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La señora me miró, sin comprender exactamente a qué parte del día de hoy me refería, y me tocó explicar a detalle mis intenciones, haciéndome sentir nervioso.

—Quiero decir... emm... este alfa es el padre de Noah, ¿no? —pregunté, aunque sabía que sí, solo para darle una introducción a mi argumento.

Ella asintió.

—Bueno, verá. Quizás le parezca raro la velocidad de mis pensamientos, pero me puse a pensar en que, si Noah descubre que este hombre intentó golpearla, y que la hubiese golpeado si yo no hubiese roto un jarrón en su cabeza y huido como gallina con usted a cuestas —el chico que aguantaba al padre de Noah me miró divertido ante la explícita explicación—... si Noah lo descubre, estoy seguro de que empezará a odiar y a temerle a todos los alfas.

Ella empezó a entender lo que yo quería decir.

—Hay varias razones por las que no quisiera que fuera así, pero para serle sincero, la principal es porque no todos los alfas son unos bastardos hijos de puta como este maldito hombre y sería desgarrador si Noah se guía por este estereotipo y deja pasar oportunidades que nunca se repetirían solo por miedo a un alfa —le dije en un solo respiro—. Por supuesto, puede decirle cuán mal nacido es este tipo en exclusivo, pero no quiero que piense que es una regla general que todos sean así.

—Pequeño —me llamó—. ¿Eres un alfa? —me preguntó.

—¿Eh? —me quedé medio atontado por la pregunta, pero enseguida entendí su línea de pensamiento—. Oh no, yo soy beta, pero —pensé en si debía decirlo o no, pero quizás no fuese mala idea—... mi mejor amigo es alfa. Es una persona realmente buena y al parecer, le gustó mucho Noah. No pude evitar pensar en lo difícil que sería si la situación se complicara por el odio de Noah hacia los alfas —dije y bajé la mirada.

Algo como eso pasó en la novela.
Aquel comienzo determinó el tipo de relación que se desarrolló más adelante.
Como un omega que temía y odiaba a los alfas, las decisiones que tomó basándose en tales emociones no hicieron otra cosa que lastimarlo a él mismo y lastimar, además, al joven alfa que era capaz de bajarle la luna si se lo pedía.
Y yo ya sabía cómo de mal terminó esa relación basada en puras heridas.

Como fan, debía evitar a toda costa ese desarrollo.

La madre de Noah se mantuvo callada un rato. No supe cuánto tiempo había pasado. Quizás no tanto, pero solo me di cuenta de que el tiempo seguía andando cuando llegó la policía que había llamado.

Me ayudaron a levantarme del suelo junto a la mujer y me invitaron a ir a comisaría a dar una especie de testimonio o qué se yo, pero me negué diciendo que solo era un estudiante que había logrado ayudar de casualidad, pero que había sido salvado por el policía fuera de servicio que lucía realmente amigable con los demás policías.

No esperaba recibir una respuesta de la madre de Noah hoy, pero antes de que me marchara, me llamó.

—Haré lo que dices, pequeño —me dijo—. No quiero arruinar la posibilidad de un hermoso romance para mi querido hijo.

Yo no pude guardar mi alegría y sonreí plenamente satisfecho, tanto que casi olvido un último detalle.

—Oh, por cierto, podría guardar en secreto que yo la ayudé hoy —le pedí—. Sería un poco vergonzoso si Noah lo descubre, es decir, solo acabé siendo golpeado —y sonreí con pena.

Si era sincero, la verdad no quería que Noah sintiese ningún tipo de sentimiento de obligatorio agradecimiento y eso lo llevase a desarrollar algún incómodo sentimiento afectuoso, que lo veía poco probable, pero del diablo son las casualidades y una situación como esa provocaría que Ian me quisiera pegar un tiro... y ya me bastaba con haber recibido uno antes de llegar a este mundo.

Parejas DestinadasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora