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Los inhibidores me hicieron efecto rápidamente.

Al parecer, mi estado como omega era inestable y vaporoso. Por lo que en cualquier momento podría comenzar a soltar feromonas de la nada debido a la manifestación tardía que traía consigo muchos efectos adversos.

En este mundo, al nacer, un diagnóstico inicial era entregado a la familia del recién nacido con las probabilidades de manifestación del segundo género. El porciento de este cuerpo como omega fue menos del 20% y como alfa menos del 5%, por eso nadie dudó en que Selín se convertiría en beta al crecer, o quizás en un omega muy recesivo, incluso más que Noah.

Desde los 12 hasta los 15 años ocurría la manifestación real del segundo género. Si durante ese tiempo no experimentas ningún tipo de síntoma de cambio, eso te convertía en beta.
Selín había sido así. Pero ahora tenía 17 y se estaba manifestando de la nada y por primera vez como omega. El cambio ocurrió en una etapa en la que el cuerpo no estaba preparado por lo que le tomaría tiempo adaptarse a las nuevas características.

Me senté sobre el colchón de la cama de mi madre y eché un suspiro.
Lo único que no podía sacarme de la cabeza era que Selín nunca se había manifestado como omega en la novela. No entendía por qué esto me pasaba a mí justamente.

¿Qué había sido diferente de la historia original? La respuesta fue inmediata.
El encuentro con la madre de Noah y con el caliente policía... y enseguida me di cuenta.

El policía, ¡por supuesto!

—Madre, ¿es posible que me haya manifestado como omega debido a las feromonas de un alfa dominante que veía por primera vez? —le pregunté a madre con una inocente expresión.

La verdad no sabía si era o no dominante, pero no sería malo exagerar algo más las cosas.
Ella se quedó pensativa mientras se sentada justo a mi lado.

—Supongo que puede pasar si tienen un alto grado de compatibilidad —contestó—. También puede ser porque sea tu pareja destinada.

¿Pareja... destinada...?

¡Y una mierda! Grité para mis adentros. La única pareja destinada que aceptaría en este mundo sería la de Ian y Noah.

No estaba interesada en nada como conseguir pareja, y aunque que me dieran por el trasero siendo omega resultaría en una experiencia gratificante y nueva y que me haría morir en paz, siendo que cumpliría mi mayor fantasía sexual que en mi vida anterior no era nada más que un deseo sin posibilidades de cumplirse, no quería llegar a nada más que no fuese solo sexo. Incluso en mi vida pasada no era de tener muchas parejas.

En este mundo no sería diferente.

¿Pareja destinada? Como se me acerque que viva convencido que lo patearé bien lejos.
¿Hermanos psicópatas? No se atrevan a dudar de que pronto arruinaré sus malditas y elitistas vidas.
¿Padre hijo de puta, malnacido y arrogante? Sé paciente, te haré caer incluso más bajo que al trío de hermanos sin escrúpulos.

—Pero, ¿qué te sucedió en el rostro, cariño? ¿Te golpearon? —preguntó de la nada y yo sentí un escalofrío de susto.

No vendría nada bueno de decirle que un alfa abusador me había golpeado mientras yo intentaba defender a una pobre omega, madre de un hermoso omega por quién haría todo lo posible para que terminara volviéndose la pareja de Ian.

—Oh, esto... emm, solo me golpeé con algo en la escuela. No es nada grave. —afirmé con decisión.

Madre aceptó mi torpe excusa y terminando la conversación con una sonrisa, recibí muchos inhibidores por parte de ella y volví a mi habitación.
Ya cómodamente bañado y relajado, busqué en internet una clínica segura y lejana donde pudiese hacerme algún chequeo sin que los resultados llegaran a oídos de mi familia y después de mucho buscar, encontré una en las afueras de la ciudad, a una distancia de más o menos seis horas en bus.
Si fuese en auto llegaría más rápido, pero sería como gritar a los siete vientos que me haría un chequeo, que por favor vieran lo escandalosos resultados que me harían el blanco del plan de violación de mi segundo y mi tercer hermano mayor.
Pedí una cita para mañana mismo y la agendé para la tarde.

El plan era simple, me saltaría la escuela e iría al médico. Para ir con seguridad a un lugar lleno de feromonas que nunca había sentido antes, primero debía estar completamente seguro de que mi lado omega no se activaría o que de hacerlo podría suprimirlo de inmediato.

Esperé ansioso que pasara la noche. No se puede decir que dormí bien pero tampoco atravesé una noche de insomnio. Así que me levanté medio cansado y medio renovado.
Me vestí casual y salí de la gran y asfixiante mansión cerca de las 6 de la mañana. El viaje sería largo y no podía llegar tarde a mi cita.
Caminé hasta la parada y luego de 10 minutos de espera, tomé el bus que me llevaría directo a la benditamente desconocida clínica.

Era más de mediodía cuando me bajé habiendo llegado a mi destino.

La clínica era hermosa por fuera y poseía un aire limpio y decente. El edificio de tres plantas de color celeste y muchas plantas ornamentales alrededor no llamaba mucho la atención y era perfecto desde fuera.
Esperaba que el servicio fuese igual de bueno que la fachada del centro.

Atravesé las puertas de cristal y hablé con la recepcionista para hacerles saber que tenía una cita y luego de hacer una llamada, me dijo que como no había nadie más, podría entrar ahora mismo.

Perfecto, pensé. Y aunque sabía que la clínica no era muy conocida, me sorprendió en qué medida.

La enfermera con el ajustado uniforme blanco y el ondulado cabello castaño recogido en un moño me indicó el camino y una vez atravesé la puerta de la oficina a la que había sido dirigido, me detuve en seco a la vez que un penetrante aroma atacaba mi olfato. Una crispante frase se escapó de mis labios entonces.

—¿Por qué mierda estás aquí?

Me refería al policía responsable de mi nueva condición de omega.

Parejas DestinadasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora