba frente a la dichosa escuela. Me preguntaba por qué rayos Selín tomaba un auto todas las mañanas para recorrer un camino tan diminuto
¿Acaso era alérgico a caminar? No lo mataría hacer un poco de ejercicio matutina de vez en cuando.
Si Ian se lo pedía bien que no dudaría en correr hasta una maratón completa.

Tan tonto.

Cuando la gente me vio llegar sin bajarme de un auto, muchas miradas se centraron en mí. Fue un sentimiento interesante de experimentar siendo que jamás había tenido tanta atención sobre mi persona.

Y, luego de pensarlo mucho, quizás no fuese tan difícil adaptarse a vivir como chico. Osea, ser un chico y tener un pene colgando era el sueño que toda fujoshi tuvo que tener al menos una vez en su vida, además, también era refrescante poder caminar como me diera la gana, con la ropa de unas tres tallas más grande, con las manos en los bolsillos de mi pantalón y la mochila colgando de un solo hombro, sin tener que preocuparme por lucir como una mujer en lugar de un marimacho, aunque no es como si eso me hubiese preocupado mucho antes.

La cuestión que anteriormente me había hecho gritar de frustración ahora empezaba a ser más fácil de digerir, y dicha aceptación incluso logró hacerme sonreír de camino al aula de clases.

Me sentí relajada.

—Hey, Selín —me llamaron nada más atravesé el umbral de la puerta del aula.

No tuve que recurrir a los recuerdos de Selín para saber quién era el chico que animadamente me saludaba.
Ese hermoso y lacio cabello castaño corto, esos ojos azules claros y ese hermosamente marcado cuerpo que se notaba aun a través de su uniforme, no podían pertenecer a nadie más que a Ian, nuestro querido protagonista.

Además, por lógica era él, no es como que alguien más aparte de Ian le hablara a Selín en aquel salón.

—Hola, Ian —respondí al saludo y me acerqué a él, chocando nuestros puños mientras recordaba el saludo con el que siempre se reunían estos dos.

Fue tras ello que sin pensarlo mucho también saludé al resto de los chicos que habían estado hablando con el alfa antes de que yo llegara, pero quizás hacerlo fue lo suficientemente brusco e inusual para hacer que ninguno dijera una palabra en respuesta, por lo que pensé rápido en que sería bueno agregar al momento algo de la retorcida mala lengua del beta.

—¿No piensan saludarme de vuelta, jodidos imbéciles? —cuestioné y los miré con ojos amenazantes, como si el haberme tomado la molestia de dirigirles la palabra fuese algo que deberían apreciar y devolver.

A nivel personal, nadie le temía en realidad a Selín, pero todos le temían al poder que cargaba su apellido, aunque lo que no sabía nadie, ni siquiera Ian, era que él podía ser golpeado hasta la muerte, que su padre bien sería capaz de dejarlo morir y solo ocultar el hecho de que fue asesinado enterrando el incidente sin hacer el intento de vengarlo o salvarlo siquiera.

Rechinando los dientes, cada uno se vio obligado a devolverme el saludo. Entonces yo cambié mi expresión y les sonreí como si intentase imitar la viva imagen de un ángel, y diría que la imité bien, ya que algunos de esos chicos se sonrojaron ligeramente embelesados.

—Estas súper raro hoy —dijo Ian mirándome a la cara fijamente—. ¿Quién eres y qué has hecho con mi mejor amigo? —bromeó.

—¿Me creerías si te digo que tuve una especie de revelación en forma de sueño? —dije muy seriamente.

—Creo que tendría más sentido que fueras otra persona en lugar del Selín que conozco —respondió igual de serio.

Sentí caer un relámpago detrás de mí. Sabía que Ian era guapo, pero no adivino, por muy en broma que lo dijera.

—No te bastaba ser alfa, ¿¡ahora también lees mentes!? —exclamé asustado medio que en broma, aunque realmente estaba siendo serio.

Ambos nos echamos a reír con la escenita.

—Nah, pero hablando en serio —retomé—, tuve en cambio de corazón muy drástico, es como si hubiese entrado a un nuevo mundo —y el dramatismo se notó en mi tono.

Si bien estaba ligando una verdad con un invento, la parte del nuevo mundo era 100% verdad, tanto que aún me asustaba.
Ian me observó en silencio y luego se encogió de hombros.

—Si eso es lo que sucedió entonces está bien.

Para mí sorpresa, el chico me creyó sin condiciones. O yo era buena diciendo mentiras o Ian era muy crédulo, y posiblemente fuera lo segundo.

Estuvimos hablando de todo y nada lo que restó del tiempo hasta que el profesor entró y mandó a todos a sentarse. Gracias a dios recordaba en qué asiento se sentaba Selín, de lo contrario, hubiese sido realmente vergonzoso.
Cuando me acomodé, me fijé que el profesor no había entrado solo, sino que había un chico realmente lindo junto a él.

Un estudiante nuevo que se presentó como Noah Vellan.

La sola e inmediata mención de su nombre hizo que mi corazón saltará eufórico en mi pecho, y es que, ¿cómo no emocionarse? Tenía en frente a mi querido protagonista omega después de todo.

Parejas DestinadasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora