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Como no quería presionar a Ian, no le insistí que me contara lo que había pasado, así que incluso después de llegar al aula de biología, él continuaba con la boca cerrada y con cara de perrito abandonado. Verlo así tan callado me frustraba. ¿Cómo iba a ayudarlo si no me decía lo que pasaba?

Nos sentamos por pareja y cuando pensé que ya no me contaría nada, él empezó una vez más su historia.

—En realidad —dijo de repente—... ayer sí pasó algo...

¡Por supuesto! Grité para mí mismo despegando mi atención de la profesora de brillante pelo rojo.

Ya me parecía raro que el celo de Noah hubiese pasado así como si nada de nada.
Con una mirada muy curiosa observé a mi mejor amigo.

Él continuó.

—Bueno, yo en un principio no lo noté, ya sabes... pero él empezó a actuar raro, parecía tener fiebre —contaba—. Entré... entré en pánico cuando él se me lanzó encima...

Una entrometida escena de la novela pasó por mi cabeza. Noah solía ponerse muy cariñoso en sus celos, inigualablemente cariñoso, e Ian siempre complacía al omega en cada cosa que le pedía. Ian disfrutaba hacerlo sentir bien.

—No sabía qué era lo que le estaba pasando, solo sabía que estaba muy raro y que debía apartarlo —me susurró—. Pero cuando lo empujé se puso a llorar tan fuerte que parecía estar muriendo.

Fruncí los labios ante la anécdota. Bueno, que tu destinado te empuje lejos en medio de tu celo debe ser... desolador.
Es casi una tragedia cuando un alfa rechaza a un omega en su celo, aunque dicha escena sea bien rara.

—Pocos segundos después mi mamá entró agitada a la habitación y fue cuando supe que Noah estaba en celo... —calló un rato—. Dios me siento como un beta... —musitó deprimido.

Un alfa normal se habría excitado hasta límites pocos sanos en la situación de Ian, pero él ni siquiera había notado el periodo de su pareja.
Hice un resumen de cuentas y pensé que, tal vez...

—¿Es por eso que Noah parece tan acibarado? —pregunté.

El castaño se encogió de hombros.

—En realidad sí que sentí algo de excitación, pero no sabía qué provocaba que mi cuerpo se estuviera poniendo caliente y eso me hizo ponerme más nervioso —contó con frustración—. Pensé que me estaba volviendo un pervertido...

—¿Por qué serías un pervertido? —le pregunté de inmediato, levantando una ceja—. Eres un adolescente. A esta edad es cuando más alteradas tienes las hormonas, ¿qué tiene de raro excitarse por estar con alguien que te gusta? Si fueras incapaz de algo como eso sí que me parecerías raro.

Ian me miró y sonrió con un atisbo de alivio en su mirada.En serio, ¿qué clase de pensamientos pasaban por la mente de este bobo alfa?
Negué con un minúsculo movimiento de cabeza y una sonrisa ladina y dejé de mirar a mi mejor amigo, y en cambio, me enfoqué en Noah.
El pequeño omega con ropa deportiva lucía pálido, quizás por culpa del celo.
Noah no debería de haber venido hoy a clases... ni yo tampoco, pero igualmente los dos habíamos asistido a esta escuela que no tenía nada de entretenido, y Noah había tenido la mala suerte de enfrentar a Illya justo cuando aún se encontraba débil por su periodo.

Me pregunté que le habría hecho a su ropa para que acabara teniendo que usar otra cosa.

Me revolví el pelo con la mano y desvié mi mirada a la blanca pizarra llena de esbozos de células, órganos o qué se yo. Illya era un estorbo en todo el sentido de la palabra. Y por sobre estorbo, era un personaje vergonzoso con el que era estresante lidiar.

Las horas de clase pasaron y antes de que Noah pudiera correr lejos, corrí yo junto a él.

—Hola, Noah —lo saludé.

—Oh, hola, Selín. No te vi llegar —dijo.

—Sí, llegué algo tarde, pero, hey, ¿por qué andas vestido con ropa deportiva? —pregunté como si no tuviese idea.

La mirada del chico se tornó molesta y me contestó con bastante más pesadez de la que lo creía capaz.

—Un imbécil me vació encima un cubo de agua... sucia —gruñó.

—Oh... qué hijo de puta.

La acción cliché.

—Pero Noah, ¿estás así todo amargado solo por eso? —me atreví a preguntar.

Me había vuelto todo un cotilla.
Noah me miró y luego bajó la mirada.
El camino de vuelta al aula se sintió eterno.

—Es solo que —tartamudeó un poco—... parece que no tengo atractivo omega.

Ante semejante frase no pude evitar soltar una carcajada. Sin intención de ofender. Aunque Noah me miró queriendo perforar mi pecho.

—Lo siento, no me estoy burlando —me disculpé aun riendo—. Es solo que eso es ridículo.

—No creo que lo sea... —susurró bajito.

Observé el semblante sin confianza del pequeño omega. No me tocaba decirle sobre la particularidad genética de Ian, así que solo le dije:

—Noah, no es porque sea el mejor amigo de Ian —él dio un respingo al escuchar el nombre del alfa e inmediatamente supo que yo sabía lo que había pasado—... pero te aconsejo que primero te des la oportunidad de conocerlo. Descubrirás muchas cosas en ese proceso. Y te aseguro que no será nada como que no tengas atractivo omega —sonreí—. Dios mío, eso realmente dio gracia... sin atractivo. Las cosas que se le ocurren... —y me fui hablando solo hasta mi asiento.

Pude sentir una mejoría en el estado de ánimo del omega. Me sentí satisfecho con ello.
Venir a la escuela había resultado muy útil. Pero me preocupó cuántas personas habían tenido un celo repentino fuera de fecha. Sabía que lo de mi madre había sido por mi culpa, pero... ¿sería lo de Noah también a causa de mis feromonas? No recordaba haber soltado ni una muy ligera brisita de aroma en mi tiempo con él.

¿Era posible?

Quizás podría preguntarle al hermano de Aran cuando fuera a verlo. Ya era tiempo de que mis resultados médicos estuviesen listos.
A la salida de la escuela dejé ir solo a Ian y me junté con Noah.

—Noah, ¿mañana puedes acompañarme a un lugar? —pregunté mientras caminábamos juntos.

—Claro, no tengo nada que hacer, pero ¿a dónde? —respondió.

—Quiero que me acompañes a recoger unas pruebas médicas.

—¿¡Estás enfermo!? —se giró enseguida y me aguantó por los hombros con preocupación.

—No, no. No estoy enfermo —negué para tranquilizarlo—. Es solo que recientemente tuve un... cambio de género... —susurré.

Noah hizo una "o" con su boca sin soltar un sonido. Notó que no debía hacer aspavientos sobre el tema.

—Y creo que tu celo fue influenciado por mis feromonas —musité aún en voz baja.

—Es posible —asintió—. Mi celo no debía llegarme todavía —recordó—. Está bien, entonces, ¿a qué hora nos vemos mañana?

—Temprano, es un viaje largo.

Noah asintió.
Y cuando pensé que sería una vuelta a casa tranquila, un sujeto indeseado se atravesó en nuestro camino.

—Pero qué tenemos aquí —dijeron—. Pero si son el lindo omega de esta mañana y el beta de Selín...

El tono satírico y sarcástico de Illya resonó con bastante arrogancia en medio de la calle.
Yo solo rodé los ojos en una expresión exánime.

—Estos pedazos de basura me están cayendo en manada hoy...

Primero Sein y ahora Illya...

Miré a Noah. Su expresión irritada y su mirada furiosa destacaban como una gran proeza en su delgado rostro.
Quizás podría alcanzar a ver una escena interesante si me quedaba callado por un par de minutos, después de todo, Noah parecía a punto de mandar al mundo a la mierda.

Parejas DestinadasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora